Política
El taxi vacío de Casado
El único que parece haber encontrado su sitio, en la situación actual de la política española, es Pablo Iglesias. Está encantado de haberse conocido y de ser lo que era impensable hace escasamente unos meses, vicepresidente del gobierno de España. Pedro Sánchez no está muy cómodo.
Anda zarandeado por sus socios a cada paso que da, esclavo de las exigencias de ERC, haciendo el trabajito a Podemos con el asunto de Venezuela y esmerándose en aplacar, como puede, a los suyos, los que no van a permitir que Cataluña se lleve más parte del pastel y que sus respectivas comunidades sigan gestionando la penuria.
Nunca un presidente socialista recién elegido había tenido que ir al Comité Federal nada más iniciar la legislatura con el único objetivo de “tranquilizar” a sus dirigentes regionales. Pero tampoco lo tiene fácil Pablo Casado.
Intenta crecer con la ayuda de José María Aznar, pero solo disfruta de la sombra que este se digna a proyectarle y algún consejito que le dice al oído para que cientos de espectadores vean quién es quien sabe de verdad.
Casado ve atónito como Vox encuentra a diario su espacio y le come terreno sin que haya mucha construcción política sesuda que se diga detrás de sus mensajes, tan solo posiciones de extrema derecha y unas formas realmente indignantes.
Ciudadanos, por su lado, se ha convertido en un ejemplo obligado en las clases de teoría política sobre lo que no debe hacerse. Se puede decir que están en cierre por liquidación, pero lo que le preocupa a Casado es que no parece que recoja ninguno de los antiguos votantes de Albert Rivera.
El líder popular está languideciendo porque llegó con pocas ideas a la presidencia popular y se le han agotado. Ahora tiene una cita con el presidente Sánchez y va a ser difícil que se zafe de su imagen gris e interina. Casado todavía no ha decidido si quiere parecerse a Vox o a Ciudadanos.
Si va a emprender un viaje hacia el radicalismo derechas o, por el contrario, va a moderar su discurso y a intentar conquistar el centro derecha. No sabemos si los españoles verán a un hombre de Estado o a un propagandista megáfono en mano. Lo peor es que nadie espera demasiado de él y eso es un mal indicio para un líder. A Churchill se le atribuyen muchas frases.
Una de ellas se refiere a un comentario hiriente contra el líder laborista Attlee, cuando en 1945 le derrotó en las urnas y le sucedió como premier. Parece que dijo sobre él: “Frente al número 10 de Downing Street para un taxi vacío. Se abre la puerta y de él sale Clement Attlee”.
Desde 1975, probablemente sea el momento en el que más se necesitan dirigentes con capacidad para liderar, no de dejarse arrastrar por la última opinión o la última presión. Sin embargo, hace mucho que los taxis van vacíos y, de uno de ellos, se bajará Casado en Moncloa.
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