Debate

Los expertos hablan de la petición de Sánchez del cara a cara: «Es un movimiento de quien va por detrás»

Sánchez plantea seis debates a Feijóo para intentar recortar terreno y remontar en las encuestas

Debates electorales entre los candidatos de PSOE y PP y 1993, 2008, 2011 y 2015.
Debates electorales entre los candidatos de PSOE y PP y 1993, 2008, 2011 y 2015.Agencia AP

Pedro Sánchez se descolgó el lunes con una propuesta dirigida directamente a Alberto Núñez Feijóo: celebrar un cara a cara todas las semanas hasta las elecciones del 23 de julio. En total, serían seis. ¿Los debates televisivos influyen sobre la decisión de los votantes? Si se atiende a los datos del último estudio demoscópico del CIS, la respuesta parece rotundamente «no»: el 95% de los votantes no cambiaron de opinión tras ver el debate televisivo que se produjo en la campaña de las elecciones generales de noviembre de 2019.

Sin embargo, el politólogo y profesor asociado en la Universidad Autónoma de Barcelona, Oriol Bartomeus, apunta a dos explicaciones que matizan mucho la respuesta sobre el impacto real de los debates. Por un lado, considera que sí puede hacer cambiar de opinión a los votantes, aunque el alcance es menor porque no suele haber trasvase entre bloques (de derecha a izquierda y viceversa): «La gente sí puede cambiar de voto, aunque es sobre todo en lógica interna de espacios y suele ir dirigido a concentrar el voto». En este sentido, precisamente Sánchez es lo que está intentando: concentrar el voto en el PSOE y por eso ha precipitado la convocatoria de elecciones, para coger desnudo al espacio que hay a su izquierda (Sumar y Podemos), que tiene que atar un acuerdo atropelladamente para concurrir a las elecciones.

Por otro lado, Bartomeus considera que tiene una influencia indirecta porque acaba concentrando la atención por el impacto que tiene en la actualidad: mucha gente acaba hablando de ello y eso tiene un efecto arrastre. «La gente es poco consciente realmente del impacto que tienen los debates. Los debates provocan conversación, cuando hay un debate no solo hay un debate, sino que hay toda una conversación en los medios de comunicación y en las redes sociales sobre el debate, con lo cual la gente está influida por mucho que una persona diga que le da igual», afirma.

El profesor de Comunicación Política en la UPF-BSM, Toni Aira, también matiza el contundente dato del CIS. «La influencia es muy variable de los debates de televisión. Tiene más influencia cuanto más incertidumbre y espectáculo genere y eso siempre lo consigue un cara a cara porque un debate a múltiples bandas se hace más previsible y se difumina todo», asegura Aira. En este sentido, también explica que puede haber cambios en el voto porque «un cara a cara sí puede condicionar un estado de animo, más que un estado de opinión». «La dialéctica que provocan los debates televisivos es una dialéctica ganadores-perdedores en que la política está muy inmersa desde hace tiempo», añade el experto en comunicación política, argumentando, así, que el ganador del debate puede acabar levantando o mejorando el estado de ánimo de sus votantes.

A tenor de los datos de audiencia desde 1993, sí es cierto que los debates han ido perdiendo mucha capacidad de atención. El primer debate entre Felipe González y José María Aznar congregó 9,6 millones de media de televidentes mientras que el segundo llegó a los 10,4 millones (mismas elecciones). El siguiente se organizó en 2008, entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, y alcanzó el pico máximo con una audiencia media de 13 millones de telespectadores. Ya el siguiente, en 2011, entre Alfredo Pérez Rubalcaba y Rajoy bajó a 12 millones, aunque estuvo marcado por los tambores de cambio de ciclo política tras el tsunami de la crisis económica. Desde entonces, han ido descendiendo los datos de audiencia de los siguientes debates televisivos hasta los 8,6 millones de media del de noviembre de 2019 con cinco partidos (PSOE, PP, Vox, Cs y Podemos).

Los cara a cara entre los candidatos de los dos principales partidos de España se han quedado atrás con la irrupción de nuevas formaciones en el tablero político. Sin embargo, Aira justifica que el PSOE resucite ahora ese formato porque «viene a argumentar que en un debate amplio no se pueden contrastar propuestas».

¿Cuál sería el resultado de un cara a cara entre Sánchez y Feijóo? Bartomeus considera que el planteamiento de los cara a cara es un «movimiento típico que hace el que va por detrás» en las encuestas, en referencia a que Sánchez necesita recuperar terreno frente a Feijóo y usa esta iniciativa para retarle. Es decir, ya acaba señalando cuál es la fotografía política del momento. Y añade que los debates se ganan o se pierden «en función de las expectativas». «Sánchez ha de tumbar a Feijóo. Feijóo, con tener un papel digno, ya tiene suficiente, con lo cual quien se la juega más es Sánchez», afirma.

Aira discrepa ligeramente porque considera que, si acaba habiendo debate, «acaba ganando quien ha hecho la propuesta inicial». Es decir, no considera, como Bartomeus, que Sánchez tenga que «destruir» a Feijóo para salir vencedor, sino que le basta con que haya cara a cara porque eso se traduce ya en una ventaja en sí mismo. «Sánchez ofreció seis debates para que le dijeran que no. Es una propuesta de máximos para marcar perfil de candidato que va a todas, de que es un liderazgo expeditivo, atrevido, valiente, seguro de si mismo», afirma Aira. «Frente a este perfil, Sánchez buscaba que cuando Feijóo le dijera que no, quedara proyectado como cobarde y una persona que no está segura de sí misma y, sobre todo, de poco solvente», añade Aira.

Lo cierto es que, ahora mismo, las encuestas son muy claras y Feijóo es quien juega con el viento a favor, a pesar de que en las filas populares quieren ser prudentes. Los últimos sondeos demoscópicos ya venían advirtiendo de un gran crecimiento de los populares, que se ha traducido en éxito electoral el pasado 28-M: dos millones de votos más en las elecciones municipales y casi todo el poder autonómico (once los 19 territorios autonómicos, contando a Ceuta y Melilla). En este marco electoral, Sánchez intenta usar todas las armas que tiene en sus manos para tratar de resistir en Moncloa: de ahí que haya intentado la maniobra de los cara a cara (Feijóo ha aceptado uno) y haya convocado un 23 de julio, para intentar desmovilizar al electorado de la derecha.

En todo caso, Sánchez ya ha explorado los cara a cara en el Senado durante el último año, pero tampoco ha conseguido rebajar el empuje de Feijóo, como ha quedado demostrado en las elecciones del 28-M. De hecho, el líder del PP suele ironizar con que el ya está familiarizado con los cara a cara con Sánchez, en alusión al Senado, porque consisten «en un presidente que habla sin cesar sin responder a nada mientras él solo tiene 15 minutos para intervenir». El formato de los cara a cara ha generado mucha polémica porque siempre Sánchez dispone de más de tiempo para hablar frente a Feijóo.