Tras el 19-J
El PSOE entra en pánico y pide cambios a Sánchez
Exigen una «reflexión profunda», mientras Ferraz descarga la responsabilidad en Andalucía y evita la autocrítica
El PSOE sigue noqueado. No puede decirse que no vieran venir el golpe, pero, una vez recibido, no aciertan a reponerse del impacto. Darse de bruces con el suelo histórico que marcaron en 2018 y volver a empeorarlo casi cuatro años después se les ha atragantado y, a juzgar por los posicionamientos públicos de la dirección federal, va a ser una digestión larga y difícil. Ferraz se ha refugiado en la autocomplacencia y la nula autocrítica para intentar encapsular la crisis en territorio andaluz y que sus efectos no lleguen a La Moncloa. Ya es tarde. La sensación de «cambio de ciclo» avanza por cada territorio reconquistado por la derecha hasta cercar a Pedro Sánchez. «Todo se puede reconducir», dicen fuentes gubernamentales, que ya se centran en analizar si el voto prestado a Juanma Moreno en las autonómicas, puede trasladarse a las municipales y generales del curso que viene. Aún queda un año. Cercano en el calendario, pero un abismo en política. Y precisamente a la velocidad a la que se suceden los acontecimientos se aferran en el Gobierno para intentar dar la vuelta a las malas perspectivas.
«El PSOE estará en la reflexión de lo que ha ocurrido en Andalucía. El Gobierno, a gobernar», destacan desde Moncloa, intentando marcar distancias con la debacle electoral en su territorio fetiche. En la hoja de ruta gubernamental ya se mira a la próxima semana, cuando se celebra la cumbre de la OTAN, «un acontecimiento para este país. El Ejecutivo está para eso», dicen. Sin embargo, el temor al efecto contagio ya recorre el PSOE, en el que se ha desatado el pánico por la suerte que se pueda correr en el siguiente proceso electoral, a la vuelta de la esquina, el próximo mes de mayo. Desde algunos territorios se llama, sin paliativos, a hacer «una reflexión profunda» y «un análisis serio y riguroso». En el partido no han sentado bien algunos de los diagnósticos que se han hecho públicamente en las últimas horas y llaman a «desterrar la autocomplacencia y la soberbia» que han percibido en esos juicios.
Se refieren a la valoración que hizo en la noche electoral Adriana Lastra, cuando responsabilizó al «contexto actual, que no podemos obviar», en el que «es evidente que Moreno Bonilla ha llegado a las elecciones tras superar la crisis del Covid con los ingentes recursos aportados por el Gobierno de España». En la misma línea, el secretario de Estado Rafael Simancas escribía un mensaje en su cuenta de Twitter en el que señalaba: «Venga ya. Menos ínfulas. Ni cambios de ciclo, ni feijoazos, ni lecturas nacionales golosas. La gente ha votado gobierno, como suele ocurrir en tiempos de zozobra. Y ahora, a la dura realidad. Ellos siguen gobernando en Andalucía, y nosotros seguimos gobernando en España».
En la dirección federal miran a Andalucía, porque –dicen– es ahí donde «se deben sacar conclusiones» y en San Vicente, sede del PSOE-A, devuelven la mirada a Madrid, quejosos del desgaste que acarrea la marca por el lastre que supone el Gobierno. Sin embargo, desde Ferraz se responde que Sánchez sigue siendo el primero en intención de voto en todas las encuestas a nivel nacional y el propio presidente aseguró en clave interna a su Ejecutiva que «el Gobierno está fuerte y sólido. Hay legislatura hasta el final».
Esta fortaleza no se percibe por los territorios, que temen recibir el castigo que los votantes le quieran infligir a Moncloa y llaman a enfrentar el «problema de credibilidad» que existe. Se quejan de que las medidas que adopta el Ejecutivo, con una ambiciosa agenda legislativa en la que figuraran avances como la reforma laboral, la revalorización de las pensiones, el salario mínimo o el ingreso mínimo vital, entre otras, no acaba de rentabilizarse en las urnas. En el Gobierno se enfocan ahora en revitalizar el paquete de medidas sociales y económicas para paliar la crisis económica, que tendrán que aprobar próximamente en Consejo de Ministros para dar continuidad a las rebajas de la factura de la luz y los combustibles que ya aprobaron en marzo, con escaso impacto sobre la inflación.
Al menos, en privado, hay cargos del partido que sí reconocen que la estrategia de «miedo a Vox» que alentaron durante toda la campaña «está agotada» y que ya no opera en Andalucía, donde, tras la contundente victoria de Juanma Moreno, tocará construir una «alternativa» desde la izquierda para ganar al PP. También aseguran que el que fuera su bastión histórico «ha cambiado sociológicamente» y que la teoría del voto cautivo es infundada. «Hay más facilidad para el cambio de voto», señalan. No obstante, se niegan a reconocer el trasvase de electores al PP y descargan en la división de la izquierda la responsabilidad del fortalecimiento del PP.
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