Opinión

Un relato muy diferente al que debería ser

No nos fiamos de nada. Hasta que no veamos con nuestros propios ojos que la sentencia del TEDH sobre Atristain no crea precedentes, no podremos estar tranquilos

El etarra Xabier Atristain, "Golfo", a su llegada a España en 2010 tras ser trasladado desde Francia, donde fue detenido
El etarra Xabier Atristain, "Golfo", a su llegada a España en 2010 tras ser trasladado desde Francia, donde fue detenidolarazon

Las víctimas del terrorismo volvemos a enfrentarnos una vez más a un nuevo varapalo. Es cierto que en la reunión que mantuvimos la AVT la pasada semana con el secretario de Estado de Justicia, se nos aseguró que la sentencia del TEDH afecta única y exclusivamente al caso de Atristain y que no cuestiona el régimen de incomunicación, pero somos conscientes de que será utilizada por los etarras en juicios futuros como vienen haciendo desde el mes de enero.

Además, ya no nos fiamos de nada: hasta que no veamos con nuestros propios ojos que esta sentencia no crea precedentes, no podremos estar tranquilos. Llevamos ya mucho equipaje a nuestras espaldas, justamente el que nos llevó a la plaza de Colón el pasado 26 de marzo.

Lo cierto es que, aunque ayer estuvimos esperando la resolución del recurso llenos de esperanza, éramos conscientes de la dificultad del asunto, pues son muy pocos los asuntos que se acaban elevando a la Gran Sala.

Lo que sí que no terminamos de comprender, es esta sensación que tenemos las víctimas del terrorismo de que siempre nos tenemos que estar defendiendo y justificando, cuando lo que ha sucedido en este país es que ha habido unos asesinos y unas víctimas.

¿De verdad después de la sentencia del juicio Halboka, que confirmó que todo es ETA, tenemos que justificar por qué es necesario el régimen de incomunicación en este tipo de casos? ¿De verdad tenemos que aguantar que los asesinos de los nuestros nos den lecciones continuas de derechos humanos y de libertad?

Realmente, tenemos la impresión de que lejos de avanzar y estar construyendo un relato en el que las víctimas somos las vencedoras y los asesinos los perdedores, estamos contando una historia a las generaciones venideras muy diferente a la que se debería contar.

Una vez más, aunque hemos sufrido un nuevo revés, seguiremos vigilantes y muy atentos para que esta sentencia no se aplique de manera general y se produzca una excarcelación masiva de etarras.