PP
Casado levanta un «cordón sanitario» con la era Rajoy
El ex presidente se desentiende de la crisis Cospedal y no da explicaciones a la dirección
El ex presidente se desentiende de la crisis Cospedal y no da explicaciones a la dirección.
Las grabaciones del ex comisario José Villarejo han desnudado ante el PP el alcance de la guerra entre la «vieja guardia» de Rajoy. Y la amenaza que todavía representan para la estabilidad de la organización política en un momento ya preelectoral ha obligado a la nueva dirección a tomar la decisión de levantar un «cordón sanitario» contra ese pasado que se ha convertido en la primera crisis de entidad que ha tenido que gestionar el nuevo equipo que salió del Congreso Nacional del PP del mes de julio. En esa estrategia Pablo Casado se desvinculó ayer por completo de las «prácticas del pasado» que «avergüenzan» al PP. Ante el plenario del Grupo Popular en el Senado, prometió ejemplaridad, la bandera que quiere que sea la seña de su mandato al frente del PP, y dejó claro que considera inaceptables las gestiones de María Dolores de Cospedal con Villarejo, y en las que se habla, entre otras cosas, de encargar al ex comisario que haga seguimientos al ex ministro Javier Arenas para, en teoría, conocer el alcance de sus vínculos con el ex tesorero Luis Bárcenas.
Casado «tiene que romper con ese pasado» para liberarse del coste interno y externo de unos hechos que la dirección nacional del PP está conociendo por la Prensa, y no es una metáfora. Ni en el pasado, cuando ya el líder nacional o el vicesecretario de Organización, Javier Maroto, eran miembros de la dirección de Rajoy, tuvieron conocimiento de nada relacionado con los tratos de la «número dos» de entonces con Villarejo, y tampoco ahora, ya que en las explicaciones que ésta ofreció al estallar la crisis no les dio detalles del alcance de lo que luego ha ido filtrándose a través del portal Moncloa.com.
En estas conversaciones de Génova con Cospedal no se ha cerrado un pacto que implique su salida total de la política antes de diciembre. Fuentes solventes confirmaron que han hablado del escaño, pero sin plazos, y que ésta tampoco ha asumido ningún compromiso inmediato. Aunque es evidente que el día a día lleva a pensar que el margen se irá acortando. Desde el entorno de la ex secretaria general llevan días aireando que ella tenía previsto abandonar la política en los próximos meses, pero en el partido trabajaban hasta que estalló el escándalo con la hipótesis de que se fuera a Europa. Y en Génova, ante su resistencia, sólo pueden comentar que el escaño es suyo, y que la evolución dependerá de cómo avance la crisis y qué nuevas revelaciones puedan producirse. En la fiesta del 20 aniversario de LA RAZÓN, Cospedal fue tajante al negar ante los medios que entre en sus planes dejar su escaño. «No tengo nada que ocultar. Cumplí con mi obligación. No he hecho nada malo».
Además de desvincularse de «cualquier práctica del pasado que nos pueda avergonzar», Casado insistió en que el compromiso con la «ejemplaridad, la transparencia y la rendición de cuentas tiene que ser absoluto». «En este partido no se tolera la corrupción ni prácticas que no sean ejemplares aunque no conlleven ningún tipo de delito de corrupción». Pero también advirtió de que deben ser un partido «responsable y justo», «sin caer en afanes inquisitoriales» y que respete la presunción de inocencia. Justificó así que pese a las presiones Cospedal mantenga su acta de diputada.
La información de ayer en Moncloa.com sembró dudas sobre si el ex presidente del Gobierno Mariano Rajoy estaba al tanto de los tratos de Cospedal con Villarejo. Otra bomba interna, ante la que el ex presidente reaccionó a través de la información filtrada desde su entorno de que estaba muy contrariado porque de las conversaciones de Ignacio López del Hierro, marido de Cospedal, con Villarejo se estuviera dando a entender que él, presuntamente «el jefe», estaba al tanto de sus negociaciones. Fue su manera de negarlo. Pero la crisis lleva ya una semana abierta, afecta a hechos de una etapa en la que Rajoy era el máximo dirigente del PP nacional, y no ha habido ninguna llamada por su parte a la dirección actual para comentar la situación. La batalla del Congreso de julio terminó por sentenciar la ruptura de Rajoy con el grupo de ex ministros que se habían posicionado del lado de la ex secretaria general y no con quien fue su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. La relación de Rajoy con Cospedal tampoco ha terminado bien, ya que a última hora Rajoy tomó partido de manera más explícita por Santamaría, pero ya sin capacidad de contener la alianza interna que se movilizó para evitar que ésta se hiciera con las riendas del PP.
Ex ministros enfrentados entre ellos; la ex vicepresidenta todavía rumiando su profunda enemistad con compañeros del Consejo de Ministros y, sobre todo, con Cospedal. Y si faltaba algo, a ayer a Javier Arenas se le preguntó si pensaba que Rajoy podía estar al tanto de que Cospedal planeó usar a Villarejo para espiarle, y no puso la mano en el fuego por él. Esquivó la pregunta con la recurrente afirmación de que por el bien del partido no iba a responder a nada. Pero si hubiera querido habría aliviado las dudas sobre el comportamiento del ex presidente y hasta dónde sabía de lo que hacían dentro de su equipo. Tampoco Cospedal emitió ningún comunicado, aunque lleva ya varios, negando la interpretación de que «el jefe» que estaba enterado de todo, según se escucha confirmar a Villarejo, era Rajoy. «La confrontación interna acaba con todo. Casado tiene que romper con esto o no tendrá ninguna oportunidad. Es susto o muerte». La sentencia es de uno de los «barones» del PP.
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