Avalancha
“Todos a la Península, está abierto”
Inmigrantes emprenden voluntariamente el camino de regreso desde Ceuta a Marruecos. Se les había hecho creer que España se vería obligada a aceptarlos y terminarían en la Península
La magnitud de la marea humana que ha participado en la “invasión” de Ceuta tuvo su origen en una serie de informaciones difundidas entre los habitantes de las localidades próximas a la frontera española, en el sentido de que nuestro país, ante la magnitud del problema con el que se iba a enfrentar, se vería obligada a aceptar la situación y terminaría por trasladar a los inmigrantes a la Península.
La tentación era muy grande para una población absolutamente empobrecida tras el cierre de la frontera con Ceuta por el coronavirus ya que son miles los marroquíes los que vivían gracias a los ingresos que obtenían en la Ciudad Autónoma.
En definitiva, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto, se ha tratado de una acción de influencia que, con la utilización de la población, se han logrado las finalidades de dar una respuesta a España por haber acogido al jefe del Frente Polisario, Brahim Ghali; y, de paso, generar un fenómeno de desestabilización de considerables proporciones. Marruecos, nuestro vecino del sur, se está convirtiendo en una potencia de referencia (el apoyo hoy de los Estados Unidos es una prueba) con una acción diplomática de largo alcance.
Una prueba de esa utilización de la población era la desmoralización que se apreciaba esta misma tarde entre los inmigrantes que habían pasado a Ceuta; comprobaban que sus expectativas no se habían cumplido (por la respuesta que se han encontrado en la Ciudad Autónoma, con el despliegue de Fuerzas de Seguridad y Fuerzas Armadas) y emprendían, voluntariamente el camino de regreso a su país.
Se cree que conforme pasen las horas van a ser numerosos los que sigan la misma senda “ya que en Ceuta ni hay trabajo, ni sitio ni bocadillos para todos”, agregaron. Y de ir a la Península, nada de nada.
Se ha utilizado una situación de necesidad económica para obtener unos réditos estratégicos en un momento en el que las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos no pasan por el mejor momento.
La inacción, cuando no apoyo positivo, de los agentes marroquíes para que los inmigrantes pudieran echarse al mar o pasar el vallado, se cita como otra prueba de que existía un plan previo, perfectamente articulado.
El problema no está resuelto porque hay que completar las devoluciones, buscar a los inmigrantes que se han escondido en Ceuta en casas de amigos o familiares; y, sobre todo, los 1.500 menores cuya devolución resulta poco menos que imposible y que terminarán distribuidos por toda España.
La respuesta por parte de Marruecos a lo que consideró un “acto premeditado” en su contra al acoger España a Brahim Ghali ha logrado sus objetivos. Quienes pusieron en marcha la operación sabían de sobra que los miles de inmigrantes que entraron en Ceuta no iban a ser trasladados a la Península; pero también que el efecto desestabilizador en la Ciudad Autónoma y, por ende, en toda España, iba a ser considerable.
Las fuentes que ha consultado este periódico se preguntan si al jefe del Polisario sólo se le podía tratar en España de sus dolencias y por qué no se calibraron las consecuencias que su acogida podía generar. Pensar que Marruecos se iba a quedar tranquilo ante lo que era un “insulto”, ya que no hay que olvidar que Ghali les declaró la guerra (que persiste) en noviembre del año pasado, es desconocer por completo lo que ocurre en el país vecino.
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