Política

Convención del PP

De «sorayos» a «pablistas»

«Aquí ya no se discute el liderazgo», sostienen en las filas populares donde se mira ya más a Moreno que al «gurú» gallego.

La ex vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, presente en el día de ayer
La ex vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, presente en el día de ayerlarazon

«Aquí ya no se discute el liderazgo», sostienen en las filas populares donde se mira ya más a Moreno que al «gurú» gallego.

Quien lo iba a decir, la gran jefa aparcada, y el chico por quien nadie daba un duro es hoy el «barón» más poderoso del PP. Unánime reflexión de un «sorayismo» ya residual en los pasillos de la Convención popular donde muy pocos podían imaginar el desenlace. Pero, ¿Qué fue aquellos «sorayos» con tanto poder? se preguntaban algunos con cierta malicia. La respuesta es clara: todos a una se han hecho «pablistas», desde una rutilante Fátima Báñez cortejada por todos, un sonriente Cristóbal Montoro y un siempre prudente José Luis Ayllón, bien instalados en el Congreso. Se diría que, pese a la presencia de Rajoy y Sáenz de Santamaría, nunca existió aquel cónclave de dardos envenenados en que Soraya rivalizó con Pablo y Cospedal inclinó la balanza. «Aquí ya no se discute el liderazgo», sentencian dirigentes. Aún así, Soraya entró con enorme dignidad en el auditorio en loor de multitudes. El morbo es el morbo, y el poder es también difícil de olvidar.

Bajo lo que un alto mando de Génova llama «El tarrito de las esencias», el PP de Casado ha vuelto a sus orígenes ideológicos. España y un solemne himno renovado emocionaron al auditorio. Más de siete mil militantes en pie proclaman su fe en el nuevo líder y su equipo, con el milagro histórico de una victoria en Andalucía. Hete aquí a Juanma Moreno antaño casi despreciado, el más esperado, que seguro no tendrá manos para devolver tanto saludo. Los populares se ven fuertes frente a la izquierda. «Andalucía es solo el principio, el cambio es ya imparable». La frase inundaba la sede madrileña de IFEMA, testigo de tantas cumbres populares, en medio de la renovación política y tecnológica. «Esta Convención es la envidia de todos los partidos», afirman con fervor. «Mientras otros se desangran, nosotros cosemos», apostillaban.

Susurran las malas lenguas que a Mariano le apetecía poco aparecer por aquí. Y que Soraya andaba también algo molesta por lo que en su entorno tildan de «desagradecimiento». Pero pelillos a la mar. Con la victoria de Juanma, el «sorayo» mejor colocado, ya nadie mira al pasado. Si Rajoy y Aznar no se cruzan, si Soraya y Cospedal están ya en la inopia, poco importa. La moral de victoria es imparable y arrolladora como esas banderas españolas que lucían la mayoría de los militantes en sus solapas. El centro-derecha ha resurgido y ha venido para quedarse.

Nada queda de aquel duelo entre la dama del abanico y el chico de sonrisa americana que se saldó con el triunfo de Pablo Casado. A su paso se nota calor y apoyo, en contraste con una cierta frialdad hacia Rajoy, a quien muchos en voz baja todavía no perdonan su estampida. «Le regaló el poder a Pedro Sánchez», musitan algunos maliciosos. Entre «barones» la cosa está clara: Juanma se lleva de calle a la afición frente al «gurú» gallego, Alberto Núñez Feijoo, que ya no es el único rey del mambo territorial.

Clamor con los candidatos en Madrid, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida. «A por todas», les vociferaban los militantes ante la próxima batalla regional. Primer día de euforia, moral de triunfo y hasta militantes por bulerías. Desalojar a la izquierda del cortijo andaluz es un regalo de lujo para el «pablismo».

La victoria del sur promete extenderse a toda España bajo miles de camisetas azules y su gran lema: Preparados para ganar.