Espacio

España, Francia e Italia renuevan su red de satélites militares

Europa desarrolla nuevos sistemas de inteligencia mientras Rusia, China y EE UU se enfrentan en una carrera armamentística espacial

Diseño del futuro satélite Spainsat NG de España
Diseño del futuro satélite Spainsat NG de EspañaAirbus

El espacio ya no es la última frontera, al menos no para las principales potencias del planeta con Estados Unidos, Rusia y China dedicados de lleno a una nueva carrera espacial. Esta vez no se trata solo para ver quién vuelve antes a la Luna o llegar primero a Marte, sino de dirimir quién dominará este nuevo campo de batalla, ubicado a más de 500 km sobre nuestras cabezas mediante el desarrollo del primer sistema armamentístico supersónico. Europa no es ajena a este nuevo escenario, si bien sus objetivos no son los mismos.

En 2019, la OTAN amplió al espacio su ámbito de competencias, lo que supone un nuevo dominio en el que los países de la Alianza Atlántica podrán extender sus operaciones, como ahora ocurre con la tierra, mar, aire y el ciberespacio. Mientras EE UU vio en esa ampliación una oportunidad para una nueva carrera armamentística contra las demás potencias, en Europa el punto de mira se puso en la inteligencia.

Contar con comunicaciones seguras y fiables es de vital importancia para cualquier Ejército, especialmente ante despliegues en escenarios hostiles y alejados del país de origen, como los que suponen la mayoría de las misiones a las que se enfrentan las Fuerzas Armadas de las potencias europeas destinadas, por ejemplo, en el Sahel, Irak o el cuerno de África.

Espiar al enemigo

De igual manera, tener las herramientas adecuadas para espiar al enemigo -y también a los aliados- es de suma relevancia. Conscientes de esto, países como España, Francia e Italia están centrados en el fortalecimiento de sus telecomunicaciones gubernamentales y militares, mediante la puesta en órbita de nuevas constelaciones de satélites. Estos estados han confiado en las principales empresas del sector espacial europeo para llevar a cabo esta tarea, y sus proyectos se encuentran en distintas fases de desarrollo.

En 2019, España creó el Centro de Operaciones de Vigilancia Espacial (COVE) con el objetivo de predecir los riesgos espaciales que puedan afectar al país y reducir al máximo sus efectos, lo que en los hechos se traduce en evitar que la inmensa cantidad de basura espacial dañe a los satélites españoles, dejando al país sin telecomunicaciones. Precisamente, en julio de ese mismo año, el Ministerio de Defensa y el operador Hisdesat firmaron el contrato para la construcción de dos nuevos satélites -Spainsat NG I y Spainsat NG II-, que proporcionarán comunicaciones seguras a las Fuerzas Armadas españolas, tanto en territorio nacional como en misiones internacionales.

Estos sistemas, cuyo lanzamiento está previsto para 2023, reemplazarán a los actualmente operativos Spainsat y Xtar-Eur, cuya vida útil fue recientemente prolongada por el Consejo de Ministros, a la espera de los nuevos satélites. Los sistemas que posee ahora España fueron colocados en el espacio entre 2005 y 2006 para su empleo a lo largo de 15 años, período que vence este 2021.

“Los más avanzados”

En su momento, el director general de Hisdesat, Miguel Ángel García Primo, aseguró que los Spainsat NG serán “los satélites más avanzados en comunicaciones de la industria europea”. Desde Hisdesat, responsable de la operación de los satélites, también destacaron que más del 40% de los trabajos que implica la construcción del nuevo sistema de telecomunicaciones será realizado por la industria española.

El desarrollo de los satélites está liderado por las filiales españolas y francesas de Airbus Defence and Space y Thales Alenia Space. Otras empresas españolas como Acorde, Anteral, Arquimea, Crisa, GMV, Iberespacio, Indra, Sener Aeroespacial y Tecnobit también participan del programa, prueba del impulso que supone Spainsat NG para la industria nacional, que aún se lame las heridas tras el duro golpe que supuso la pérdida del satélite Ingenio.

Los Spainsat NG ofrecerán cobertura en una amplia área del mundo, que va desde Estados Unidos y América del Sur, Oriente Próximo, África, Europa y hasta Singapur. Los sistemas asegurarán el mando y control efectivo en operaciones y garantizarán la capacidad de comunicación en escenarios carentes de infraestructura, resultando en una mayor capacidad y seguridad. Así, ambos satélites ofrecerán redundancia en zonas de interés para las Fuerzas Armadas, incorporarán tecnologías avanzadas de protección contra intentos de interferencia (antijamming) y de suplantación (antispoofing), y estarán reforzados y protegidos contra fenómenos nucleares a gran altitud.

El Ministerio de Defensa no será el único cliente. El objetivo es dar servicios a organizaciones como la OTAN y proporcionar soluciones en la iniciativa Govsatcom de la Unión Europea. El programa generará unos 500 nuevos puestos de trabajo en los próximos años y más de un centenar durante toda la fase de explotación de los satélites. La previsión es que, una vez operativos, su vida útil se extienda hasta 2039.

Comando espacial francés

Francia es el país europeo que más esfuerzos ha dedicado a la militarización del espacio. En 2019, rebautizó a su Ejército del Aire agregándole “y del Espacio” al nombre oficial de la Fuerza. Al mismo tiempo, anunció la creación de un comando espacial: la respuesta de Macron a la decisión de Trump de crear la Fuerza Espacial de Estados Unidos (USSF). Entre sus proyectos está el de contar con pequeños satélites equipados con láseres para la defensa de su territorio, pero este aún no pasa de una mera intención.

Satélite de la constelación francesa CSO
Satélite de la constelación francesa CSOCNES

Sin embargo, dos días antes de que finalizara 2020, desde el puerto espacial europeo en la Guayana Francesa, la empresa francesa Arianespace –la misma que perdió al Ingenio- lanzó al espacio el CSO-2, el segundo satélite de observación de seguridad y defensa de la nueva constelación del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) y la Dirección General de Armamento (DGA) de Francia, denominada Componente Óptico del Espacio (CSO).

La constelación CSO, claramente diseñada para misiones de espionaje, está compuesta por tres satélites ópticos que, colocados en órbitas polares de diferentes altitudes, cumplen una doble misión de reconocimiento y adquisición. Estos sistemas están equipados con cámaras que permiten tomar imágenes de muy alta resolución, tanto de día como de noche, en una variedad de modos de disparo para satisfacer un amplio espectro de necesidades.

Estos sistemas contribuirán al desarrollo de capacidades de las Fuerzas Armadas de Francia en el campo de la inteligencia espacial, el apoyo y la conducción de operaciones en teatros de combate. Desde el CNES explicaron que el trío de satélites, sucesor de los sistemas Helios 1 y 2, cumple con los requisitos operativos de Francia para la inteligencia global y la vigilancia estratégica, proporcionando información actualizada sobre el entorno geográfico y en el apoyo de las operaciones.

Las filiales francesas de Airbus Defence and Space y Thales Alenia Space son las responsables de la construcción de los satélites y del desarrollo de los instrumentos ópticos, respectivamente. El primer sistema, el CSO-1, fue puesta en órbita en 2018 y el último, el CSO-3, está programado para ser lanzado a finales de este año.

Satélite de la constelación italiana Cosmo SkyMed
Satélite de la constelación italiana Cosmo SkyMedThales Alenia Space

La constelación de Italia

Recientemente, a mediados de diciembre, las compañías Thales Alenia Space y Telespazio –propiedad ambas de la francesa Thales y la italiana Leonardo- firmaron un contrato con el Ministerio de Defensa de Italia y la Agencia Espacial Italiana (ASI) para la construcción de dos satélites adicionales para la constelación Cosmo-SkyMed que, de esta manera, estará compuesta por un total de cuatro sistemas.

Una vez operativa, la nueva generación Cosmo-SkyMed sustituirá a los sistemas de la primera, que continúan operando más allá de su vida útil nominal. El objetivo de la nueva familia de satélites es proporcionar, a usuarios tanto civiles como militares, servicios de observación de la Tierra (¿eufemismo de espionaje?). Para tal propósito, estarán equipados con sensores de radar de alta resolución con capacidad diurna y nocturna, independientemente de las condiciones meteorológicas.

Su propósito es monitorear la Tierra con fines de prevención de emergencias, estrategia, fines científicos y comerciales, proporcionando datos a escala global para respaldar una variedad de aplicaciones, entre las que se encuentran la gestión de riesgos, la del medio ambiente, defensa y seguridad, vigilancia marítima, gestión alimentaria y agrícola.

El primer satélite se lanzó con éxito en 2019 y el segundo está actualmente en la fase de montaje, integración y pruebas en las instalaciones que Thales Alenia Space posee en Roma. Su lanzamiento está previsto para finales de 2021 a bordo del Vega-C, el nuevo cohete de la Agencia Espacial Europea (ESA) aún sin estrenar.