España

“La República no existe, idiota”

Que el procés esté muerto no implica que el independentismo lo esté. Sus protagonistas están más preocupados por noquear al contrario que en buscar un medio para conseguir el fin: la independencia.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se saludan a su llegada a la XXVII Cumbre Hispano-Francesa, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), sede de la Cumbre, a 19 de enero de 2023, en Barcelona, Catalunya (España).
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, se saludan a su llegada a la XXVII Cumbre Hispano-Francesa, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), sede de la Cumbre, a 19 de enero de 2023, en Barcelona, Catalunya (España).David ZorrakinoEuropa Press

“La República no existe, idiota”, dijo un Mosso d’Esquadra a un Agente Rural el 21 de diciembre de 2018. Barcelona estaba incendiada, literalmente el centro de la ciudad, las autopistas cortadas por toda Cataluña, periodistas agredidos por trabajar para “medios españoles manipuladores”, y miles -muchos miles- de personas en la calle pidiendo la independencia. Todo ocurría con el apoyo explícito y unitario de las formaciones políticas. Sin fisuras, aunque ya se producían algunas disonancias, pero nada que no fuera habitual en el ring político. Al final del día 13 detenidos, 62 heridos de los que 8 fueron atendidos en centros hospitalarios. El presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, solo coincidió con Pedro Sánchez el día anterior en la cena anual de Foment del Treball con su presidente, Josep Sánchez Llibre, como anfitrión. Torra acudió a desgana porque no quiso dejar la representación de la Generalitat a su vicepresidente, Pere Aragonés. Intervino en el acto y se fue. La conversación con Sánchez fue nula. Al día siguiente el Consejo de Ministros aprobaba un nuevo salario mínimo de 900 euros. Esto era el “procés”, el medio que los independentistas utilizaban para alcanzar la independencia bajo la égida de la confrontación con el Estado.

19 de enero de 2023. “Fora botiflers del Parlament, Puigdemont President”, gritaban apenas unas 6.500 personas en la Fuente Mágica de Montjuic, frente al Museo Nacional de Arte de Cataluña que durante años, desde que se finalizó su construcción en 1929 por la Exposición Universal, se llamó Palacio Nacional, español claro. Los gritos tenían un destinatario: el presidente de ERC, Oriol Junqueras que abandonó la concentración 50 minutos antes de que finalizara. Antes de irse también se tuvo que oír “Junqueras traidor, te queremos en prisión”. No hubo heridos y solo algunas cargas policiales, de los Mossos, para evitar que alguno quisiera convertirse en héroe y mártir.

Las manifestaciones constataron que la unidad independentista no existe, las diferencias son sustanciales, su poder de convocatoria está resentido, muy resentido, por mucho que Puigdemont haya calificado la “minimani” como un golpe de autoridad y firmeza, y la confrontación con el Estado solo está en las mentes de los sectores más radicales. Ayer, se constató que el procés ha muerto. No así el independentismo que sigue ahí, desunido y pugnando por quién tiene su liderazgo. Ayer fueron los de Puigdemont los que coparon los espacios. De los cortes de carreteras y caos apenas 15 minutos bloqueada la AP7 por una multitud de 50 personas. Los de Puigdemont, pero no todos. Su candidato por Barcelona, Xavier Trías, no acudió a la manifestación. El exalcalde se ha travestido de moderado pero es el candidato del partido más hiperventilado. Trías debe decidir como Esquerra si quiere sorber o soplar.

ERC se equivocó enviando a Junqueras al cadalso. Fue un trágala innecesario. Aragonés, después de horas de negociación, consiguió saludar decir cuatro cosas a Sánchez y Macron y salir por la gatera para no oír los himnos nacionales ni pasar revista a las tropas. Una victoria más que pírrica para lavar su maltrecha imagen. La que sí se quedó fue Ada Colau. Escuchó el himno y pasó revista a los militares que ha denostado en numerosas ocasiones en estos años. ¡Quién la ha visto y quién la ve! Esto ya no es procés. Llámenlo como quieran pero el medio para conseguir la independencia va por otros lares. Pedro Sánchez, mientras, volvió a ejercer de presidente y firmó un importante Tratado bilateral con Francia.

El fracaso, el pinchazo, del independentismo fue evidente. Que el procés esté muerto no implica que el independentismo lo esté. Sus protagonistas están más preocupados por noquear al contrario que en buscar un medio para conseguir el fin: la independencia. Eso ha pasado a segundo lugar. Lo importante para ERC es machacar a Junts. Lo importante para Junts es machacar a ERC. Y lo importante para los dos es que la CUP no les pise los talones.

El presidente sacó pecho durante toda la cumbre. Los independentistas hicieron acto de presencia pero ni se les escuchaba desde el MNAC. La distancia de seguridad policial y la ubicación del Palacio situado muy por encima del epicentro de la manifestación le evitaron la pitada. Macron, por su parte, tenía un ojo puesto en la movilización en su país contra su plan de modificación de las pensiones. Ya le hubiera gustado al presidente francés que la huelga en Francia tuviera el ímpetu de la manifestación que estaba a sus pies. Pensó, sin duda, no hay color.

Año 2018. Sánchez convocó el Consejo de Ministros en Barcelona para lanzar un mensaje: el Estado está en todo el territorio. Año 2023: Sánchez convocó la Cumbre Francoespañola en Barcelona para pulsar la fuerza del independentismo. Visto lo visto, el presidente ayer ganó la partida pero el conflicto sigue existiendo, no se ha extinguido. Tarde o temprano las huestes independentistas se reagruparán y pueden volver a hacer un pulso. El mejor remedio para evitarlo es ganarles en las elecciones. La victoria de Salvador Illa fue insuficiente, hay que empecinarse en volver a ganar y ahora poder gobernar. Y para eso, hay que evitar errores.