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Opinión

Aprender de Torre Pacheco

Los partidos que nos representan se dedican a atacarse entre sí

La Guardia Civil contiene los altercados en Torre Pacheco MORELLEFE

Los enfrentamientos en este pueblo de Murcia son la prueba de que cuando los problemas no se resuelven, cuando los intentas contener con una camisa de fuerza cosida con declaraciones vacías y compromisos nunca cumplidos, las costuras se desgarran sin remedio con cualquier movimiento brusco.

Pero Torre Pacheco no es el principio. Las señales de riesgo son continuas y tal vez, en este caso, la gravedad es el tiempo coincidente con una polarización política y recientes declaraciones que, entre el extremismo y el buenismo, hablan de la inmigración desde la demagogia y los intereses partidistas.

En España, el incremento de la inmigración en los últimos veinte años ha cambiado la composición social, no solo en las grandes ciudades, sino también en pequeños pueblos con actividad agrícola que demanda mano de obra no cualificada. Se calcula que un 12% de la inmigración es irregular.

Canarias tiene una crisis migratoria abierta, una herida que sangra y a la que se ponen vendas cada vez que hay un incidente más grave de lo que ya es la llegada de menores no acompañados, las muertes en el mar y la masificación de los centros de acogida. Venda y luego silencio, hasta el siguiente.

En Torre Pacheco, la mecha la encendió la agresión a un vecino del pueblo por uno o unos inmigrantes. Pero las declaraciones de los vecinos y del alcalde muestran que antes el río ya iba revuelto y nadie había dado solución a los problemas de seguridad.

Hace unos meses, en Salt, un grupo de inmigrantes se enfrentó durante varios días a la Policía con el pretexto de la desocupación forzosa de uno de los líderes religiosos de su comunidad, que llevaba cinco años sin pagar su vivienda. En Mataró, hace unas semanas, la detención de un extranjero que intentaba ocupar un piso desencadenó días de enfrentamientos con la Policía en un barrio con un porcentaje de un 25% de inmigrantes.

¿Cómo se responde a estos problemas y al malestar creciente ante ellos? Los partidos de izquierda insisten en que la inmigración y la inseguridad no tienen relación entre sí, y Vox y grupos de ultraderechistas afirman justo lo contrario. La inmigración es un tema de Estado que no puede ser utilizado para vender relatos interesados.

El presidente del Gobierno no puede intentar clasificar el problema de Torre Pacheco bajo la única etiqueta del racismo y quedarse solo en denunciar a quienes azuzan ese racismo. Por otro lado, espanta que el Sr. Abascal hable de que todos los incidentes de seguridad de nuestro país estén provocados por un PSOE y un PP como agentes facilitadores de la inmigración ilegal. Esas declaraciones calculadamente simplistas de la izquierda y extremadamente agresivas de Vox empeoran por igual la situación.

Al final, los partidos que nos representan se dedican a atacarse entre sí con la excusa de la inmigración y de la inseguridad ciudadana y se olvidan de hablar del problema real y resolverlo. Sería bueno que intentaran dedicarse a hacer campaña electoral cuando toca y exigieran mesas de trabajo para poner las bases de un acuerdo que marque la salida de este túnel, en vez de ir en dirección contraria hacia su interior.

En cientos de pueblos y barrios de nuestro país se han creado patrullas ciudadanas para luchar contra la inseguridad y las ocupaciones. En algunos, parece claro que ha sido un movimiento espontáneo de los vecinos, que se sienten desamparados por quienes deben protegerlos, y en otros son alentados por grupos que se mueven con rapidez y bajo el anonimato en redes sociales y magnifican un problema que está latente.

Pero el problema es real; no informar de ello hace crecer la desconfianza en las fuentes oficiales de información y aboca a muchos a intentar «informarse» por otras vías, otras vías en las que la manipulación, la inmediatez y los discursos simplistas y racistas son mayoritarios.

¿Se imaginan que mañana los partidos se sentaran a abordar el problema de Canarias? ¿Que juntos decidieran las mejores medidas para impedir la salida de pateras desde África y el tráfico de personas? ¿Que decidieran un reparto equitativo y consensuado de los menores hacinados entre todas las comunidades autónomas? ¿Que se repatriara sin demora a aquellos inmigrantes que cometieran delitos graves tal como indica la actual Ley de Extranjería?

Ese sería un mensaje muy claro que marcaría los límites para todos los ciudadanos, españoles o extranjeros, para los inmigrantes ya establecidos en nuestro país que suman, aportan y comparten y para los que quieran venir en esas condiciones. Pero también para los que no quieren integrarse y se creen exentos de cumplir la ley y las normas de convivencia. Abordemos el problema, dejemos de negarlo y pongamos soluciones si no queremos que la mecha se encienda en más pueblos o más barrios.