Valencia

Alberto Núñez Feijóo: «Rajoy tiene todo el derecho a volver a presentarse»

Asegura que en dos años termina su «trabajo» como presidente autonómico, pero no despeja si planea una proyección nacional: «Hasta 2020 mi total disponibilidad es para Galicia»

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo
El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóolarazon

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo asegura que en dos años termina su «trabajo» como presidente autonómico, pero no despeja si planea una proyección nacional: «Hasta 2020 mi total disponibilidad es para Galicia».

Asegura que en dos años termina su «trabajo» como presidente autonómico, pero no despeja si planea una proyección nacional: «Hasta 2020 mi total disponibilidad es para Galicia»

¿Con muchas convenciones y actos sectoriales se arregla el problema que tiene el PP?

–Todos los actos que vamos a celebrar sirven para que el PP trabaje con más intensidad y actualice su programa. No nos reunimos un domingo para decir cuatro cosas e irnos a comer. Detrás hay muchas horas de trabajo y de movilización del partido. Este año no hay elecciones, pero hay que invertirlo en preparar las del año que viene. Tenemos que ganar musculatura y hacer autocrítica porque no nos vale con ganar. Ya sabemos que si no logramos la mayoría suficiente para gobernar el PSOE formará cualquier tipo de gobierno con quien sea.

–Pero le insisto, ¿el problema del PP se arregla con más actos y una mayor movilización del partido?

–Después de haber afrontado lo más duro de la crisis el PP tiene ahora muchas cosas que poner en valor. Y desde luego que tenemos que comunicar más y mejor, sin complejos, porque todo lo que hemos hecho ha merecido la pena.

–Llegamos a que el problema es de comunicación.

–El PP evitó el rescate de España, ha sacado al país de la recesión económica y ha hecho que vuelva a ser la Nación locomotora de Europa. Hacemos muchas cosas buenas y a veces apenas las contamos porque damos por sobreentendido que ya se saben. Pues no. Hay que explicar mejor lo que hemos hecho, las dificultades con las que nos hemos encontrado y poner en valor todo lo que la sociedad ha conseguido en los últimos años con su esfuerzo conjunto. Somos un partido útil para la gente, y merece la pena aunque no te vayan bien las cosas. Pero es evidente que gestionamos bien y no estamos llegando como deberíamos llegar a los ciudadanos. Esto es lo que nos falta.

–¿Y de quién es la culpa? ¿Del Gobierno, del partido?

–Todos tenemos que comunicar más y mejor lo que hacemos en todas partes porque se hacen muchas cosas que no se cuentan. Tenemos que exigirnos más, pero lo que sí digo es que este partido no debe bajar la cabeza después de enfrentarse a lo más duro de la crisis, lograr cambiar el signo de todos los indicadores y hacer lo que debía para que se recuperase la normalidad en Cataluña.

–Quizás tiene mucho que ver que Rivera está consiguiendo que cale el mensaje de que el PP es un partido antiguo y corrupto.

–Rivera busca militantes y cargos de mi partido a nivel territorial para que se vayan a sus filas. No por corruptos, sino por competentes.

–Pero ese discurso de Ciudadanos, unido a los casos de corrupción que les afectan, les ha hecho mucho daño, ¿o no?

–A mí me preocupa que Ciudadanos crezca ocupando el espacio del PP, y eso no podemos permitirlo. Ahora bien, creo que las encuestas no se pueden ignorar, pero tampoco son sagradas escrituras.

–¿Usted tampoco se las cree ahora que van mal para su partido?

–No he dicho eso. He dicho que hay que ponderar lo que dicen las encuestas. Hace poco más de un año, en las elecciones autonómicas gallegas Ciudadanos sacó cero escaños. No les vi hacer autocrítica ni que eso se planteara como un problema insalvable para ellos. El mismo día en las elecciones vascas también fracasaron. Ahora han obtenido un muy buen resultado en Cataluña, y el PP no, pero todo hay que colocarlo en su sitio.

–Pero es en su propio partido donde se han encendido las alarmas, aunque luego nadie levante la voz en las reuniones oficiales. Hay preocupación por cómo evolucionan las cosas y el impulso que ha cogido Rivera en Cataluña.

–Ya le he dicho que a mí también me preocupa que Ciudadanos pueda seguir quitándonos votantes. Un 60 o un 70 por ciento son nuestros. Claro que nos preocupa y nos ocupa. Además, España necesita estar gobernada por partidos fiables, y Ciudadanos es un partido imprevisible, que ha puesto muchas veces sus principios a subasta según lo que más le conviene. Y sin ninguna experiencia de gestión. Hay que explicarlo y defender nuestras fortalezas.

–¿Teme por el resultado de las elecciones autonómicas y municipales de 2019?

–Junio de 2019 va a ser un momento mejor que mayo de 2015. Para las familias, para los parados y para las empresas. Las anteriores elecciones se celebraron en el peor momento, en plena recesión, con el problema de los desahucios y todo el escándalo del sistema financiero o el engaño de las preferentes, por ejemplo. Todos ellos asuntos heredados de los anteriores ocho años socialistas. Ahora nuestra obligación es aprovechar las circunstancias y que seamos nosotros y no otros los que saquen partido de las cosas que estamos haciendo bien.

–La sucesión de Rajoy es un tema tabú en el PP hasta cuando están en crisis. ¿Pero hasta cuándo van a seguir manejando este tema con ese discurso oficial que sueltan se les pregunte lo que se les pregunte?

–Es una pregunta a destiempo, que se hace dos años antes de que toque responderla.

–¿Hasta 2020 no toca hablar del relevo de Rajoy?

–Yo no he hablado de relevo. Yo he dicho que será en el 20 cuando nuestro partido anuncie candidato a las elecciones generales. Y estamos en enero de 2018. El presidente del PP no hará ninguna propuesta que perjudique a su partido y tiene todo el derecho a presentarse. Es una persona reflexiva y con enorme experiencia política y de gobierno. La decisión que tiene que tomar será buena para su país y para su partido. Lo creo firmemente.

–¿Qué siente cuándo se ve otra vez retratado en los papeles como el «delfín»?

–Cada vez que hay una mala noticia para mi partido pasa lo mismo. Es como una gripe, que se puede solucionar en semanas, o en un mes si hay complicaciones. Pero que siempre pasa. Si hubiéramos obtenido un buen resultado en Cataluña no aparecería en ningún lado. Yo estoy dedicado a cumplir con mis obligaciones como presidente de los gallegos, a representar a mi comunidad y a ser leal a mi partido y a su presidente. Entiendo por lealtad decirle lo que pienso, porque él me da la confianza para hacerlo, y apoyarle en todo momento.

–Si le llama al Gobierno de Madrid, ¿usted se vendría? ¿No le va a decir que «no» al presidente?

–Rajoy es gallego y sabe tan bien como yo el valor que damos a nuestro autogobierno y a ser presidente de la Xunta. Por encima de todo lo demás.

–Pero si rectificó su compromiso de no volver a ser candidato a la Xunta, no habrá sido sólo para acabar su carrera política en Galicia. ¿Esa proyección nacional hay que descartarla?

–Mi trabajo en Galicia termina en el 20. A partir de ahí, hágame la pregunta.

–Vaya, coinciden las fechas. La de Rajoy y la suya.

–Podrían coincidir, pero creo que las generales tocan antes que las gallegas.

–Me refiero a que ya estaría usted disponible.

–Hasta octubre del 20 mi total disponibilidad es para Galicia.

–¿Qué pensó al escuchar las acusaciones de Rato en el Congreso contra compañeros suyos?

–Rato no tiene ningún asunto pendiente con la Justicia de su etapa como político. Mi partido no es responsable de lo que él haya hecho en su vida profesional y al margen de la política. Y el interés torticero de algunos para colocar a Rodrigo Rato como un político bajo sospecha no podemos admitirlo.

–Su nombre está muy unido al del PP, y es inevitable que afecte a su imagen.

–Vamos a esperar a la sentencia. Que nos perjudica, sin duda. Pero no todo vale. Si sólo estamos en la mentira, en la confusión y en la intoxicación, entonces no avanzamos. Estos años han aparecido falsos profetas redentores dentro de un proceso dirigido al derribo controlado de las instituciones y de los partidos. Pero eso no suma nada al interés general.

–¿Usted no cree que no merece la pena sostener a un cargo público, como la senadora Pilar Barreiro, investigada en el caso Púnica, cuando tienen a Ciudadanos en campaña permanente para seguir ligándoles con la corrupción?

–En estos momentos hay casos de hace una década que se están sustanciando ahora en los juzgados, pero parece que son actuales. Sólo que como no hay sentencia, pues ahí siguen, y siguen utilizándose para desgastar a mi partido aunque desde el Gobierno de Rajoy se haya promovido la reforma legislativa más estricta de los 40 años de democracia para prohibir las donaciones de empresas a partidos políticos. En otras esferas y países son legales, y se publican. Hay países anglosajones que no entenderían que no se pueda dar un donativo para una campaña electoral. Y mientras, un partido como Ciudadanos no consigue que su financiación sea avalada por el Tribunal de Cuentas. Y eso que llevan sólo 24 meses en política, y nosotros 40 años.

–Pero el tiempo en política no justifica la corrupción.

–No lo justifico. Pero hasta hace nada en nuestro país había una Ley de Financiación de Partidos más permisiva. Con lagunas e imprecisiones, y que facilitaba las donaciones de empresas. Durante mucho tiempo en la financiación de las campañas de todos los partidos pudo haber donativos, y ahora está prohibido. En lo que afecta a mi partido, tienen que terminar de resolver los tribunales y asumiremos las responsabilidades que corresponda sobre hechos de hace una década. Pero también hay que decir que hay gente que lleva dos años en política y sus cuentas no son aceptadas por el Tribunal de Cuentas. Con esa biografía es muy difícil tomarse en serio el discurso regenerador.

–Un apunte, el problema no son las donaciones, sino cobrar en negro de empresas a cambio de favorecerlas en la adjudicación de contratos.

–Por supuesto y siempre he sido partidario de que se investigue cuando hay dudas para que se clarifique todo lo que se pone en cuestión. Si un político ha metido la mano en la caja, ya sea pública o del partido, este político tiene que irse.

–¿Le preocupa hasta dónde pueda llegar a tirar de la manta Ricardo Costa en el juicio de la Gürtel en Valencia?

–Lo que más me preocupa es que se complete un proceso judicial que lleva abierto casi una década, y con importantes efectos secundarios para el conjunto de mi partido.

–Llegue hasta donde llegue, va a quedar acreditado con las confesiones de Correa y Crespo que el PP valenciano se financió irregularmente.

–No me habrá visto nunca haciendo juicios paralelos si ya hay un juez haciendo ese trabajo. Ni cuando afecta a mi partido ni cuando se refiere a otros. No lo he hecho y no voy a cambiar ahora.

–Vamos a Cataluña, ¿allí se han hecho bien las cosas?

–Con los 137 escaños que tiene el Gobierno, las cosas se han hecho lo mejor posible. Probablemente nos hemos equivocado todos al permitir la retirada continua de los poderes del Estado en la comunidad catalana. Es una reflexión que comparten también dirigentes del PSOE, pero en lo que a nosotros nos toca, tenemos que hacer autocrítica en ese sentido. Y aprender. Sobre el problema actual, si hubiera habido apoyo del PSOE y de Ciudadanos, la aplicación del artículo 155 debería haberse hecho cuando el Parlament aprobó las leyes de desconexión y convocó el referéndum. Así se hubieran evitado muchas cosas y muchas imágenes que se han visto en todo el mundo. Pero ni el PSOE ni Ciudadanos quisieron entonces hablar de aplicar la Constitución.

–¿Entiende que ha sido un error convocar las elecciones tan en caliente y sin que el proceso judicial se hubiera aclarado y también las posibles inhabilitaciones?

–Cuando a un paciente lo están tratando tres médicos, los tres se tienen que poner de acuerdo y el tratamiento tiene que ser único. Hubiera sido mejor que en Cataluña bajase la tensión porque no hubo tiempo a que una parte de catalanes observasen las cosas con distancia y pudiesen comprobar que todo era una gran operación de manipulación por parte de quienes sólo querían mantenerse en el poder a cualquier precio. Pero no dependía sólo de nosotros, y hay que partir de lo que fue y no de lo que debería haber sido.

–¿Está diciendo que los errores cometidos en la gestión del desafío independentista son culpa de Ciudadanos y del PSOE?

–He dicho que había que ponerse de acuerdo con ellos, porque éste era un tema de Estado. Y que por eso no siempre hemos podido hacer las cosas como queríamos.

–¿Por qué cree que su discurso no lo entienden en Cataluña ni siquiera los votantes constitucionalistas?

–El PP está en el Gobierno y ha tenido que gestionar y tomar decisiones. Ciudadanos no ha gestionado nunca ni un solo euro público ni la situación de ni un solo español ni afrontar ni una sola consecuencia de la crisis. Y encima, ha estado a ver por dónde soplaba el viento para jugar siempre en función de sus intereses de partido.

–¿La corrupción y otras decisiones, como la gestión del recurso contra el Estatut, no han influido?

–En Cataluña la corrupción afecta al partido de Carles Puigdemont y, por tanto, al independentismo. Por mucho que se hayan cambiado de nombre varias veces, son los mismos del caso Palau o del caso Pujol. El PP catalán no ha tenido ninguna responsabilidad en ningún caso de corrupción, así que no creo que éste sea un factor determinante. El problema es que todo lo que hemos hecho bien lo ha rentabilizado Inés Arrimadas.

–Pues tal como lo plantea, es para que lo hagan mirar.

–En eso estamos. Hay que tener clara la situación y a partir de ahí buscar soluciones. Mire, el Gobierno ha devuelto a los proveedores catalanes el dinero que les debía la Generalitat; ha garantizado que la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales se pagasen cada mes; ha recuperado las libertades y el funcionamiento democrático de las instituciones catalanas, y ha convocado unas elecciones democráticas. Hemos sido un partido comprometido con los intereses de los catalanes, y que hemos antepuesto sus intereses sobre los del partido. Pero todo esto lo ha rentabilizado Inés Arrimadas.

–Pero, ¿por qué?

–También hay que reconocerle que era la mejor candidata.

–¿Albiol era malo?

–No. Pero ella era muy buena candidata. Y Ciudadanos maneja muy bien la táctica política.

–¿Lo que ha pasado en estos meses en Cataluña obliga a actualizar el Estado autonómico?

–En estos momentos lo urgente es cambiar ese relato falso de que los gallegos, los andaluces o los extremeños roban al pueblo catalán. Que Cataluña recupere sus instituciones de autogobierno y que la marca catalana vuelva a ser una marca europea de fiabilidad, viabilidad y seguridad jurídica.

–¿Y lo de actualizar el Estado autonómico?

–Con todo lo que hemos venido aprendiendo en los últimos 40 años sí podemos actualizarlo. Hay cosas que hemos hecho bien, y otras no. Las competencias compartidas son muy difíciles de coordinar. Tampoco es razonable que las Cortes Generales aprueben leyes que acaban pagando las comunidades autónomas. Y no puede haber comunidades autónomas que sostengan Administraciones Públicas que sean réplicas del Estado. Yo soy partidario de que se refuerce, por ejemplo, la inspección educativa del Estado o la inspección sanitaria. Igual que los alemanes han hecho un ajuste en su estructura federal, nosotros también tendremos que hacerla. Pero sin dejarnos llevar por la presión y la urgencia de un conjunto de políticos que han perdido la razón. El sosiego es un elemento fundamental para hacer que las cosas perduren.

–¿Para devolver incluso competencias al Estado?

–No es tanto devolver como coordinar mejor. Hay materias que se gestionan con dificultad tal y como están. Por ejemplo, en Justicia, no ayuda que una parte sea del Estado y otra de las comunidades, y que incluso haya autonomías que todavía no han asumido la competencia. Esta complejidad no es buena para el Estado. Pero tampoco es el mejor sistema que en Educación cada comunidad fraccione sus ofertas públicas para nombrar profesores que luego no pueden moverse de una autonomía a otra.

–La reforma de la financiación se queda para otra Legislatura, ¿no?

–Vence ahora el plazo que nos dimos hace un año para poner en marcha la reforma. Pero el problema catalán ha alterado toda la agenda. Los expertos han emitido sus informes y en cuanto haya un nuevo presidente de la Generalitat deberíamos retomar este asunto. Hay siete presidentes socialistas y es imprescindible que el PSOE colabore porque yo estoy de acuerdo con el presidente del Gobierno en que no se puede repetir el modelo de un pacto bilateral de financiación entre el Gobierno central socialista y el tripartito catalán del momento. Aquello fue un error y tiene que haber un acuerdo entre el PP y el PSOE. En las comunidades socialistas hay tensiones, y también, en menor medida, entre las del PP, pero tenemos que hacer un esfuerzo todos o no habrá acuerdo.

–A poco más de un año para unas elecciones autonómicas y municipales parece difícil.

–Cada trimestre que pasa hay menos margen para llegar a un acuerdo. Y si finaliza este año sin él, entonces no será posible.

–¿Qué es lo que está dificultando que se avance?

–Ahora mismo hay que darle una oportunidad al nuevo Gobierno de la Generalitat. Sería una deslealtad reunirnos sin que haya un interlocutor. Si luego no quiere participar de las reuniones, no podemos dejarnos condicionar y habrá que seguir hablando. Pero antes hay que esperar a ver qué deciden hacer.