Día de las Fuerzas Armadas
El Rey brinda en el Día de las Fuerzas Armadas por España, «lo que más nos une»
Logroño se vuelca con los Reyes y las Fuerzas Armadas en la tradicional parada militar.
Logroño se vuelca con los Reyes y las Fuerzas Armadas en la tradicional parada militar.
Logroño se volcó ayer con las Fuerzas Armadas. Y no era para menos, ya que era la primera vez que el tradicional desfile con motivo de su festividad se celebraba en la capital riojana. Así que los logroñeses, bandera en mano, salieron a la calle para ver blindados, cazas, helicópteros de ataque... y a los Reyes, que presidieron la parada y recibieron los aplausos y vítores de los miles de ciudadanos que les arroparon. La ciudad era una fiesta y se notaba mucho antes de que arrancaran los actos, con multitud de gente buscando el mejor sitio para no perder detalle. No cabía un alma, ni en la calle ni en los balcones, engalanados todos con los colores de la enseña nacional. Toda una demostración de unidad y hermanamiento que hacía mucho que no se veía y que hizo que, una vez concluido el desfile, el Rey brindase no sólo por los militares o por todos los españoles, sino también por «aquello que más nos une, por España». Fue una especie de respuesta al calor que acababan de recibir por parte de los logroñeses, que ayer se unieron por sus militares y su bandera.
Apenas pasaban un par de minutos de las 12:00 cuando Don Felipe y Doña Letizia llegaban a la calle General Vara del Rey. Lo acababan de anunciar por megafonía y los aplausos y los «vivas» no dejaban lugar a dudas. Y los Reyes no dudaban en responder con un saludo cada vez que les aclamaban al grito de «¡Felipe!» o «¡Letizia!». Allí fueron recibidos por la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal; el de Interior, Juan Ignacio Zoido; el presidente de la Rioja, José Ignacio Ceniceros; la alcaldesa de la ciudad, Concepción Gamarra, y la cúpula militar al completo, encabezada por el Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general Fernando Alejandre.
Felipe VI, vestido con uniforme de gala del Ejército del Aire, pasó revista a las tropas e inmediatamente la bandera española se izó mientras sonaban el himno, que fue muy respetado por todos los asistentes. En esta ocasión, la enseña no descendió del cielo portada por los paracaidistas. Don Felipe, capitán general de las Fuerzas Armadas, se acercó entonces al mástil para depositar una corona de laurel, acompañado por 10 militares y guardias civiles condecorados con la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, que se concede a aquellos que, «con valor, hayan realizado acciones, hechos o servicios eficaces en el transcurso de un conflicto armado o de operaciones militares que impliquen o puedan implicar el uso de fuerza armada, y que conlleven unas dotes militares o de mando significativas».
Durante este homenaje a los que dieron su vida por España, en la mente de todos los asistentes estaba el infante de Marina Antonio Carrero, fallecido en un accidente en Mali hace apenas dos semanas. Se le recordó cantando «La muerte no es el final» y el silencio envolvió el centro de Logroño mientras sonaba el toque de oración, roto por las salvas de fusilería y por los motores de los siete aviones de la «Patrulla Águila», que pintaron el cielo de Logroño con los colores de la bandera de España. Aplausos y vivas de un público entregado que no flojeaba.
Los ciudadanos no bajaron la cabeza porque acto seguido comenzó el desfile aéreo. Poco más de cuatro minutos en los que pudieron ver cazas, aviones de transporte como el «A400M», helicópteros de ataque «Tigre» o los «Harrier» de la Armada». Tras ellos había que volver a mirar al asfalto, por donde se acercaban los primeros militares y vehículos. La calle comenzaba a retumbar. Llegaban los blindados: los «Pizarro», «Leopard», «Piraña» o los «RG31» hicieron las delicias de los asistentes, sobre todo de los más pequeños.
A pie llegaban efectivos de los dos Ejércitos, la Armada y la Guardia Civil, a quienes acompañaban varios gendarmes franceses. La Legión, con su característica cadencia de paso y su cabra, junto a los regulares, anunciaban el final de un desfile que vuelve a recuperar la vistosidad.
El reloj no marcaba las 13:00 cuando los Reyes se despedían de las autoridades y de los logroñeses, que, al igual que cuando llegaron, les despidieron entre aplausos y vivas. Acto seguido, los Reyes ofrecieron una recepción en el Ayuntamiento a unos 300 invitados y durante el brindis, Don Felipe quiso resaltar que las Fuerzas Armadas «son una parte fundamental de la sociedad» y, por ello, alzó su copa en honor a los más de 120.000 militares, por todos los españoles «y por aquello que más nos une, por España».
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