Análisis

Incertidumbre en los frentes abiertos con Marruecos en el arranque del año

Las aduanas de Ceuta y Melilla siguen esperando fecha para su reapertura, prometida para este mes, al igual que la esperada reunión entre Pedro Sánchez y Mohamed VI

Varias mujeres cruzan la frontera de Ceuta
Varias mujeres cruzan la frontera de CeutaAntonio SempereEuropa Press

El año arranca para las relaciones hispano-marroquíes igual que concluyó 2022: a la espera de que la flamante y prometedora alianza que emergió la primavera pasada del fin del malentendido –gracias al respaldo del Gobierno de Pedro Sánchez a la propuesta de autonomía para el Sáhara dentro de Marruecos– comience a dar resultados concretos más allá de las buenas palabras pronunciadas hasta el momento, que empiezan ya a difuminarse en el tiempo.

Este mes de enero debe ser testigo de la entrada en funcionamiento de las prometidas aduanas comerciales de Ceuta y Melilla así como del establecimiento de una fecha para la XII Reunión de Alto Nivel Marruecos-España, que fue aplazada sine die por decisión de Rabat en diciembre de 2020. De momento, poco se sabe, más allá de promesas por parte de los dos gobiernos.

Más allá de las repetidas promesas del ministro de Exteriores español José Manuel Albares, sigue sin haber pistas de cómo y cuándo se producirá la apertura de las aduanas comerciales en las fronteras de las ciudades autónomas españolas con Marruecos (reapertura en el caso de Melilla, que, a diferencia de Ceuta, contó con una desde el Tratado hispano-marroquí de Fez de 1866 hasta agosto de 2018).

La última vez, el pasado día 2 de este mes en entrevista con Europa Press, en que el jefe de la diplomacia española se refería a la apertura de las aduanas fue para insistir en que el proceso deberá ser «ordenado y gradual». «Tiene que ser una apertura gradual precisamente para no volver a caer en los errores del pasado», afirmó Albares en referencia a la existencia del contrabando que, según aseguró el ministro, no volverá a tener lugar.

Lo cierto es que el cierre de la aduana en el verano de 2018 supuso el fin del eufemísticamente denominado comercio atípico, y tras dos años de cierre fronterizo por la pandemia y la crisis bilateral –los pasos del Tarajal y Beni Ensar, en las rayas de Ceuta y Melilla respectivamente, reabrieron el 17 de mayo de 2022– el tránsito de mercancías sigue sometido a extremadamente rigurosas restricciones.

Esta misma semana no han bastado las elogiosas palabras del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, hacia el «privilegiado» socio marroquí en su visita de dos días a Rabat para que el jefe de la diplomacia europea o su homólogo marroquí, Nasser Bourita, dieran pista alguna sobre la apertura de las citadas aduanas en Ceuta y Melilla, que son la última –o primera– frontera europea en el flanco sur.

Entretanto, los empresarios y el conjunto de la sociedad civil de las dos ciudades autónomas comienzan a inquietarse por la falta de información de un proceso en el que fueron siempre agentes subalternos. «Ya estamos en enero, por lo que faltan pocos días para que nos enteremos por fin qué es lo que entiende Marruecos por una apertura ‘ordenada y gradual’ de la frontera. Entiendo que ni el ministro Albares ni nuestros políticos locales tienen ni idea de ello. ¿O sí?», se preguntaba en su red social de Twitter el empresario melillense –CEO de la Total Logistic Services, empresa especializada en servicios logísticos del transporte y las aduanas– José Luis Martínez Lázaro.

La misma incertidumbre sigue rodeando la fecha definitiva de la XII Reunión de Alto Nivel, que aguarda desde el mes de diciembre de 2020, un mes determinante en la historia contemporánea de Marruecos: al tiempo que empezaba a tomar cuerpo el desencuentro con el Gobierno de Sánchez a raíz de las declaraciones del entonces vicepresidente Pablo Iglesias pidiendo el referéndum para el Sáhara, Marruecos veía cómo Estados Unidos reconocía su soberanía sobre la ex colonia española y daba simultáneamente el paso de restablecer relaciones diplomáticas con Israel.

No hay cumbre bilateral desde junio de 2015, y tras aquella cita en la capital de España, la próxima tendrá que celebrarse en Rabat. Sobre las fechas, tampoco bastó el compromiso establecido en la hoja de ruta bilateral pactada el 9 de abril de 2022 en Rabat de que la XII Reunión de Alto Nivel tendría lugar antes de acabar el año pasado. Sin embargo, el 18 de octubre Bourita fue el encargado de anunciar el aplazamiento de la cumbre y en noviembre, el ministro de Exteriores español sólo fue capaz de avanzar que la cita tendría lugar entre finales de enero y comienzos de febrero. El pasado día dos de enero Albares aseveró que la citada reunión «va a suponer un nuevo impulso en una relación bilateral que está siendo extraordinariamente beneficiosa para ambos». Según reivindicó el ministro, el comercio entre los dos países ha aumentado casi un 30% este año y en que las llegadas de inmigrantes desde Marruecos han disminuido, siendo esta la única ruta migratoria europea que lo hace.

La delimitación de las aguas

Pero no son solo las aduanas y la XII Reunión de Alto Nivel hispano-marroquí los únicos asuntos pendientes de gran calado en las relaciones hispano-marroquíes para este año recién comenzado. Entre ellos destacan la delimitación de las aguas territoriales en la fachada atlántica, la actualización del Tratado de Buena Vecindad o la inclusión definitiva –o no– de Ceuta y Melilla en el espacio Schengen.

Si bien los dos gobiernos se comprometían en Rabat en abril a «reactivar el grupo de trabajo sobre delimitación de espacios marítimos (…) con el objetivo de lograr avances concretos» la espinosa cuestión sigue encallada. Hasta ahora ha regido una mediana provisional trazada con arreglo a un criterio de equidistancia al que Marruecos se opone, arguyendo un particular criterio de equidad, desde la aprobación en abril del año 2020 de la ley que fija los límites de sus aguas.

Además, España defenderá el mes próximo ante la ONU –donde se enfrentará también con Marruecos– la ampliación de su plataforma continental al oeste de Canarias más allá de las 200 millas correspondientes a la Zona Económica Exclusiva.

El único logro tangible en la materia hasta ahora ha sido que el citado grupo de trabajo volvió a reunirse entre junio y octubre. No lo hacía desde 2005. «Las negociaciones con Marruecos se encuentran con problemas difíciles de sortear hasta tanto se resuelva el contencioso del Sáhara Occidental. No obstante, es muy positivo que se reanude el diálogo con el país vecino, pues hay aspectos de relevancia en los que se puede avanzar, como el establecimiento de las líneas de base marroquíes y canarias o encontrar fórmulas que puedan conciliar el criterio de equidistancia establecido en la legislación española y el de equidad recogido en las leyes marroquíes», afirma a LA RAZÓN el magistrado Ángel Llorente, miembro del grupo de apoyo a la representación canaria en las negociaciones que se suceden en la actualidad entre Marruecos y el Gobierno de España.