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La fórmula Sánchez: un pacto con Podemos y PNV

En Moncloa sentencian que los independentistas «no son de fiar» por lo que intentan pactos alternativos y confían en tener una mayoría solvente que les permita no depender de Torra

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante un acto del PSOE en Valladolid / Efe
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante un acto del PSOE en Valladolid / Efelarazon

En Moncloa sentencian que los independentistas «no son de fiar» por lo que intentan pactos alternativos y confían en tener una mayoría solvente que les permita no depender de Torra.

«Adelantar las elecciones fue lo correcto». En Moncloa ya comienzan a recibir el «feedback» –en forma de encuestas– de su decisión de convocar comicios adelantados para el próximo 28 de abril. El veto a los Presupuestos en el Congreso fue la coartada para una decisión que el presidente del Gobierno llevaba tiempo sopesando y que se convirtió en definitiva tras la foto de la plaza de Colón de «las tres derechas». Aunque asumen que «aún queda mucho» y que en estos tiempos de política «líquida», casi gaseosa, el panorama puede tornarse adverso en cualquier momento, apelan a una campaña «muy sopesada» de Pedro Sánchez, en la que la clave estará en «no cometer errores».

Las encuestas que manejan en Moncloa les llegan a ubicar por encima del 30%, en el entorno de los 120 diputados. Unos datos similares a los del último CIS, de cuya verosimilitud se duda abiertamente y que les otorgaba el 33% de los sufragios. En estos números se apoyan en el Gobierno para valorar como positiva la convocatoria electoral, que les colocaría en cotas de aceptación ciudadana similares a las que obtuvieron tras ganar el poder en la moción de censura. Este optimismo choca, no obstante, con el reto de mantener la movilización hasta la fecha de las elecciones para las que todavía resta un mes y medio. Para ello, preparan una «campaña muy buena», con algunos golpes de efecto «para que no decaiga el ánimo». Uno de los hitos que salpican este calendario hasta los comicios fue la manifestación del 8 de marzo que se produjo el pasado viernes. Una movilización masiva a través de la que el PSOE busca ganar impulso electoral, colocándose como un referente a través de las políticas en materia de igualdad que está promoviendo en los últimos días.

El crecimiento del PSOE hasta en 40 diputados por encima de los exíguos 85 diputados que logró Pedro Sánchez en las últimas generales en junio de 2016 se produce –según las fuentes consultadas– a costa de Ciudadanos, que actualmente tiene «un boquete» por la derecha hacia Vox y por el centro izquierda hacia los socialistas.

En Moncloa dan por seguro que si las derechas suman, Albert Rivera reeditará el pacto andaluz (PP, Cs y Vox) y no ahorran en ataques hacia la formación naranja para exhibir que con este posicionamiento ha abandonado el centro. Una forma de seguir atrayendo a su votante «moderado», tras el veto explicitado públicamente por la dirección de Ciudadanos a pactar con Sánchez después del 28-A.

La aspiración de Sánchez es mantenerse en el poder, pero no está dispuesto a sostenerse a cualquier precio ni a costa del desgaste que ha registrado en estos últimos nueve meses. En Moncloa buscarán una «mayoría solvente», esto es, que la estabilidad del Ejecutivo no quede al arbitrio de los designios de un independentismo «que ya ha demostrado que no es de fiar». Aunque durante la comparecencia en la que avanzó la convocatoria de las elecciones, Sánchez no quiso despreciar ningún futuro aliado, pidiendo «no restar legitimidad a las mayorías parlamentarias», lo cierto es que sí existen reparos a reeditar el «gobierno Frankenstein».

La fórmula que Sánchez quiere explorar pasa por repetir tándem exclusivamente con Unidos Podemos y el PNV. Y con los datos que manejan en Moncloa que, reconocen, se mueven en el espectro de los que hizo públicos el CIS, estaría al alcance de la mano. Este bloque lograría sacarle al menos diez puntos de ventaja a la suma de las derechas de PP, Ciudadanos y Vox.

Con los números de Tezanos, los socialistas junto a Iglesias y los jeltzales llegarían hasta el 48,7% de los sufragios, por el 37,9% del «tridente» de Casado, Rivera y Abascal. Este 48,7% rozaría la mayoría absoluta en escaños y la superaría con creces en caso de sumar a ERC y el PDeCAT (52,7%), una fórmula que el Gobierno prefiere no valorar de entrada. No obstante, el argumento de tejer una mayoría alternativa a un gobierno de derechas será una baza contundente para decantar la balanza del lado socialista aunque sea con la abstención de partidos de ideología independentista.

El problema que se le plantea a Moncloa es el retroceso de la formación de Pablo Iglesias, una caída que desde el Ejecutivo califican de «preocupante». Según los datos que manejan, los morados verían reducido su grupo parlamentario prácticamente a la mitad de sus diputados, por lo que la expansión de los socialistas quedaría absorbida por la reducción de sus socios y no supondría un valor añadido sobre la suma actual. Aunque de cara a los resultados de las elecciones, a Sánchez le interesa hacer un llamamiento al voto útil, la debacle de Unidos Podemos puede complicar sobremanera el «día después» del 28-A.

Lo cierto es que aunque vea reducida su representación, la formación de Iglesias seguirá siendo decisiva para la gobernabilidad. Sánchez espera que después de resolverse el mapa territorial general tras el 26 de mayo, los actores políticos no tengan reparos en moverse y pueda experimentar cierto margen de maniobra a la hora de revalidar el poder.