Ocio
La angustia de vivir en la incertidumbre
Vivimos en una sociedad en la que todo tipo de información está a solo un clic de ratón o un toque de pantalla
Muchos de nosotros pasamos horas en redes sociales y plataformas multimedia buscando contenido que nos entretenga y que nos ponga al día de lo que está pasando alrededor del mundo. Estamos acostumbrados a tomar la información que nos interesa, analizarla, contrastarla, creerla o desacreditarla y, finalmente, tomar una decisión basada en los resultados.
El problema llega cuando esa información no existe. Todos hemos experimentado alguna vez el angustioso sentimiento de la incertidumbre. El no saber lo que va a pasar, encontrarte a merced de la aleatoriedad y del «que sea lo que Dios quiera». Estamos viviendo un tiempo en el que la incertidumbre es el pan de cada día y el desconocimiento nos ahoga. Porque este tipo de incertidumbre no es la emoción que sentimos al jugar en un casino online o al realizar unas apuestas deportivas en la temporada de fútbol en los mejores casinos online en España. Esta incertidumbre nos asusta.
¿Cuándo encontraremos una vacuna? ¿Cuándo podremos volver a la normalidad? ¿Cuándo podré visitar a mis padres o mis abuelos sin el temor de poder contagiarles con el temido virus? En este caso la incertidumbre es el doble de peligrosa, ya que se combina con el miedo; y vivir con miedo es peligroso, tanto para uno mismo como para el resto de la sociedad.
El miedo es un arma peligrosa
El miedo es peligroso para uno mismo porque causa estrés, altera el sueño, reduce el apetito. El miedo es un veneno que te consume por dentro y que, en algunos casos, saca lo peor de nosotros. Además, nuestra mente está programada para rellenar automáticamente los huecos de la incertidumbre. Imaginamos diferentes razones y posibilidades, explicaciones para lo que no entendemos.
A lo largo de estos interminables meses de confinamiento y lucha han surgido muchas teorías y conspiraciones sobre el coronavirus. Desde acuerdos monetarios entre grandes países y empresas multinacionales hasta una gran mentira. Miles de personas se han manifestado en contra de lo que creen una gran confabulación y mentira, argumentando que el virus no es más que un resfriado y que el uso de mascarillas es un atentado contra los derechos humanos.
Miles de personas alrededor de todo el mundo se niegan a tomar ningún tipo de medida preventiva, argumentando que prefieren arriesgarse a contraer el virus antes que perder su libertad de decisión y sentirse como una oveja que sigue al rebaño. Estas personas, además de un alto índice de miedo e incertidumbre, también sufren de un alto índice de egocentrismo.
Muchos se niegan a llevar mascarilla porque les impide respirar correctamente. Lo que no saben es que la persona que tienen sentada al lado en el autobús podría tener dificultades para respirar unos días más tarde, pero no por la mascarilla, sino por la terrible neumonía que el virus podría causarle.
En tiempos de incertidumbre debemos actuar con cautela y sobre todo con solidaridad. Todos tenemos miedo, a todos nos ahoga la angustia del no saber qué ocurrirá mañana o cuándo acabará esta pesadilla. Todos estamos en el mismo barco y todos debemos remar en la misma dirección. Respira y llena los huecos con positividad. Un pequeño esfuerzo por parte de cada uno de nosotros se convertirá en un gran logro para la humanidad.
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