El desafío independentista
Casado rompe con Sánchez y mantiene el pulso con Cs y Vox
El análisis que hacen en el PP y Ciudadanos apunta que la crisis puede hacer un «agujero» en su electorado.
El análisis que hacen en el PP y Ciudadanos apunta que la crisis puede hacer un «agujero» en su electorado.
Pablo Casado gira para distanciarse de la unidad de acción con el PSOE ante el desafío secesionista. Eso sí, en un tono más moderado y presidencialista que el de Albert Rivera, que también ayer solemnizó su choque con el candidato socialista. Esta nueva posición, sobre todo en el caso del PP, que ha endurecido notablemente su discurso, se mantendrá hasta las elecciones generales. Salvo que Pedro Sánchez adopte alguna medida extraordinaria que acorte el margen para la diferencia discursiva y estratégica.
La explicación está en la coincidencia del Gobierno y de los principales partidos de la oposición en que Cataluña puede decidir las elecciones. Y por eso tres días después de que se conociese la sentencia del «procés» los matices en el apoyo a Sánchez se han convertido en grietas que no se recompondrán antes del 10-N, salvo que Sánchez mueva ficha con la Ley de Seguridad Nacional o active, aunque sea amagando, el artículo 155 de la Constitución. Los incidentes violentos de la noche del pasado martes son la justificación perfecta para que el PP pase a la oposición a Sánchez, donde ya estaba también Rivera.
Los dos principales partidos del centro derecha comparten un mismo análisis: que la crisis catalana puede abrirles un agujero en su electorado a favor de Vox si se instala la idea de que hay connivencia con la posición del líder socialista, que arrastra un pasado «poco belicoso» con el independentismo. Sánchez se la juega en si consigue o no que resulte creíble su nueva posición de firmeza contra el soberanismo. Pero es que además el contexto no deja más margen a Casado y a Rivera que el de marcar distancias con el presidente en funciones en vísperas de unas elecciones y con imágenes de violencia en la calle y con el runrún cada vez más fuerte de que los líderes independentistas juzgados por el 1-O estarán en semanas o meses en sus casas.
Sánchez comenzó ayer a ejecutar su operación de «abrazo del oso» y Casado y Rivera respondieron con un claro desmarque. La teoría política sostiene que, en tiempos de inestabilidad, el Gobierno, si juega bien sus cartas, sale reforzado. Y la imagen de unidad, convocando a los líderes de la oposición, debería reforzarle. En la dirección popular, por ejemplo, también se malician que la situación en Cataluña está ayudando a Vox a movilizar a todo su votante, y que en la cabeza de Sánchez está utilizar la crisis catalana como una oportunidad para seguir robándole votos a Cs y activar el voto de Vox con un doble objetivo, debilitar a la derecha y movilizar a la izquierda. Siempre que no pierda el control de la situación y se apaguen «los fuegos» en las calles catalanas.
Es una operación de encaje de estrategias en el que aquel que dé un paso en falso puede salir muy parado en clave electoral. Por eso Casado se movió ayer para exigirle a Sánchez que rompa sus acuerdos con los independentistas e inicie el proceso para aplicar el artículo 155 de la Constitución. Además de activar ya la Ley de Seguridad Nacional para tomar el control de los Mossos. Tras reunirse con Sánchez criticó «su imprevisión» ante lo que podía suceder tras la sentencia, que ha sobrepasado al Gobierno y ha derivado «en violencia inadmisible». Casado había dejado de lado el artículo 155, con el que ayer volvió a coquetear a sabiendas de que horas más tarde Rivera, en el mismo marco, levantaría esta bandera para reprocharse a Sánchez su inacción. Mientras, desde fuera de La Moncloa, Vox, libre de las ataduras institucionales y de las obligaciones de un partido de gobierno, que sí afectan al PP, marcaba el debate con su discurso radical y la exigencia de que se aplique el artículo 116 de la Constitución, que regula los estados de alarma, excepción y de sitio porque el 155 se ha quedado ya corto, a su juicio.
Casado ratificó que apoya al Gobierno para que adopte estas medidas. Y para que envíe un requerimiento al presidente catalán, Quim Torra, para que cumpla con sus obligaciones constitucionales y legales como paso previo a aplicar de nuevo el artículo 155 de la Carta Magna.
Las exigencias del PP y de Ciudadanos tiene sus limitaciones. En cuanto al 155, el Tribunal Constitucional fijó con claridad los requisitos que deben darse para volver a activarlo. Y hasta ayer el PP sostenía que no se daban. En cuanto a la Ley de Seguridad, además de las dudas sobre su aplicación y efectividad, la colaboración de los Mossos con las Fuerzas de Seguridad del Estado da excusa al Ejecutivo para sostener que no existen las condiciones para entender que se debe adoptar esa medida extraordinaria en el orden público, que afecta sólo al control policial y al orden público.
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