El personaje

Óscar Puente: el «brazo armado» de Pedro Sánchez

Es un político tosco y belicoso, escogido por el presidente del Gobierno para intentar desestabilizar a Núñez Feijóo

Ilustración Óscar Puente
Ilustración Óscar PuentePlatónLa Razón

Ha abierto de nuevo la caja de los truenos con el encargo a su equipo de colaboradores para que recopilen los insultos periodísticos a su persona. En una decisión grotesca, el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, alberga un dossier con cien columnas en las que, a su juicio, se le denigra gravemente. «Tengo doscientos folios dedicados a insultarme», dice el ministro entre los que detalla calificativos tales como «sectario, agresivo, chabacano, machista, faltón, provocador y parroquiano de taberna». También denuncia que se meten con su físico y le llaman «feo», lo que admite con humor frente a su amigo Pedro Sánchez, al que califican de «guapo». Olvida el ministro que él tampoco se queda corto en sus perlas dialécticas desde que se subió a la tribuna del Congreso durante la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Aquel día protagonizó una su intervención zafia, en su papel de fiel telonero del gran jefe Sánchez, de quien Óscar Puente ejerce como auténtico «brazo armado». De manera que siguiendo las consignas del presidente se lanzó a la yugular de Alberto Núñez Feijóo con un estilo barriobajero, macarra y chulesco. Pinchó en hueso, pues el líder del PP tuvo una alocución brillante y sosegada, en la que no entró al trapo de los ataques de un diputado con vulgar lenguaje, tanto que en su día la entonces número dos del partido, Adriana Lastra, le retiró el papel de portavoz del PSOE por sus maneras ofensivas.

Pero ahora el ex Alcalde de Valladolid ha sido recuperado por su amigo Sánchez como ministro de Transportes en medio del escándalo del Caso Koldo, con la defenestración de su antecesor José Luis Ábalos, que le ha obligado al único cese por el momento en su ministerio, el anterior gerente de la empresa Puertos del Estado. Puente es un político tosco y belicoso, escogido por Pedro Sánchez para intentar desestabilizar a Núñez Feijóo. Aquella sesión pasará a los anales de la historia parlamentaria porque el líder gallego no se inmutó y le puso en su sitio con tan solo dos frases fulminantes: «No caeré en el club de la comedia, esto es lamentable», enfatizó el candidato del PP a la investidura. Óscar Puente regresó a su escaño escaldado, aunque coreado por los aplausos de la bancada socialista sumisa al líder supremo, bien pagada y adoctrinada. Desde entonces, erigido en coleccionista de una «lista negra» de periodistas, no deja títere con cabeza. Fiel a las órdenes del «sanchismo» participa en la cacería contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de quien opina es «partícipe a título lucrativo» de los asuntos de su novio «como testaferro con derecho a roce». Algo vergonzante, ante el impresentable silencio de las feministas de izquierdas.

En esta deriva del «sanchismo», basada en burdos ataques, Óscar Puente le da la vuelta y se siente una víctima de ellos. Arduo trabajo el de sus equipos de prensa ocupados en vigilar las opiniones de los periodistas sobre su jefe. Una manera de censura moderna propia de regímenes dictatoriales. Pero el vallisoletano, que el mismo día que viajaba a Madrid para la investidura de Feijóo tuvo un altercado con un pasajero en el AVE, está satisfecho de sus agresivas machadas, con el orgullo del deber cumplido a las órdenes de Sánchez. El estilo macarra se impone en un PSOE que, como dijo un día Alfonso Guerra, ya no lo conoce «ni la madre que lo parió». Es el estilo de Pedro Sánchez, orden y mando sin un atisbo de crítica o discusión. Como dicen en el PP, al PSOE únicamente «le queda ya la S de Sánchez». El ex regidor de Valladolid fue rescatado por Pedro Sánchez precisamente por esos modales que también exhibió durante su mandato en el Ayuntamiento puzelano. Allí, en el salón de plenos aún se le recuerdan sus desatinos.

Óscar Puente Santiago nació en Valladolid, dónde estudió Derecho, y fue su alcalde durante ocho años. En el 2015, a pesar de obtener unos malos resultados logró la Alcaldía con el apoyo de grupos regionalistas y la izquierda de Unidas Podemos, y la perdió en el tercer mandato al pactar el candidato del PP, José Julio Carnero, con Vox. Divorciado de la magistrada Laura Soria, es padre de dos hijas, una de ellas Carmen Puente, cantante participante en «La voz Kids». Activo «sanchista», apoyó a su líder en las primarias del partido y se postuló en posiciones izquierdistas. Tras la salida de su compañera Soraya Rodríguez, mujer de plena confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguró: «No la vamos a echar de menos, pues el partido estaba culo en pompa hacia la derecha». Puente nunca se ha caracterizado por su contención dialéctica y han sido sonadas sus polémicas, como cuando protagonizó una gresca con el podemita Pablo Iglesias al difundir una fotografía suya con el entonces líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en la cafetería del Congreso. En su etapa como regidor también tuvo enfrentamientos con algunas concejalas de la oposición, que le tildaban de «Barriobajero y machista».

En otra ocasión se negó a condenar el régimen venezolano, cuya crisis encuadró «en la responsabilidad colectiva de todo un pueblo y no sólo de un gobierno». A pesar de sus tintes izquierdistas es un fiel defensor de la Semana Santa vallisoletana y cofrade del Descendimiento y el Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Amante de la buena vida, también fueron muy polémicas unas fotos suyas en bañador, durante unas vacaciones a todo lujo en un afamado «resort». Durante su réplica a Núñez Feijóo en el debate de investidura, lanzó una pulla a Felipe González, Alfonso Guerra y la «vieja guardia» al afirmar que el PSOE «no es de ningún dirigente histórico, solo de sus militantes y el pueblo». En ese momento, Pedro Sánchez se levantó de su escaño y aplaudió con vehemencia a su fiel telonero. Misión cumplida.