Ciclo electoral

Barcelona: objetivo de Pedro Sánchez como aval al «diálogo»

El PSOE aspira a conquistar el poder en la capital catalana con Jaume Collboni de candidato ante las malas expectativas que tiene en Madrid

El candidato del PSC a la Alcaldía de Barcelona, Jaume Collboni
El candidato del PSC a la Alcaldía de Barcelona, Jaume CollboniAlberto ParedesEuropa Press

Barcelona es la joya de la corona que el PSOE cree tener al alcance en las próximas elecciones de mayo. Madrid no sólo está mucho más difícil para la izquierda sino en particular para las expectativas socialistas en el sumatorio de la izquierda.

Por el contrario, en Barcelona las encuestas sonríen al PSC que hoy estaría en un empate técnico con la ERC de Ernest Maragall. Pero por delante de Ada Colau que difícilmente va a poder retener el grueso de sus votantes. O eso parecen indicar los sondeos con los que trabajan republicanos y socialistas.

Para Pedro Sánchez lograr la Alcaldía de Barcelona sería un aval a su ‘agenda del reencuentro’ y un trofeo visible que exhibir ante el empuje del PP y las elecciones generales de diciembre en las que se juega al todo o nada. En el PSC están convencidos que pueden superar a Colau. A la tercer va la vencida se dicen tras dos elecciones a rueda de Colau.

De confirmarse los sondeos, se invertiría el orden de los factores que sí debería alterar el producto. Esto es, Collboni arrebatando la vara de alcaldesa a Colau. Además ahí está la geometría variable del PSC. Y, en particular, el cortejo del PSC con Junts, frente a ERC. El único pacto que se descarta, como ya ocurriera en 2019, es el de PSC y ERC.

Pero aún es pronto para decir nada a la espera que se concrete la candidatura de Xavier Trias, lo que él mismo no quiere confirmar, como tampoco su entorno. Lo que no quita que prácticamente nadie en Junts duda que va a aceptar. La duda, si acaso, es el precio político que impondrá. Su voluntad es conformar una candidatura con personas de su confianza y con las mínimas concesiones al partido. Y por supuesto sin rastro de los partidarios de la presidenta de Junts Laura Borràs. Trias sabe que es la única esperanza de Junts de no protagonizar una debacle es alejándose del ruido y las salidas de tono. Y a él se van a aferrar como clavo ardiendo los correligionarios de Puigdemont, sabedores que sin Trias lo tienen crudo.

Otro asunto a confirmar es si realmente la candidatura de Trias es un revulsivo para Junts y les permite levantar cabeza en la capital catalana. El panorama de Junts es desolador en el resto de la región metropolitana. Sin representación ya en los consistorios de ciudades como l’Hospitalet de Llobregat (segunda ciudad catalana), Santa Coloma de Gramenet, Cornellà, Viladecans, Sant Boi de Llobregat o Sant Adrià de Besòs. Y con pésimos augurios para mayo de 2023en todas ellas. A lo sumo aspiran a ser muleta del PSC allí donde éstos requieran sus concejales para lograr la investidura como podría ocurrir en Sabadell, una ciudad de más de 200.000 habitantes. Lo que no quita que un resultado notable de Trias pudiera maquillar la ausencia de los posconvergentes en gran parte de la región metropolitana.

Para más inri, paradójicamente en Junts lo fían todo al único candidato que reivindica sin complejos el legado de Convergencia hasta el punto de exclamar ¡Ojalá existiera aún!. Y que además no duda en reconocer, sin complejo alguno, que su prioridad para pactar en Barcelona es el candidato socialista Collboni que, a su vez, se deja querer por Trias. Si esa coalición sumara y fructificara no hay duda que se cotejaría con un pacto también en la Diputación de Barcelona, dando continuidad al actual.

Un pacto que supuestamente debería haber sido ya objeto de consulta a las bases de Junts, para acordar si debe mantenerse, según acordaron en su Congreso de agosto. Lo que ni por asomo van a cumplir. Entre otras, porque Puigdemont se opone con firmeza a abandonar la jugosa Diputación de Barcelona.Y descarta así cualquier consulta para tener que evitar posicionarse. Lo que, en cambio, sí hizo con frenesí para lograr que Junts dejara el Govern de Pere Aragonès con el propósito de provocar nuevas elecciones pese a ser consciente que probablemente hoy se las llevaría de calle Salvador Illa. La premisa de Puigdemont es clara, hay que batir a los republicanos al precio que sea. Ese es hoy, sin lugar a dudas, su obsesión y empeño. Con una mano azuza la estelada y con la otra planifica amplios acuerdos con el PSC para desalojar a ERC y cercenar las aspiraciones de Oriol Junqueras de batir de nuevo al PSC y seguir creciendo en la región metropolitana, verdadero telón de Aquiles del independentismo.

Trias da alas a Colau

Pero paradojas de la vida, la irrupción de Trias da alas a Ada Colau. Para ésta es mucho más fácil confrontar con Trias la derecha que hacerlo con Collboni o Maragall. Hay otra sospecha que los sondeos aún no han confirmado con rotundidad. La candidatura de Trias no va a restar un solo voto a Colau pero sí puede erosionar el electorado moderado de Maragall y Collboni. Porque pese a concurrir por Junts, Trias pretende que su marca personal difumine la del partido que lo va a presentar. Esto es, el clásico de ocultar las siglas ante la creencia que pueden ser lastre. Sin Trias, Junts parecía abocada a sucumbir nuevamente ante la tripleta izquierdista ERC, Colau y Collboni. O incluso a empeorar el peor de los resultados tras más de 4 décadas, cuando Elsa Artadi se quedó en 5 diputados.

Barcelona es la última fortaleza de lo que supuso el 15M aunque con plomo en las alas. Ada Colau renovó como alcaldesa pese a perder frente a Ernest Maragall. Pero no sin el peaje de los votos de Manuel Valls, una apuesta fallida de parte Albert Rivera con el apoyo de buena parte de la burguesía de la ciudad que arropó y financió generosamente la candidatura de Valls y su peculio personal. En 2019, Colau no dudó en agarrarse al exministro del Interior francés para no perder la Alcaldía frente a un Maragall que la superó por 5.000 votos. Con el agravante que Colau, tres días antes de las elecciones, aseguró indignada que jamás accedería a la Alcaldía contando con los votos de ‘la peor derecha de la ciudad’.

Badalona y Albiol

Badalona es, junto con Terrassa, la tercera ciudad más poblada de Catalunya. Los sondeos internos indican que el popular Xavier García-Albiol va a ganar de calle y a barrer nuevamente todo el espacio a la derecha. Algún sondeo interno le pronostica incluso dos concejales más a los actuales 11 con los que ya ganó con claridad en mayo de 2019. Y pese a ganar con solvencia podría verse apeado nuevamente de la Alcaldía por la suma de PSC, ERC, Comunes y CUP. Con la duda de si Junts logrará retener el único concejal que conservan a día de hoy en ese Consistorio. Si en Barcelona podría parecer que estamos en un todos contra Maragall, en Badalona, sin lugar a dudas, el adversario a batir es Albiol. Badalona tiene un paralelismo con Castelldefels donde también se impone con claridad el PP sin lograr jamás gobernar, nuevamente por la alianza de izquierdas que suma mayoría absoluta. La diferencia entre Castelledefels y Badalona es que mientras en la primera el PSC se haría con la Alcaldía sin discusión en el bloque de izquierdas, en Badalona los resultados son más ajustados entre las formaciones de izquierdas con ERC en pugna con el PSC.