Política
El último error
Susana Díaz se arrepiente de sí misma, esa es la primera interpretación que puede hacerse del mensaje que ha lanzado en los últimos días la aún líder de los socialistas andaluces, cuando ha afirmado: “me equivoqué yo y acertó Pedro Sánchez” en relación a la abstención del PSOE en la investidura de Mariano Rajoy. Sin embargo, la decisión de impedir unas terceras elecciones no se la puede atribuir en exclusiva a Díaz, porque aunque el PP es el adversario histórico y natural de los socialistas, fue el resultado de un debate y un análisis político macerado, medido y discutido en profundidad en el que el PSOE tuvo que elegir entre lo mejor para el partido y lo mejor para los españoles. Ningún dirigente pensó que con la abstención el Partido Socialista se hacía acreedor de una futura abstención del PP, eso hubiese sido infantil y de luces cortas.
Los que dimitimos de la ejecutiva federal en el año 2016, acción que tuvo como consecuencia la dimisión de Sánchez, lo hicimos por dos razones: que no aceptábamos el diálogo del líder socialista con los independentistas para promover su propia investidura y que entendíamos que el país no se merecía unas terceras elecciones. Quien conozca mínimamente a los principales líderes socialistas que tomaron aquella decisión sabrá que no lo hicieron ni por seguidismo a Susana Díaz ni pensaron en clave partidista. El país respiró aliviado y el PSOE volvió a ser lo que había sido, un partido con el Estado en su ADN. Todos los seres humanos hacemos cosas de las que nos arrepentimos, pero el error de Díaz no fue el que se autoinculpa, fueron otros, como el renunciar al liderazgo socialista en el año 2014, intentando que Sánchez le calentase el banquillo hasta que le conviniese. O que tampoco supo elegir el momento adecuado para hacer dimitir a Sánchez.
En primer curso de preescolar político se estudia que el día en que un líder pierde las elecciones queda al albur de lo que los demás decidan y Sánchez perdió dos veces, con una mala gestión al frente del PSOE que cayó hasta los 84 diputados. Cuando aquél 26 de junio del 2016 la andaluza impidió la caída del líder socialista, terminó de suicidarse políticamente.El tercer error fue pensar que ganaría las primarias por la fuerza de su enorme carisma y que no hacía falta discurso, ni relato ni estrategia. Pero ocurrió que Pedro Sánchez sí supo construir un mensaje, el del “No es no”, se barnizó de coherencia dejando el escaño y enarboló la bandera de la izquierda acusando a todos los demás de estar al servicio de la derecha.Pero Díaz no fue la única en equivocarse, los demás también erraron, por ejemplo, nadie quiso darse cuenta de que se necesitaba otro capitán que supiese dirigir la nave con mayor inteligencia estratégica.Las declaraciones de la líder andaluza puede que se enmarquen en un intento desesperado por lograr el indulto de Sánchez, si fuese así sería el último error de Susana Díaz.
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