
Alternativa
Feijóo, año I: unidad interna y ensanche a izquierda y derecha
El principal reto de los populares es conseguir que su líder mantenga el perfil presidencial sobre la crítica de oposición

El PP es hoy un partido unido después de haber pasado su crisis existencial más grave desde el proceso de su refundación. Hace un año que Alberto Núñez Feijóo llegó a la Presidencia nacional y este tiempo ha servido para que los populares sanen sus heridas internas y hayan conseguido ensancharse a derecha y a izquierda.
El partido que se encontró Feijóo estaba abierto en canal por la tensión y el clima de falta de confianza que se había instalado en la relación entre Génova y las organizaciones territoriales. Los problemas orgánicos han sido superados, los territorios se sienten respetados y los congresos regionales que el anterior equipo había ido postergando, por ser los más críticos, se han celebrado con discreción y generando consenso.
También se ha apagado el incendio de Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso ejerce de presidenta del partido en un reparto de papeles con Feijóo que se mantendrá sin sobresaltos hasta las próximas elecciones generales. De hecho, Ayuso ha lanzado una ofensiva contra Vox de cara a las elecciones autonómicas de mayo que, si le sale bien, puede suponer un fuerte empujón para Feijóo hacia La Moncloa. De cómo salga Vox de las elecciones madrileñas dependerán sus posibilidades en las generales y una mayoría absoluta de Ayuso también tiene un efecto rebote sobre el clima de opinión del centroderecha, que suma a la estrategia del PP de apelar a una mayoría y a un gobierno en solitario.
En este año el PP ha terminado también la operación de absorción de Ciudadanos y ha entrado en el voto más moderado de la izquierda, que es lo que más daño hace al PSOE en sus intereses electorales. El balance que hacen internamente es bueno: «Hay paz, hay optimismo y el partido ha vuelto a ponerse en marcha como máquina electoral». Hasta los ex residentes José María Aznar y Mariano Rajoy han vuelto a compartir espacio físico juntos, lo que, posiblemente, no mueve voto en la calle, pero sí tiene un fuerte impacto en clave orgánica.
En el partido destacan como principal valor de Feijóo el «perfil presidencial», o dicho de otra manera, que bajo su liderazgo el PP ha vuelto a ser visto como un partido en condiciones de ganar elecciones y, ante todo, de alcanzar La Moncloa. Pero también creen que, precisamente, este es el principal reto a futuro al que se enfrentan, el de conseguir que Feijóo mantenga su perfil presidenciable hasta el final. «Si haces mucha oposición, mucha crítica, tu perfil presidencial va decayendo», comentan desde uno de los gobiernos autonómicos del PP. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, va a potenciar su perfil más institucional con la Presidencia europea y ahí es donde tendrá que competir Feijóo antes de que se inaugure oficialmente la campaña de las generales.
En octubre se disuelven las Cortes Generales, y con el parón por las elecciones autonómicas y municipales, más el verano, puede decirse que la actividad legislativa del Gobierno está prácticamente acabada. Esto lleva la pelea política a otro terreno, en el que en el PP esperan que Feijóo sea capaz de encontrar el marco para proyectarse como futuro presidente del Gobierno mientras le protegen en la labor de oposición desde el Comité de Dirección del partido.
Después de Semana Santa, y con la entrada en juego de Sumar, empezará una nueva etapa política en la que el PP pasará a un modo más propositivo y en la que tendrá que hacer frente a la estrategia de Moncloa de reducir la campaña a un supuesto choque entre el tándem Sánchez-Yolanda y el de Feijóo-Abascal. Ese terreno de juego no suma a favor de los intereses del PP y sus armas para combatirlo serán dos: recordar que la pareja Sánchez-Yolanda no puede aspirar a nada si no cuentan con los demás compañeros de viaje (ERC, Bildu y resto de minorías parlamentarias) y, por otra parte, jugárselo todo a depender lo menos posible de Vox en la formación de los nuevos gobiernos autonómicos.
En este año Feijóo ha sentado las bases para estar en condiciones de aspirar a La Moncloa, pero la parte más difícil del camino la tiene todavía por recorrer. Necesita que en mayo el mapa municipal se tiña de azul y conseguir uno de los grandes bastiones socialistas de poder autonómico: Valencia, Baleares, Aragón, Castilla-La Mancha o Extremadura. Necesita diluir el mantra socialista de que PP y Vox son una misma cosa. Y necesita, al mismo tiempo, que Sumar no desplace a Vox de la tercera posición del podio de las generales.