Opinión

Ella baila sola

Podemos está en horas bajas y se ve ya en el tiempo de descuento

Con el reciente compromiso de apoyo adquirido por parte deMás País, de Compromís y de Teruel Existe, el Gobierno ya roza con la puntita misma de los dedos el número mínimo de votos que precisa para sacar adelante el decreto de la reforma laboral. Y lo hace, además, mediante la opciónCiudadanos, que confirma su intención de votar sí con el fin de impedir que los independentistas tengan alguna opción de introducir modificaciones en la norma. De nuevo se evidencia la brecha entre los socios de Gobierno, con una Yolanda Díaz en modo «yo a mi bola», sentándose a la mesa con los separatistas y empecinada en negociar con sus aliados habituales, mientras el PSOE lo hace con la formación naranja. Tú bailando en tu volcán y, a dos metros de ti, bailando yo en el Polo.

El apoyo de los aliados habituales depende de que el Gobierno acepte sus reivindicaciones, cosa que no parece estar entre los planes de PSOE (aunque sí de Unidas Podemos) y el de Ciudadanos depende de que esas pretensiones no se materialicen. Y, así, como no se puede estar en misa y repicando, Sánchez sigue con sus numeritos y sus cábalas (lengüita fuera, morretes apretados, rascar de coronilla) y a ver si le da. Que parece que le da.

Todo apunta a que esta vez, en la contienda Sánchez vs Díaz, ganará Sánchez. A apenas cuatro escaños de asegurarse la reforma sin cambios en el texto se encuentra, mientras las ya nada disimuladas tensiones entre los socios de coalición se extienden también a los socios parlamentarios, que ven como sus conversaciones con unos, incompatibles con las de los otros y los de más allá, no parecen avanzar. Señalan contradicciones entre los propios socios, no sin razón, que donde uno dice digo el otro dice Rodrigo, y apuntan a la necesidad de que se aclaren primero entre ellos y, luego ya, salgan a marear a los demás.

No perdamos de vista tampoco que esta reforma es el proyecto estrella de la Ministra de Trabajo para esta legislatura. Y que con las negociaciones tal y como están ahora saldría adelante gracias a la opción de apoyo preferida por Sánchez, pero no por Díaz. Un poco todo bien, pero mal. La opción de Ciudadanos y partidos minoritarios sumando fuerzas parece la más factible ahora mismo, opción que adolece de manifiesta incompatibilidad botánica con el apoyo de ERC y EH Bildu. Desde Podemos, siempre dispuestos a rebajar tensión –por favor, no pasen por alto la ironía, confío en ustedes– dudan de la honestidad de la estrategia socialista y creen ver detrás de ella, y así lo hacen saber en aras de la cordialidad y el buen rollito –ironía otra vez–, un intento de seguir erosionando las relaciones con el fin de debilitar, quién sabe si para acabar rompiendo indisimuladamente, el bloque de investidura.

Lo cierto es que es imposible no percibir un evidente cambio de actitud del PSOE en sus relaciones con el resto de los grupos parlamentarios y esto enerva a un Podemos que se encuentra en horas bajas, que se ve ya en tiempo de descuento, y una Yolanda Díaz que se proyecta a sí misma, me juego un brazo y no lo pierdo, como futura presidenta del país, capitana de fragata y, si me apuran, primera bailarina del Bolshoi incluso. Y no se equivocan demasiado: un PSOE que saque ahora adelante la reforma laboral sin el apoyo de los partidos separatistas, distanciado de Podemos y coqueteando con Ciudadanos y el resto de grupos minoritarios sería un PSOE con muchas menos servidumbres que el que cerraba el año. Y eso a Podemos no le conviene nada.