El desafío independentista
La doble pregunta del referéndum-trampa
Presentar un hipotético e imposible referéndum con doble pregunta podría pasar por una inocente votación con segunda vuelta, pero no es así. Se trata de una burda trampa para conseguir un titular que pueda venderse en el exterior.
La sociedad catalana está muy dividida con respecto a qué contestar si fuese llamada a la supuesta consulta. Lo más probable es que nos encontráramos con una situación de empate técnico en la primera pregunta, ya que los partidarios de dotar a Cataluña de estructura de Estado (independiente o federado al resto de España) pueden aportar la mitad de los votantes, frente a los partidos constitucionalistas que defienden el actual statu quo de región autónoma, que llevarían a las urnas la otra mitad de los electores. Dado este equilibrio, es muy difícil que la postura partidaria del Estado se imponga a la otra con una mayoría clara o cualificada.
Conocedores de que no hay una mayoría social independentista, y eso que llevan treinta y cinco años en este empeño desleal, y ante el proceso irreversible de unión política europea que acabará para siempre con sus anhelos separatistas, ven angustiados que se están quedando sin tiempo para ejecutar sus planes separatistas y que prácticamente sólo les queda saltar del vagón español del tren europeo en plena marcha, lo que sería un suicidio para ellos.
Para asegurarse sus objetivos propagandísticos, como última pataleta, han ideado este referéndum-trampa, introduciendo una segunda cuestión reservada sólo para aquellos que defienden el Estado catalán, quedando de esta forma excluida la otra mitad de la sociedad catalana, que les molesta. De este modo pueden ganar por goleada preguntando únicamente a los que quieren Estado si éste debería ser independiente o no. Las encuestas nos confirman que más del 80 por ciento de esa mitad de los catalanes que respondería «Sí» a la primera pregunta también contestaría «Sí» a la segunda, es decir que la respuesta a «¿Quiere Vd. que Cataluña sea un Estado independiente?», se aseguraría de este modo una respuesta afirmativa abrumadora, falsificando la realidad social.
El titular no sería que la mitad de la ciudadanía ha rechazado la independencia, sino que más del 80 por ciento de los ciudadanos vota por la independencia.
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