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Majarenas reniega de ETA y sale de la cárcel para cuidar de su hija

El juez le permite vivir en un centro con la menor de tres años apuñalada por su padre.

Sara Majarenas durante un juicio en 2007
Sara Majarenas durante un juicio en 2007larazon

El juez le permite vivir en un centro con la menor de tres años apuñalada por su padre.

La ex integrante del «comando Levante» de ETA Sara Majarenas podrá salir de prisión para cuidar de su hija de tres años, quien el pasado enero sufrió una «bestial agresión» por parte de su padre, que la acuchilló hasta pensar que la había matado. El juez central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, acordó ayer otorgar a Majarenas –condenada a trece años y diez meses de prisión por integración en organización terrorista, tenencia ilícita de armas y falsedad documental– el segundo grado y permitir su salida de la cárcel de Picassent (Valencia) para vivir junto a su hija, de tres años de edad, en un centro de la Fundación Padre Garralda-Horizontes Abiertos dependiente de la cárcel de Aranjuez (Madrid).

El magistrado ha adoptado esa decisión teniendo en cuenta «un caso tan excepcional» y la situación de «vulnerabilidad» de la pequeña, que al cumplir tres años ya no podía vivir, como hasta ahora, junto a su madre en el centro penitenciario donde cumple condena. Castro también hace hincapié en que Majarenas –en prisión desde 2005 y que cumplirá la totalidad de su condena en abril del próximo año– se ha desvinculado de ETA y ha pedido perdón a las víctimas. Del mismo modo, el magistrado valora el «vínculo afectivo» y el «apego» existente entre madre e hija, las «extraordinarias circunstancias sociofamiliares» en las que se encuentra la pequeña y que la posible separación de ambas «podría poner en riesgo la incipiente recuperación» de las dos.

Y es que el pasado 15 de enero el padre de la niña, de nacionalidad etíope, acudió a la Policía Local de Benifaió (Valencia) y confesó que había matado a la pequeña (durante un fin de semana que ambos compartieron). Los agentes hallaron a la menor con múltiples heridas graves causadas por arma blanca, pero con vida. Su progenitor está actualmente en prisión por estos hechos.

«La menor tiene que estar con su madre, punto referencial en su vida», concluye el magistrado de la Audiencia Nacional, por lo que «atendiendo al interés superior de la menor» acuerda –con el informe favorable de la Junta de Tratamiento del centro penitenciario– la concesión del segundo grado.

Majarenas constató por escrito el pasado 6 de febrero su rechazo a la violencia y el reconocimiento al «daño causado». «No pertenezco ni perteneceré a ETA», insistió al mismo tiempo que se comprometía a «no utilizar vías violentas». La ex integrante del «comando Levante» explicitó su compromiso «a trabajar por la reparación de toda clase de víctimas, y a sanar las heridas causadas por cualquier tipo de violencia, también la de ETA». «Mi única prioridad es estar junto a mi hija y repararnos mutuamente», concluía.

El juez Castro muestra su convencimiento de que la Fundación Padre Garralda brindará a madre e hija «el acogimiento, apoyo y afecto que necesitan» y reitera que la separación de ambas «sería contraria a la protección que todo menor necesita, máxime en circunstancias tan excepcionales y graves».

Intentó matar a Rita Barberá

Sara Majarenas formaba parte, junto a Mikel Orbegozo, de un «comando» de ETA que fue desarticulado por la Comisaría General de Información de la Policía en febrero de 2005, en un hostal de Valencia, donde ambos se habían registrado con documentación falsa. Tenían ya preparada una bomba-lapa, de las que se colocan en los bajos de los coches y se activan con el movimiento, y su objetivo inmediato era, al parecer, un teniente coronel del Ejército. También habían planeado atentar contra la alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá. Los terroristas iban armados y en el momento en el que se les introducía en un coche policial no se les ocurrió otra cosa que gritar «democracia y libertad para Euskal Herria». La célula había sido enviado al Levante español con una larga lista de personas y edificios que debían atacar, no sólo en la Comunidad valenciana sino también la murciana. Entre el material que se les incautó figuraban las fotografías de policías de una comisaría de la capital del Turia.