Tomás Gómez
Una guerra y una guerrilla
Si los morados saliesen del Consejo de Ministros quedarían expuestos a una debacle electoral sin precedentes
La situación del Gobierno es insostenible, trufada de enfrentamientos como el de la Ley de vivienda, reforma laboral, impuesto a los bancos o el intento de topar el coste de la cesta de productos básicos, se parece más a una guerra que a un grupo de trabajo.
La Ley del «sí es solo sí», Ucrania y Marruecos, representan las últimas diferencias entre los socios. Irene Montero ha quedado tocada, la desautorización a que la ha sometido el PSOE es dura e inédita en un Ejecutivo de coalición, y el tibio apoyo de Yolanda Díaz la ha dejado al borde de la dimisión.
Podemos no estaba preparado para gobernar. Sabían elaborar consignas ingeniosas en las calles y en las redes sociales, pero la realidad se transforma con lo que se publica en el BOE y, en eso, han demostrado que son bastante insolventes.
La modificación de la Ley del «sí es solo sí» pone fin a un rosario de reducciones de penas a agresores sexuales pero también deja sin credibilidad cualquier iniciativa que venga del lado de los ministros podemistas. La consecuencia lógica de la modificación de la ley era, bien la ruptura de la coalición por parte de Podemos, o bien el cese de la ministra por parte de Pedro Sánchez. Pero no ha sucedido ni lo uno ni lo otro. Si el Gobierno sigue en pie es porque los intereses que les une son más fuertes que las fuertes discrepancias políticas.
Si los morados saliesen del Consejo de Ministros quedarían expuestos a una debacle electoral sin precedentes. Los malos resultados que, en este momento, les auguran las encuestas empeorarían dramáticamente. Sin embargo, la guerrilla se disputa entre Montero y Díaz. La vicepresidenta está metida en un juego muy peligroso: dañar a los morados, pero intentando salir ilesa personalmente. El problema que tiene es que eso es que tanto jugar con fuego, acabará por quemarse.
Probablemente, se han terminado las aspiraciones de la ministra de Igualdad a encabezar la candidatura de Podemos pero, como contrapartida, las posibilidades de Díaz se han ido por el desagüe.
Sánchez tampoco puede romper porque necesita que todos sus socios le sigan apoyando. Quedarse, a estas alturas de partido, sin mayoría en el Parlamento le obligaría a convocar elecciones antes de lo previsto y eso sería darle a Feijóo algunos cuerpos de ventaja que poco a poco se va recuperando mientras la izquierda libra sus batallitas.
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