Belén Bajo

Un triste táper

El ministro Garzón ha descubierto, cinco siglos después, su existencia

El ministro de Consumo, Alberto Garzón
El ministro de Consumo, Alberto GarzónJ.J. GuillénAgencia EFE

Earl Tupper fundó en 1938 la compañía de recipientes plásticos Tupperware para comida y es en el año 1946 cuando salen a la venta, en tiendas y almacenes, los primeros productos de Tupperware. El táper ha desplazado los usos castellanos de tartera o fiambrera, última palabra que ya aparecía en el «Tesoro de la lengua castellana o española» de Sebastián Covarrubias, de 1611, con el significado de «un género de cestones que suelen llevar los hombres del camino con cosas fiambres para poder comer y beber, cuando y dónde quisieren».

En España llevamos cinco siglos, que se sepa, haciendo uso de recipientes con tapa ajustada para guardar comida o llevarla fuera de casa. Pero el ministro Garzón, un comunista pijo, ignorante de las jornadas de sol a sol en el campo, de la conciliación familiar o simplemente del disfrute de una comida campestre, ha descubierto, cinco siglos después, la existencia de estos envases que te permiten conservar, almacenar y transportar alimentos.

Cuando alguien tiene «la pesada carga de no tener nada que hacer», frase del escritor francés Nicolás Boileau, como le pasa al ministro de Consumo, titular de un ministerio sin competencias en una sociedad consumista, basa su mandato en el diseño de campañas variopintas como la última, una guía de consejos para hacer un táper.

Si no es por esta guía, tan útil y novedosa, no sabríamos que hay táperes de cristal y de plástico, que estos pesan menos que los de cristal y son más difíciles de limpiar. Señor Garzón, está bien que diga que como en casa no se come en ninguna parte, aunque, depende de quién cocine, qué se cocine y cómo se cocine, pero me parece lamentable que aconseje comer un triste táper, de albóndigas o ensalada de pasta, como si fuera lo más de lo más.