Jorge Vilches

Otro pacto del Majestic

Feijóo habrá de inventarse un acuerdo como el que llevó a Aznar a la Moncloa en 1996

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este lunes en La Moncloa
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este lunes en La MoncloaEduardo ParraEuropa Press

Las dos posibilidades de Feijóo en la investidura son que consiga el voto afirmativo del PNV en la primera vuelta sin que se vaya Vox, o que logre la abstención del PNV y Junts en una segunda votación sin espantar a su electorado ni al partido de Abascal. Se abre así la posibilidad de un nuevo pacto del Majestic. Feijóo habrá de inventarse un acuerdo como el que llevó a Aznar a la Moncloa en 1996. Entonces se tragaron sapos, aunque a la postre se consiguió una investidura que se convirtió en mayoría absoluta en las siguientes elecciones. Aquel año el PP sacó 156 diputados. A tiro de veinte. Apoyaron a los populares los canarios, que aportaron cuatro, el PNV sus cinco, y CiU, los necesarios 16. A cambio se dieron competencias y dinero, se quitaron del camino los populares locales, y se permitió a los nacionalistas la construcción de estructuras de Estado. ¿Fue bueno esto para España? Hay diferentes versiones, pero quizá no lo fue a tenor del crecimiento de los nacionalismos rupturistas y de la inexistencia de una colaboración leal y constitucional más frecuente del PP con las «derechas autonómicas».

En este nuevo Pacto del Majestic la oferta del PP al PNV competiría con la de Sánchez, que tiene en su contra que cuenta con Bildu como socio preferente. A fin de cuentas, el PP tendría que recular en buena parte de sus propuestas, como son la derogación de la ley de memoria democrática, o el mantenimiento de la ley de seguridad ciudadana y de la inviolabilidad del rey. Si el PP acepta esto tendría que contar con la comprensión de Vox, que demostró en la elección de la presidenta del Congreso que no acepta ninguneos. Sin dar seguridades por escrito al partido de Abascal no habrá investidura que prospere. Las cesiones al PNV deberán ser de tal envergadura que no sean para los nacionalistas ningún perjuicio en el País Vasco frente a Bildu. Ya se sabe que eso de pactar con «españolazos» tiene un coste en esa comunidad. Del mismo modo, esas concesiones no podrán suponer un deterioro del orden constitucional porque ese es el empeño del electorado de la derecha. En esta cuestión no es tanto sacralizar la Constitución como considerarla el freno a los nacionalistas autoritarios e izquierdistas.

Para que todo esto encaje el PP debe organizar estos treinta días que restan hasta el 26 de septiembre, día de la investidura. En los últimos tiempos el PP ha actuado sin guion ni un único portavoz en una cuestión tan delicada como son los pactos. Es evidente que no había un plan B si las encuestas para el 23-J fallaban y había que hacer un «Frankenstein» de derechas. No es comprensible, ni bueno, que Cuca Gamarra, Bendodo y González Pons se manejen por su cuenta, o hagan declaraciones contradictorias sin seguir un estricto argumentario.

Guion y portavoz, y el resto un paso atrás, porque al margen de la investidura los populares tienen un mes para deshacer la imagen de que fue el PSOE quien ganó las elecciones, que hay una «mayoría progresista» en España, y que la derecha vive al margen del progreso y de la democracia. No debe parecer que la mayoría se equivocó votando al PP, ni que el Rey tuvo un error al encargar a Feijóo que formara Gobierno, ni que el partido popular es una fuerza aislada. Que se quiten de la cabeza en Génova que este tiempo no será «propagandístico». Todo lo es. Así lo hace la izquierda en su pugna por el poder. De hecho, el PP debe capitalizar la consulta de esta semana con el grupo parlamentario del PSOE, si es que se aviene el sanchismo a sentarse con la derecha. Unos, los populares, deben parecer los constitucionalistas con sentido de Estado, y los otros, que volverán al «no es no» unos meros cuentistas con más arrogancia que responsabilidad.