Opinión
Cómo el IoT está acelerando la transición hacia un futuro energético renovable
Por Amaya Cerezo, Systems Engineer - Customer Intelligence en SAS
Además, la demanda energética fluctúa debido a variaciones no previstas, como las tormentas o el aumento generalizado de las estaciones de carga para vehículos eléctricos. Estos imprevistos requieren infraestructuras inteligentes capaces de gestionar producción y consumo de forma eficiente. Por otro lado, es evidente que las fuentes renovables, como la solar o la eólica, tienen una naturaleza intermitente: producen energía solo bajo ciertas condiciones climáticas, por lo que se plantea la pregunta de cómo garantizamos un suministro constante cuando la producción depende de factores externos.
Y, ¿qué tiene que ver el Internet de las cosas y la analítica avanzada en todo esto? Y, sobre todo, ¿cómo puede acelerar la transición hacia un futuro energético renovable? El IoT es una tecnología habilitadora que permite recopilar datos en tiempo real con una precisión milimétrica. Sin embargo, para aprovechar su potencial, es necesario complementarlo con herramientas como la IA y analítica avanzada, que transforman esos datos en información útil para tomar decisiones estratégicas. De esta manera, podemos aplicar nuestras reglas, preferencias, objetivos y método a todos esos datos para obtener un beneficio claro y directo.
Por otra parte, ha quedado suficientemente demostrado que esta tecnología juega un papel fundamental a la hora de producir energía eficiente, sostenible y capaz de satisfacer una demanda en constante crecimiento, porque el IoT nos permite monitorizar y gestionar activos tales como plantas solares, parques eólicos o estaciones de almacenamiento de energía con un nivel de precisión que antes era impensable. Los sensores permiten analizar lo que está sucediendo a tiempo real, ordenando, transformando y dando sentido a los datos para convertirlos en insights accionables. Con esta información las empresas toman decisiones que permiten optimizar recursos, reducir costes operativos y maximizar el uso de energías limpias. Por tanto, podemos decir que el IoT ha permitido a empresas del sector energético adaptarse a los desafíos actuales e incluso a adelantarse a ellos, liderando así el cambio hacia un modelo más sostenible.
Un ejemplo claro de esto es la gestión de redes inteligentes. Imaginemos una red donde cada activo comparte información en tiempo real. Los datos obtenidos mediante IoT alimentan modelos de IA que interpretan y generan flujos de decisión automatizados. Esto permite saber cuándo almacenar energía sobrante en baterías, redirigirla a zonas con mayor demanda o activar estaciones cercanas al punto de consumo. En un contexto de creciente consumo energético, impulsado por factores como la proliferación de centros de datos, no contar con los "ojos y oídos" que proporciona el IoT, gestionar esta complejidad sería como intentar dirigir el tráfico de una ciudad sin semáforos ni cámaras: caótico e ineficiente.
Pero no hagamos el feo de ver la transición energética solamente como un reto técnico, ya que también es una oportunidad para repensar cómo utilizamos la tecnología en beneficio de la sociedad y del planeta. No se trata solo de cumplir con los objetivos renovables bajo el modelo de “pan para hoy, hambre para mañana”, sino de hacerlo de una manera que sea económicamente viable y escalable.
Es un poco lo que hicieron en el Proyecto Salt River, una empresa de servicios públicos que provee agua y energía en Arizona donde se implementaron soluciones de SAS para optimizar sus operaciones, mejorar la gestión de activos y predecir la demanda. Esto les permite reducir costes, mejorar la confiabilidad del servicio y tomar decisiones más informadas sobre la infraestructura, la asignación de recursos, el mantenimiento y la planificación.
Estamos ante un momento histórico. La tecnología nos brinda las herramientas necesarias para superar los retos de la transición energética. Si logramos integrar soluciones como el IoT en nuestras operaciones energéticas, estaremos dando un paso decisivo hacia un futuro sostenible.