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Un «15-M» en el Rototom para debatir sobre Palestina y Matisyahu

Banderas palestinas durante la actuación de Matisyahu
Banderas palestinas durante la actuación de Matisyahularazon

La polémica sobre la actuación del músico hebreo Matisyahu en el Rototom de Benicàssim (Castellón) casi logró empañar el «buen rollo» del festival. Apenas un par de horas antes de que diera comienzo su concierto, las calles provisionales eran un hervidero de gente con «ganas de pasarlo bien». Personas, en su mayoría, desinteresadas por lo publicado estos últimos días en relación al rechazo del artista estadounidense a pronunciarse acerca del «derecho del pueblo palestino a tener un Estado propio» y que llevó a la organización a cancelar su actuación.

El «buenrollismo», no obstante, fue inexistente entre los organizadores del evento y el cantante. Una hora y media después de aceptar comparecer ante los medios de comunicación, el artista judío daba marcha atrás y anunciaba que no haría declaraciones. A pesar de su negativa, la dirección del certamen trataba de convencer a los representantes de Matisyahu de que lo mejor era someterse a las preguntas de los periodistas y dejar zanjado el tema de una vez por todas. Y ello a pesar de que el viernes aceptó las disculpas de los que le censuraron, al mismo tiempo que enarbolaba la bandera de la libertad de expresión y daba por finalizada la polémica.

Las protestas se mostraron en forma de asamblea ciudadana. «Como los del 15-M», aclaraba uno de los que formaban parte de la modesta sentada (una treintena de personas) que se organizó por la tarde en defensa del Estado palestino en una de las explanadas del recinto. «No tenemos nada que ver con los de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) a Israel [plataforma que inició las movilizaciones en contra de la presencia de Matisyahu]», matizaba una portavoz que no quiso dar su nombre. «Ellos se desvincularon de esto hace días. Nosotros somos independientes; un grupo espontáneo y no organizado».

Hasta tres asambleas se celebraron anoche, eso sí, no sin ciertas dificultades, pues «en el grupo había dos posturas diferentes sobre lo que hay que hacer», confesaba una de las participantes que, no obstante, sospechaba de la presencia de «infiltrados». «Lo suelen hacer, pero ya se sabe... Eso siempre pasa... Y luego la prensa cuenta lo que le da la gana». Infiltrados aparte, lo que sí se vio fue un constante control de los servicios de seguridad del festival que, subidos en «segways», no perdían de vista a los manifestantes.

«El ambiente es el mismo que en años anteriores. A la mayoría le da igual todo eso», señalaba uno de los empleados que atendía el punto de información del festival. «Si no quieren ver a Matisyahu, tienen un montón de opciones entre las que elegir. No creo que nadie se haya largado por este motivo».

Paralelamente, la gente coreaba a los grupos que estaban actuando en ese momento, bailaba bajo la cúpula geodésica de «Vivir la energía», saciaba su apetito en uno de los múltiples puestos de comida internacional (el pollo con arroz de la zona jamaicana ha sido el éxito de esta edición) o aprovechaba las rebajas para comprar camisetas con la cara de Bob Marley, el Che Guevara o la famosa hoja de la marihuana.

Puntual y «tranquilo», según su séquito, el intérprete estadounidense comenzó su actuación con un: “¡Dejadme oír vuestro vuestro p... ruido!”. Arrancó, efectivamente, entre pitidos, abucheos y gritos de “¡Libertad, Palestina!” que, no obstante, no lograron acallar el sonido de su banda.

Con unos pantalones pitillo, camiseta blanca, gorra de béisbol colocada del revés y su pelo corto y níveo, Matisyahu es la antítesis del cantante de reggae. Pero pese a ello logró hacer bailar a parte de las miles de personas que se congregaron en el escenario principal. El resto siguió con las protestas durante todo el concierto, ondeando una docena de banderas palestinas. Siete canciones (cuarenta minutos) más tarde dio por finalizada su visita al Rototom. Sin incidentes. Sin ruido.

A pesar de la polémica, las cifras de este año dan fe de la consolidación del que se considera el festival de «reggae» más grande de Europa. Por él pasaron hasta el miércoles 150.000 visitantes, siendo el día de mayor afluencia el lunes, con 35.000.