Conflicto
El Gobierno, ante el choque con México: «Hay que defender al Rey»
Sánchez mantuvo una conversación con Sheinbaum para mediar y cuando fracasó emitió una queja formal. En julio, dieron por no recibida la invitación
A mes y medio de la Cumbre Iberoamericana, que se celebrará los próximos 14 y 15 de noviembre en Ecuador, al Gobierno de España se le acumulan las carpetas abiertas. A las tensiones con Argentina y Venezuela, se suma ahora un nuevo frente con México a cuenta del veto a Felipe VI. Fuentes del Gobierno reconocen que esto es un hecho inédito y sin precedentes en la relación que España mantiene con los países de América Latina, puesto que el jefe del Estado representa tradicionalmente a España en las tomas de posesión de los mandatarios. Ha participado en más de 80 actos, primero como Príncipe de Asturias y después como Monarca. Su exclusión por parte de la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en la ceremonia del próximo martes 1 de octubre, ha tensado la cuerda de las relaciones diplomáticas entre ambos países. «No hay debate, hay que defender al Rey. Si no va él, no va nadie», resumen tajantes fuentes gubernamentales.
Al contrario de lo que ocurriera con Argentina, donde se instrumentalizó electoralmente el choque –en la víspera de los comicios europeos interesaba confrontar con Javier Milei, ubicándolo como el antagonista de extrema derecha–, en el caso de México la vocación no era escalar el conflicto diplomático. El propio Pedro Sánchez reconoció la «frustración» que esto le generaba, por tratarse de dos gobiernos progresistas «a los que nos une tanto» y porque –esto no lo dijo– se había intentado mediar para evitar la tensión. Sin embargo, desde la parte mexicana se buscó deliberadamente que el choque trascendiese. En Moncloa entienden que hay un «interés político» en todo ello, porque se intenta tapar con una polémica internacional las carencias nacionales, y se lamenta que se «utilice» para ello a la figura del jefe del Estado.
Antes de que el Gobierno emitiera un comunicado cancelando cualquier representación oficial de España en la toma de posesión de Sheinbaum y de que Sánchez se manifestase en los términos de calificar de «inaceptable» e «inexplicable» la exclusión del Rey, se habían dado pasos en privado para tratar de reconducir la situación y manifestar ese malestar sin publicidad. En julio, el Ejecutivo español ya dio por «no recibida» la invitación remitida a Sánchez para que acudiera al acto en lugar de Felipe VI y trazó una serie de contactos diplomáticos para tratar de enmendar la situación. Como culminación a estas gestiones discretas se produjo la llamada que hace unos días intercambiaron el presidente Pedro Sánchez y la propia Claudia Sheinbaum, también sin ningún resultado.
Con la decisión en firme de mantener el veto a Felipe VI, el Ministerio de Exteriores hizo llegar a la Cancillería mexicana una protesta formal en la que se reivindicaba que el Rey «es el jefe del Estado y, en calidad de tal, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales». La citada nota verbal recordaba el peso de las relaciones que unen a ambos países y como «en un acto de tanta trascendencia para el pueblo de México, España debe estar representada por su jefe de Estado, demostrando la voluntad mutua de avanzar en beneficio de nuestros pueblos hermanos, con la mirada puesta en un futuro común de prosperidad compartida». Por todo ello y antes de emitir oficialmente el comunicado, Exteriores ya avanzaba que «agotados todos los cauces para transmitir respetuosamente el nivel de representación que corresponde a España» se había optado por que no hubiera ninguna representación oficial de España en la toma de posesión de Sheinbaum.
La respuesta del Ejecutivo al desaire de no invitar al Rey ahonda en la crisis diplomática que en su día abrió el presidente mexicano saliente, Andrés Manuel López Obrador, cuando, en marzo de 2019, pidió a Felipe VI que se disculpara por el pasado colonial de España. La propia Sheinbaum incidió en esta cuestión en una carta publicada el pasado miércoles en la que justificaba el veto por la falta de respuesta a esta misiva, en la que se pedía un reconocimiento de «los agravios causados» a México por parte de la Corona española. «Lamentablemente dicha misiva no mereció respuesta alguna de forma directa, como hubiera correspondido a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales», apuntó. Con México, España mantiene una relación económica de alto nivel al ser el primer destino de las exportaciones españolas en América Latina, según los últimos datos de 2021 que aporta el Ministerio de Exteriores, y el segundo inversor después de Estados Unidos. A su vez, el Estado mexicano es el sexto inversor en España.
La posición férrea y contundente del Gobierno frente a México se ha visto debilitada por los socios de la coalición. No así por el PP, que en esta ocasión ha cerrado filas con el Ejecutivo. Aunque el Estado español no esté representado oficialmente, sí asistirán algunos de los partidos con asiento en el Congreso de los Diputados, incluido Sumar que si bien no asistirá como parte del Gobierno –Yolanda Díaz canceló su presencia prevista–, sí lo hará como formación política a título individual de la mano del secretario primero de la Mesa del Congreso, Gerardo Pisarello. También otros aliados parlamentarios como EH Bildu, de la mano de Jon Iñarritu; el BNG con Ana Pontón; o Irene Montero por Podemos, han confirmado su asistencia a México. Esto ha generado un profundo malestar en el PSOE, que entiende que se busca instrumentalizar el veto a Felipe VI para tratar de atacar a la institución monárquica en lugar de defender una postura de Estado. «No se puede rechazar la presencia del jefe de Estado y lo que ha hecho el Gobierno es actuar en consecuencia».
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