Política

La salud del Rey

«Cabanela es el Bruce Springsteen de la cadera»

El doctor Fernández-Valencia conoció el trabajo de Cabanela de primera mano, gracias a un premio impulsado por éste que permite realizar una estancia en la prestigiosa Clínica Mayo
El doctor Fernández-Valencia conoció el trabajo de Cabanela de primera mano, gracias a un premio impulsado por éste que permite realizar una estancia en la prestigiosa Clínica Mayolarazon

«El doctor Cabanela está sobradamente preparado para operar al Rey, es el referente a nivel mundial. Yo lo comparo con Bruce Springsteen. Uno puede ser Alejandro Sanz u otro, pero, oye, éste es Bruce», valora el doctor Jenaro Fernández-Valencia, que recorrió los pasillos y quirófanos de la Clínica Mayo de Rochester (EE UU) de la mano del propio Miguel Cabanela.

En 2009, el cirujano que operará a Don Juan Carlos la semana próxima fue premiado por la Federación española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin). En vez de quedarse el dinero del galardón, decidió destinarlo a financiar la estancia de un joven traumatólogo español en «su» hospital. Fernández-Valencia fue el elegido, después de haberse apuntado porque la clínica estadounidense es «el lugar al que todo el mundo quiere ir».

En declaraciones a LA RAZÓN, recuerda que pasó allí dos meses en la primavera de 2010, cuando Rochester despedía el duro invierno. «Cuando llegué, creía que iba a estar con Miguel todos los días, pero me dijo: "No, hombre, no, eso es un desperdicio. Aquí hay gente muy buena y muy válida". Me montó una rotación con los cracks de allí», relata, antes de reconocer que «todo el mundo» se desvivió por él y que pudo conocer a grandes cirujanos como el español Sánchez-Sotelo, el colombiano Sierra o el norteamericano Trousdale. Con el doctor Cabanela estuvo su primera semana, aunque luego se cruzaba con él en los quirófanos.

En teoría, antes de pasar a la acción, Fernández Valencia –que ahora trabaja como cirujano ortopédico especializado en cadera en el Hospital Clínico de Barcelona y en el Centro Hospitalario Téknon– debía rellenar toda suerte de papeles por los requerimientos legales. Sin embargo, Cabanela lo cogió por banda y le dijo: «Ya lo harás luego, hay un caso que vas a ver pocos así en tu vida. Bájate a quirófano ahora mismo». «Saltamos todos los protocolos y luego ya más ordenadamente me hice la identificación», señala el joven traumatólogo, justo antes de valorar la suerte que tuvo al asistir a la operación en cuestión, que consistía en «el recambio de una prótesis de cadera, con una extensa metalosis que estaba generando la destrucción masiva de musculatura».

Lejos de desentenderse de Fernández-Valencia, el doctor Cabanela siguió muy pendiente de él durante el resto de la estancia. «Se portó genial conmigo e incluso me invitó a comer a su casa por el día de Pascua. Fue un trato muy próximo. Hay gente que se encumbra sin merecerlo y él, que se merecería estar en lo alto de un pedestal, es muy humilde y accesible», asevera el becado.

Tras él, tres jóvenes traumatólogos han podido disfrutar de una estancia en la Clínica Mayo gracias al Premio Miguel Cabanela. El año próximo, irán otros tres médicos, ya que en la edición de 2013 se ha ampliado el número de premiados.

Seguro que todos ellos tendrán buenas palabras para el doctor Cabanela, al igual que las tiene el jefe de servicio del Hospital Universitario Santa Cristina y director del Instituto del Aparato Locomotor de San Francisco de Asís, el doctor Rafael Llopis, que asegura que, «desde el punto de vista profesional, es un diez; y desde el personal, un once». Llopis, que es miembro de la Academia Americana de Cirujanos de Cadera y de Rodilla, ha tenido «una relación personal y profesional importante» con el elegido para intervenir la cadera izquierda del Rey y afirma que es «un cirujano de máxima experiencia y de máxima credibilidad en el mundo». «Han acertado. Le encanta mostrar su sabiduría y es muy querido en todo el mundo. Donde va es bien recibido a todos los niveles, sobre todo el mundo latinoamericano», asevera.

Por su parte, una médico argentina que coincidió con el doctor Cabanela durante una estancia en la Clínica Mayo en los años ochenta recuerda que, aunque era «muy seco», conocía muy bien los casos que trataba y hacía uso de «un inglés fantástico» al exponerlos.