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Opinión

Cierre al salir

"Irene Montero e Ione Belarra ya son dos motitas de nuestro pasado reciente. Me satisface que la patada se la haya dado una mujer: Yolanda Díaz"

Ione Belarra e Irene Montero, en el Congreso de los Diputados Efe

No hay mal que por bien no venga o lo que es lo mismo: qué bien se respira después de que nos hayamos librado de las dos ministras de Podemos . Fuera de nuestras vidas, espero que para siempre, Montero y Belarra ya solo significan poco más que una excreción de la Democracia. Dos motitas en nuestro pasado reciente que se han marchado dando un portazo y montando un soberbio numerito. Es decir, se largan como lo que son.

Se definen solas, como la gestión de sus obligaciones en la pasada legislatura. Solo tienen que mirar a lo que se dedicaron y cómo trataron de forzar al máximo una polarización social inexistente. Afortunadamente, no lo lograron. Me satisface en especial que la patada en el culo se la haya dado una mujer, Yolanda Díaz, para que disfruten del dulce sabor de la sororidad. «Yo sí te creo, hermana», imagino que se habrán dicho al verse en la calle. Así vuelven a entender mejor a los descamisados que según ellas representan, aunque sigan trincando 6.000 euros al mes los próximos dos años. Viva la casta, el proletariado y la igualdad salarial.

Hay otra buena, muy buena noticia, junto al despido de ambas. También saldrá la panda de conmilitones y conmilitonas enchufados que han vivido de sus impuestos durante años por no hacer nada en favor de los españoles, que son los que les pagaban. Un acierto, en especial porque esto demuestra, por la reacción de la recua liquidada, que pensaban los incautos que se iban a llevar trincando de la teta hasta el fin de los tiempos. «¡No hija no!». Por eso disfruté tanto viendo a Montero fuera de sí, perdiendo los papeles, casi igual que cuando una señora le preguntó cómo se había comprado un chalet sin haber dado un palo al agua. Ya saben: «Cierre la puerta a salir».