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«Cifuentes se convirtió en las manos, los oídos y la voz de Ignacio González», declaró Granados al juez

La relación sentimental que tenía Cifuentes con González, conocida por “todo el mundo”, pasó a ser de “atracción fatal” cuando en 2008 se rompió

Cristina Cifuentes e Ignacio González en un imagen de archivo de 2015. Javier Fdez-Largo
Cristina Cifuentes e Ignacio González en un imagen de archivo de 2015. Javier Fdez-Largolarazon

Cifuentes pasó de ser la «adjunta» de González en la campaña electoral de 2007, año en el que ambos mantenían una relación sentimental, a convertirse en la persona de su máxima confianza.

Cristina Cifuentes pasó de ser la «adjunta» de Ignacio González en la campaña electoral de 2007, año en el que ambos mantenían una relación sentimental, a convertirse en la persona de su máxima confianza, cuando éste ocupaba la vicepresidencia de la Asamblea de Madrid y portavoz del Ejecutivo regional, que entonces presidía Esperanza Aguirre. Así lo declaró el ex consejero de Presidencia de la comunidad Francisco Granados en su declaración voluntaria el pasado día 12 ante el juez de la Audiencia Nacional que instruye el «caso Púnica», Manuel García Castellón.

Su ascensión dentro del partido y del propio Gobierno regional llegó al punto de que se convirtió en «la persona, las manos, en fin, la voz, en el partido del señor González». Cifuentes ha presentado hoy una querella contra Granados por esas afirmaciones. Este importante rol de la situación que ocupaba entonces, según Granados, no lo escondía Cifuentes, sino, más bien al contrario, presumía de ello: «se jacta ella -y hay centenares de testigos- de que es quien manda por orden del señor González, y se jacta de que yo en este partido no mandaba nada y que cualquier cosa que había que tratar sobre pueblos y distritos en la comunidad autónoma de Madrid y alcaldes tenía que pasar» por ella. Todo ello lo vinculó en gran parte a esa supuesta relación sentimental que mantenía con González entonces, aunque, aseguró, no lo decía con un ánimo en absoluto de entrar en cuestiones personales, porque no es ni mucho menos mi estilo», pero que, en todo caso, era una relación conocida «por todo el mundo».

Sobre el nombramiento de Cifuentes como secretaria de Política Territorial del PP de Madrid, Granados aseguró ante el juez que ese cargo le dio poder para «controlar lo más importante del partido, los municipios y distritos, controlar a los alcaldes, concejales, a los que van a ser o no candidato». Y es que, añadio, al final, la gente en política dedica tiempo a pensar en «quién lo tiene que renovar y en quién tiene la influencia para seguir en el cargo». «Esa persona era Cifuentes», afirmó el ex consejero de Presidencia en su declaración voluntaria que tenía como objetivo «colaborar con la Justicia y contar toda la verdad, lo que yo conozca».

Sin embargo, un año después, en 2008, se produce un hecho que hará que la hoy presidenta de la Comunidad de Madrid «descienda» en el rango de influencia del circulo de Ignacio González y su lugar lo ocupen otras dos personas. Ese hecho fue la ruptura sentimental: «La señora Cifuentes y el señor González regañaron, se separan en el 2008. Entonces, se rompe la relación y pasó a ser, si se me permite, de atracción fatal y quien pasa a ocupar esa posición es doña Isabel Gallego -ex directora general de Medios-, predominante, y el señor Sarasola (en referencia a Borja Sarasola, consejero de Medio Ambiente)», en el control del partido, en su conjunto.

El «ascenso» de Cifuentes lo contrapuso con la caída que experimentó tanto en el PP de Madrid como en el Gobierno de Madrid. De hecho, aseguró que no tenía ningún peso dentro Ejecutivo regional: «Era uno más. Los compañeros lo pueden corroborar. Era un Gobierno en el que mandaban dos personas y todas las demás éramos la comparsa, lógicamente.

No había ninguna jerarquía, ni mucho menos». De hecho, aseguro que en el partido «quien ha mandado siempre ha sido Ignacio González, por delegación de Esperanza Aguirre, lógicamente».