Seguridad

La guerra de Ucrania acelera la reorganización del CNI para adaptarse a las nuevas amenazas

La inmigración, el terrorismo, los espías extranjeros o la contraproliferación centran su actividad

«La agresión a Ucrania por parte de la Federación Rusa ha incrementado todavía más el ritmo de los cambios que se están produciendo en el panorama geopolítico, así como las amenazas a las que debe enfrentarse cualquier Estado moderno». Con estas palabras, desde el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), explican cómo esta «volatilidad» del entorno ha acelerado el proceso de reorganización en el que estaban inmersos los servicios secretos españoles para «poder cumplir de forma adecuada las misiones asignadas por la legislación vigente y el Gobierno de España».

Una reestructuración de la que han informado hoy a la ministra de Defensa, Margarita Robles, durante la visita que realizó al Centro con su directora, Esperanza Casteleiro, quien ha insistido en esa idea de que «el cambio y la evolución del escenario estratégico mundial determinan los riesgos y amenazas hacia los que debemos volver nuestros ojos» para, de esta forma, «conocer con el mayor grado de exactitud las amenazas que se deben combatir para disminuir la vulnerabilidad ante ellas».

De ahí que, como han explicado tanto ella como otros responsables del CNI, se haya reorganizado su estructura y adaptado la forma de trabajo en la misma línea que otros aliados, destacando Casteleiro que los servicios españoles están a la altura de los de otros países pese a las diferencias de tamaño o de presupuesto. Y ha puesto como ejemplo a Reino Unido, con más de 13.600 agentes y un presupuesto de 3.400 millones, frente a los poco más de 3.000 espías españoles y unos fondos que apenas superan los 337 millones.

Transformación digital

Y entre esos cambios está, por un lado, un programa de transformación digital, prácticamente concluido, «destinado a conseguir mejores capacidades en materia de obtención de información, integración y análisis, así como de perfiles profesionales y de procedimientos para anticiparse a las nuevas amenazas e impulsar los intereses españoles en diferentes ámbitos y espacios geográficos».

Mientras, en lo que se refiere a su estructura, se han creado «Centros de Misión», esto es, «unidades específicas adaptadas a los objetivos establecidos por el Gobierno en la Directiva de Inteligencia» con el objetivo de «optimizar su funcionamiento y mejorar sus resultados».

Así, el CNI ha adoptado un modelo que garantiza una mejor coordinación entre los organismos implicados, lo que ofrece agilidad e inmediatez. Todo, sin olvidarse del plano más humano, el de sus más de 3.000 trabajadores, sobre todo los que se encuentran sobre el terreno. En este punto han reforzado, por ejemplo, el personal dedicado a la obtención de inteligencia por procedimientos «Humint» (de fuentes humanas).

Unos medios y un personal enfocados actualmente en cuatro áreas principales, que no las únicas, como ha explicado el director de Inteligencia del CNI: inmigración irregular, para evitar que los inmigrantes salgan de las costas africanas, centrándose en las mafias y no en las personas; contraterrorismo, para evitar tanto atentados como que los grupos yihadistas del Sahel generen inestabilidad que afecta a intereses españoles; contrainteligencia, para identificar agentes de «servicios hostiles» y neutralizar sus actividades, y contraproliferación, para saber qué países quieren adquirir capacidades armamentísticas no convencionales, ya sean químicas, bacteriológicas, nucleares o el desarrollo de misiles.