Soberanía

Defensa derriba la Torre del Reloj del peñón de Alhucemas

La plaza española, situada a 700 metros de la costa marroquí, pierde para siempre uno de los elementos arquitectónicos más característicos de su perfil

La silueta del peñón ha perdido para siempre su característico perfil
La silueta del peñón ha perdido para siempre su característico perfilMiguel Ruiz Rueda

Sin anuncio público y en plena temporada estival, el Gobierno ejecutó el pasado mes de agosto la demolición de la Torre del Reloj del peñón de Alhucemas, una plaza española situada a apenas setecientos metros de la costa norteafricana –y a 84 kilómetros de Melilla– en la homónima bahía marroquí. El peñón, ya español en 1564, se queda para siempre sin uno de los elementos arquitectónicos definitorios de su bella y característica silueta de casas encaladas.

El derribo, justificado por el Ministerio de Defensa por mor de los daños estructurales que presentaba la torre y el riesgo de derrumbe, culmina un proceso que se había iniciado hace más de un año, concretamente el 15 de junio de 2022, cuando la Plataforma de Contratación del Sector público emitió el expediente de demolición de la Torre del Reloj del peñón de Alhucemas con un presupuesto de 240.797,34 euros (218.906,67 euros sin IPSI).

La obra contaba con un plazo de ejecución de seis meses y fue adjudicada a la empresa Accynia Ingeniería, la única en presentarse y reunir los requisitos de la Comandancia de Obras Nº1 de Melilla, según datos del «Faro de Melilla». Sin embargo, la falta de un plan de seguridad en las obras obligó al Ministerio de Defensa a aplazar la demolición hasta este verano (la previsión inicial fue junio, aunque acabó llevándose a cabo en agosto). Según fuentes del Ministerio de Defensa consultadas por este medio, las autoridades militares decidieron no reconstruir una torre «sin valor histórico» porque «generaba problemas aeronáuticos y dificultar las maniobras de los helicópteros».

«El derribo ha sido el último desaguisado que se ha cometido en ese pequeño territorio, cada vez más venido a menos. Se ha hecho sin tener en cuenta la opinión de los habitantes de Alhucemas, que salvo unos pocos, son mayoría a los que le gusta tener ese trocito de España delante, y ahora parece un trozo de piedra con un almacén en lo alto», admite a LA RAZÓN M. R. R., ciudadano español residente en Tánger (Marruecos) y nacido en la ciudad de Alhucemas tras visitar la bahía de Alhucemas recientemente.

Detalle de la zona donde se levantaba la torre derruida
Detalle de la zona donde se levantaba la torre derruida Miguel Ruiz RuedaLA RAZÓN

Estado de abandono

La demolición de la torre constata el estado de abandono, especialmente notable en la última década, del peñón de Alhucemas, una plaza de soberanía que, al igual que el resto de posesiones españolas en el norte de África, Marruecos ambiciona indisimuladamente. Si en su momento de máximo esplendor el peñón llegó a acoger a 400 personas, hoy reside en él de manera permanente una sección del Regimiento Mixto de Artillería nº32 integrada por una treintena de personas.

El mal estado de conservación del cementerio de La Pulpera obligó el año pasado al Ejército a trasladar los restos mortales de los 54 españoles allí enterrados hasta el camposanto de la Purísima Concepción de Melilla, donde fueron ubicados en nichos. Además, otro de los lugares más destacados del peñón, la Puerta del Varadero, se vino abajo hace apenas cinco años.

A comienzos de septiembre de 2012 el pequeño archipiélago del que forma parte el peñón de Alhucemas –que completan la isla de Tierra y la isla de Mar, con 1,7 y 1,4 hectáreas de superficie respectivamente–, saltó a los titulares de la prensa porque un centenar de subsaharianos se instó en la citada isla de Tierra para reclamar asilo en suelo español. Después de trasladarlos al peñón, Marruecos y España se pusieron de acuerdo para repartirse a los migrantes.

El deterioro del peñón augura el abandono o incluso la entrega a Marruecos de una plaza española desde que el sultán de Marruecos le regaló el territorio a Felipe II a cambio de la protección de sus tierras frente a los otomanos en 1564 (y de manera ininterrumpida desde 1673). No en vano, los especialistas advierten de los riesgos del indefinido estatuto jurídico interno de derecho español de las islas y peñones, que progresivamente han sido innominados en el ordenamiento jurídico nacional.