Conflicto de Gibraltar
Firmeza frente a Reino Unido
La crisis de Gibraltar no es naturalmente la primera, ni será la última. No debemos esperar que al concluir los británicos nos devuelvan el Peñón haga lo que haga nuestro Gobierno, pero sí sería deseable que la posición internacional de nuestra irrenunciable reivindicación mejorase. Ha empezado todo esto por el fondeo de bloques de hormigón que impiden las faenas tradicionales de nuestros pescadores. Es pues un problema –el inmediato– de naturaleza económica. Nuestro Gobierno, con muy buen criterio, ha reaccionado con medidas que tratan de mantener la crisis en este ámbito.
Pero parece inminente que el gobierno del Sr. Cameron introduzca la primera medida de naturaleza militar, la visita de un grupo de buques de guerra a Gibraltar. Esta visita –en las actuales circunstancias– no puede ser casual y parece diseñada para reforzar la idea de soberanía británica, principalmente ante la población gibraltareña.
Creo que, si ellos refuerzan así su postura, no sería descabellado que nuestro Gobierno introdujera medidas militares no escalatorias, pero que transmitieran que nuestra postura de reivindicación es permanente y firme aun en el seno de unos intereses compartidos en la UE y la OTAN de mayor alcance.
Quizás la presencia de algún patrullero de altura que ejerciera el derecho de tránsito e, incluso, de fondeo por aguas que consideramos propias enviaría el mensaje de que nuestra Armada y su nación no van a renunciar a nada y que, incluso creyendo que esta crisis no se resolverá por las armas, nuestra firmeza es análoga o superior a la suya. Tenemos patrulleros para materializar este tipo de mensajes ante el Gobierno de su graciosa majestad, nuestros aliados comunes y la comunidad internacional que sin duda estará observando atentamente lo que pasa.
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