El desafío independentista
El «derecho a decidir» pierde apoyos en Cataluña
El viraje del PSC hacia el rechazo ha reducido la mayoría soberanista.. En 2010, 118 diputados respaldaron las consultas; hoy sólo son 85
El viraje del PSC hacia el rechazo ha reducido la mayoría soberanista. En 2010, 118 diputados respaldaron las consultas; hoy sólo son 85.
Marzo de 2010. Apenas una semana después de que en Cataluña se celebrara la tercera oleada de consultas alegales sobre la independencia en 80 pequeños municipios, la comisión de asuntos institucionales del Parlament aprobaba una resolución donde se ratificaba que «el pueblo catalán no renuncia a la autodeterminación» y se reafirmaba la voluntad de ejercer el «derecho a decidir». CiU, PSC, ERC e ICV –que representaban 118 de los 135 diputados del Parlament– aprobaron ese documento. Han pasado casi tres años de aquello y los apoyos al soberanismo han sufrido un descenso muy considerable. Sólo 85 diputados apoyaron el pasado miércoles la declaración de soberanía en el Parlament. ¿Qué ha ocurrido en este tiempo?
Las alusiones a la autodeterminación se han radicalizado –ahora es el proyecto que CiU lleva por bandera– y el PSC ya no está condicionado por su alianza con Esquerra en el tripartito, tal y como lo estaba en pleno auge de las consultas sobre la independencia (2009 y 2010). El cambio de estas circunstancias ha producido un efecto inmediato: los socialistas catalanes han abandonado la connivencia con los planteamientos de CiU y ERC porque se han convencido de que no buscan otra cosa que la independencia, aunque el cambio de postura del PSC le ha costado dolorosas heridas internas.
El hecho es que a lo largo de los últimos años el Parlament ha votado en numerosas ocasiones sobre la autodeterminación, las consultas y los referendos desde que lo hizo por primera vez en diciembre de 1989. Sin embargo, la resolución aprobada ese año dista mucho del desafío que hoy se plantea en Cataluña, ya que ahora se pretende desbordar el marco constitucional y por aquel entonces apenas se sugería:
«El Parlamento de Cataluña manifiesta que el acatamiento del marco institucional vigente, resultado del proceso de transición política desde la dictadura a la democracia, no significa la renuncia del pueblo catalán al derecho de autodeterminación, tal como establecen los principios de los organismos internacionales y se deduce del preámbulo del Estatut de Autonomía de Cataluña de 1979».
El lenguaje es bien distinto ahora. CiU y ERC han elevado el listón soberanista hasta un punto nunca visto porque su intención es crear una legalidad catalana para amparar el proceso de autodeterminación, una posibilidad que no recoge la Constitución pero que no frena a los nacionalistas, empeñados en enterrar la España de las Autonomías. ICV ha acompañado a convergentes y republicanos en este viaje con la única condición de no situar como horizonte de la consulta la materialización del Estado propio para Cataluña.
Los socialistas se acaban de bajar del tren. Apenas hace cuatro meses, se abstuvieron en una resolución que resaltaba «la necesidad que el pueblo de Cataluña pudiera determinar libremente y democráticamente su futuro colectivo mediante una consulta». La conclusión del viraje socialista es evidente: el soberanismo tiene más adversarios en el Parlament.
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