ETA

El triunfo de la estrategia del olvido

Hoy se cumplen 9 años de la declaración de “cese definitivo” de actividades por parte de ETA, que dio paso a un plan para blanquear sus cuatro décadas de terrorismo

Arnaldo Otegui, en una imagen de archivo / Efe
Arnaldo Otegui, en una imagen de archivo / Efelarazon

Una encuesta que demuestra el desconocimiento que tiene parte de la población española (menores de 34 años) sobre lo que realmente fue ETA, acredita que la estrategia político y mediática que ha seguido la banda y su entorno han triunfado. Desde que en 2011(hoy se cumplen nueve años) anunciaran el cese definitivo “de la actividad armada”; desde 2018, con su autodisolución (en un comunicado que fue leído en euskera por José Antonio Urruticoechea, “Josu Ternera”), hasta nuestras fechas, el trabajo de ese sector del separatismo vasco ha estado centrado en tratar de reescribir la historia y que los crímenes y las más de 850 personas asesinadas por la banda pasen al olvido, como una referencia incómoda.

Tras la lectura de los sucesivos comunicados etarras de aquellos momentos, asociaciones de víctimas y medios de comunicación (entre ellos LA RAZÓN) advirtieron de que los terroristas hacían, como mucho, un perdón selectivo a las víctimas “colaterales” (nunca a las Fuerzas de Seguridad y Armadas), se negaban a colaborar con la Justicia y, lo que es más relevante, reivindicaban su pasado criminal como una especie de mal necesario para enfrentarse a otro mal, el de la “opresión española”.

Una vez que ETA dejó de cometer atentados, se puso en marcha, de forma sutil pero permanente, todo un plan para explotar, desde el punto de vista político, el “éxito” obtenido con su gesto de “pacificación”. Los resultados están ahí, en forma de apoyo electoral; y reconocimiento, guste o no, de muchos sectores de la sociedad, hasta el punto de convertirse en socios necesarios del PSOE, que tanto tuvo que sufrir cuando ETA estaba en activo.

Poco a poco, la imagen que existía de ETA se ha ido diluyendo, en especial para la gente joven, la que fue encuestada, y, a efectos de los objetivos que perseguía la banda, sustituida por Sortu y EhBildu. Y sus figuras representativas, no muy conocidas por la opinión pública, salvo Arnaldo Otegui.

Con “Josu Ternera” está ocurriendo lo mismo. Han puesto en marcha una campaña de blanqueo, mediante acciones mediáticas en las que se le presente como una persona que ha dedicado parte de su vida a “traer la paz”.

Si se analiza lo ocurrido en 2011, se corrobora esta estrategia. Estuvo precedida de una conferencia internacional celebrada en San Sebastián con asistencia de personajes internacionales vinculados a procesos de paz. En los siete años siguientes, hasta la disolución, se fue tejiendo la estrategia que deberá culminar con la libertad de todos los presos.

Cuando llegó el “desarme”, en 2018, dieron el banderazo a la etapa final de su plan. Emitieron un comunicado en el que reconocían el daño causado, pero equiparaban a víctimas y verdugos; distinguían a unas víctimas de otras; se presenta con el «supremacismo moral» de que siempre ha reivindicado sus atentados (sin decir quiénes han sido los autores concretos), hasta el punto de pedir una «comisión de la verdad» (para “juzgar” a las Fuerzas de Seguridad; y lanzaban el mensaje «equidistante» de que, en el fondo, los dos bandos eran culpables de todo lo que ha ocurrido.

Además, en el comunicado los terroristas exigían «soluciones democráticas» (negociación) para construir la paz y lograr la libertad en Euskal Herria (independencia).

La banda no garantizaba su arrepentimiento ni que fuera a colaborar desde el principio para el esclarecimiento de los crímenes pendientes de conocer sus autores concretos. Y advertían que nadie debía obcecarse en escribirles la historia (porque ya se ocuparían ellos).

Consiguieron muchos aplausos y pocas críticas. Y de aquellos polvos, han llegado estos...olvidos generalizados de una realidad tan terrible como la historia de ETA.

Lo demuestra la citada encuesta. La banda fue derrotada policialmente: si dejo de matar y destruir fue porque se sintió absolutamente acorralada por las Fuerzas de Seguridad. Por eso, diseñó la citada estrategia. Por un lado, el olvido de la actividad terrorista de la banda y, por el otro, la actividad política, la cara amable, para alcanzar lograr sus objetivos, a los que nunca han renunciado.

En este contexto, ¿cómo van a saber muchos españoles quién era Miguel Ángel Blanco o José Antonio Ortega Lara? A diferencia de otros países, parte de nuestra historia, que tantos muertos ha costado, no se enseña en los colegios. Los libros de texto, dan una gran importancia al golpe de estado de 1936 y la subsiguiente Guerra Civil, lo que es lógico, pero se olvidan de cuatro décadas largas de terrorismo con sus terribles consecuencias. Sólo cuando llega un aniversario, algunos medios informativos, no todos, y las asociaciones de víctimas(siempre) se esfuerzan en recordar lo que pasó, pero no deja de ser algo fugaz.

Para colmo, algunas de las series que se han emitido hasta ahora, establecen una cierta equidistancia entre los terroristas y sus víctimas. Alguna que está por estrenarse puede suponer un punto de inflexión a este respecto.

Desde el punto de vista mediático y político, 2011 y 2018 marcan hitos de éxito para ETA después de una derrota policial contundente, de la que pocos hablan. Hasta el punto de que haya tenido que ser una encuesta la que ponga negro sobre blanco el enorme error didáctico que se está cometiendo.