Coronavirus

Carles Puigdemont

Puigdemont augura que “en la España que saldrá de esta crisis habrá más centralismo”

Fuentes próximas al ex president aseguran que no ve futuro a la Mesa de Diálogo -«empezó mal y acabará peor»- y que considera “muy difícil” que el independentismo vaya unido a las elecciones

Carles Puigdemont, en su residencia de Waterloo, durante una votación telemática del Pleno del Parlamento Europeo
Carles Puigdemont, en su residencia de Waterloo, durante una votación telemática del Pleno del Parlamento EuropeoTwitter

Dos años y medio después de su huida de la Justicia española, y pendiente aún de la decisión del Parlamento Europeo para poder sentarle en el banquillo por su papel en el «procés», Carles Puigdemont está convencido de que, tras la crisis del coronavirus, en España habrá «más centralismo». Así lo aseguran fuentes del entorno del ex presidente de la Generalitat, para quien el Gobierno de Pedro Sánchez está utilizando la lucha contra la pandemia «para redoblar su agenda centralizadora».

Desde su residencia en Waterloo, donde ayer mismo mantuvo una reunión por videoconferencia con Quim Torra, el líder independentista niega desavenencias con su sucesor al frente de la Generalitat y lanza un funesto presagio sobre la mesa de diálogo impulsada por el Ejecutivo socialista.

Con esa mesa de diálogo a la espera, como casi todo, y el foco político puesto en la lucha contra el Covid-19, el independentismo catalán ha tenido que resignarse a la fuerza a aparcar su hoja de ruta. Pero el ex president no es optimista respecto al éxito de esta iniciativa. «La mesa de diálogo arrancó mal y acabará peor, porque nunca fue sincera por parte del PSOE y nosotros no participamos en la gestación de ese marco», ha asegurado a su círculo íntimo, que subraya que Puigdemont da por muerto el «mito federalizante» (la España federal que propugnan los socialistas como para intentar desvanecer el desafío independentista). «El PSOE nunca ha federado nada cuando ha gobernado y ahora se ha metido en una grave operación de recentralización», apuntan.

Una deriva que según el líder soberanista ha comentado a sus íntimos «refuerza mucho más la necesidad de la autodeterminación y recuerda que no se puede renunciar a la vía de la unilateralidad». Y es que el ex presidente de la Generalitat está convencido, subrayan, de que «la España que va a salir de esta crisis no va a ser mejor», porque habrá “más centralismo, más déficit fiscal, más represión –por la vía de las reformas judiciales y el recorte de libertades con la excusa del virus– y una Jefatura del Estado gravemente deteriorada por su comportamiento y su impunidad».

El líder independentista no cree que la crisis del coronavirus contribuya a acentuar su aislamiento e incluso defiende que en el terreno político «le ha permitido reivindicar algo por lo que lleva luchando desde el principio: la incorporación de la tecnología en el ejercicio de la democracia, la posibilidad de hacer política y luchar por su proyecto aunque se encuentre en Bélgica».

El confinamiento, con su mujer y sus hijas en Waterloo

Carles Puigdemont está pasando el confinamiento con su mujer, Marcela Topor, y sus dos hijas, quienes según confirman fuentes próximas al ex presidente de la Generalitat se trasladaron a Bruselas el pasado 13 de marzo una vez el Gobierno de Pedro Sánchez anunció la inminente entrada en vigor del estado de alarma y las restricciones de movimientos.
En esas largas jornadas de reclusión domiciliaria, afirman las fuentes consultadas, el líder independentista ha tenido tiempo de sobras para evaluar posibles escenarios políticos tras la crisis del coronavirus. Por ejemplo, un hipotético gobierno del PP que, está convencido, «no cambiaría nada». «Sobre Cataluña, aparte de gestos y vocabulario ciertamente más suave, el PSOE hace la misma política que el PP. Marlaska podría ser perfectamente ministro con PP y sería situado en el ala dura», ha comentado a su círculo más cercano. «Hay muchas diferencias entre PSOE y PP», añaden las fuentes consultadas, pero respecto a la independencia ninguno tiene «interés en abordar el problema de fondo, que son las relaciones entre Cataluña y España». «El 155 nunca hubiera sido posible sin el concurso entusiasta del PSOE», subrayan.

Él mismo se ha encargado de poner en valor ante su círculo más próximo que «los que le acusaban de vivir en Mátrix por promover la identidad digital y las herramientas electrónicas, hoy participan en plenos telemáticos y eligen alcaldes en investiduras telemáticas». Incluso el propio Tribunal Constitucional, añaden, «que decidió contra el voto telemático, hoy hace uso de esa tecnología». «Hoy todo el mundo se reúne a distancia mientras Puigdemont llevan dos años y medio haciéndolo».

El «procesado rebelde» reclamado por el Tribunal Supremo no tiene la sensación –o al menos no lo confiesa a sus íntimos– de que Torra le esté dando progresivamente la espalda. «La relación con Torra es perfecta, de confianza y de colaboración diaria», apuntan dibujando un escenario despejado de borrascas. Desde el inicio de la crisis del coronavirus, aseguran, cada día, a primera hora de la mañana, se reúne por videoconferencia con Torra y «comparten información, análisis y estrategia». Su propósito, recalcan, sigue siendo «no introducir ningún tipo de distracción o nada que se pudiera utilizar para debilitar al president y a su gobierno» y «reforzar» su liderazgo «ante una crisis de enorme envergadura y ante un Gobierno español que ya intuía que iba a aprovecharla para redoblar su agenda centralizadora».

“Ni aislamiento ni ostracismo”

Esforzándose por despejar cualquier duda al respecto –incluso las aireadas desde las propias filas del independentismo–, recalcan que «siguen colaborando estrechamente» y niegan que «esa posición táctica» se pueda interpretar como «alejamiento, aislamiento u ostracismo». «Confunden sus deseos con la realidad, pero tampoco eso nuevo: hace dos años que se escribe que está aislado y sin contacto, lo que difícilmente explica el resultado de las últimas elecciones en las que se presentó”, en las que recuerdan que obtuvo “más de seis puntos de ventaja” sobre el PSC.

Pero eso no impide que el ex president sea consciente de que dentro del independentismo existen ciertos sectores interesados en darle por amortizado. «Es obvio que ciertos sectores tienen ese interés. Tampoco es nuevo, ni raro: el independentismo es un movimiento que abarca muchas ideologías y estrategias. Por tanto, hay también una lucha legítima por los liderazgos», admiten.

Puigdemont asume que «hay quien trata de sacar provecho de su situación», pero hace hincapié a sus íntimos en que al final, quien manda en el independentismo son «los electores». Y a él le avala, presume, las veces que se he presentado a unas elecciones desde su huida. No obstante, las fuentes consultadas puntualizan de forma enigmática: «La primera persona interesada en darle por amortizado es él mismo».

Con esa convicción electoral, pese a la hegemonía de ERC, el ex president se da un baño de realidad al aventurar sobre las posibilidades reales de que el independentismo acuda unido a las próximas elecciones catalanas. «Eso lo ve muy difícil», admiten. «Hay un partido muy importante que no lo quiere», aseguran en nada velada referencia a ERC, «lo cual es legítimo». «Pero no concurrir juntos –añaden– no quiere decir que no se vaya juntos en una estrategia para después del confinamiento», algo que Puigdemont considera «más importante y relevante que la táctica, hoy por hoy muy improbable, de concurrir juntos a las elecciones». Y a esa estrategia del día después el ex president y otros líderes independentistas, dicen, «dedican muchos esfuerzos».