Barcelona

Plebiscito en en el Penedés: cava o independencia

En Sant Sadurní gobiernan ERC y el PDeCAT pero ahora, de cara al 21-D, sólo se habla del boicot y la marcha de bodegas.

Las bodegas de Cava Freixenet se encuentran Sant Sadurní. Su presidente esperará al 21-D para tomar la decisión de trasladar o no su sede fuera de Cataluña
Las bodegas de Cava Freixenet se encuentran Sant Sadurní. Su presidente esperará al 21-D para tomar la decisión de trasladar o no su sede fuera de Cataluñalarazon

En Sant Sadurní gobiernan ERC y el PDeCAT pero ahora, de cara al 21-D, sólo se habla del boicot y la marcha de bodegas.

Los viñedos de la Comarca Penedés están secos. La recogida de la uva finalizó en septiembre y ahora es cuando quienes exprimen esta tierra esperan obtener sus frutos con la venta navideña que es, sin duda, su gran apuesta del año. Sin embargo, la inestabilidad política que se vive desde octubre hace presagiar lo peor. Los vecinos de esta región que abarca tanto la provincia de Barcelona como la de Tarragona asume el 95% de la producción del cava, y los pueblos de la zona viven por y para este sector. El 75% del cava que se produce en España procede de Sant Sadurní.Por eso no es de extrañar que muchos barajen ya la posibilidad de marcharse de esta bucólica región donde se respira tranquilidad y aire puro para poder seguir manteniendo a su familia. Los vaivenes políticos, la declaración de la DUI en octubre y la siguiente fuga de empresas ha puesto en alerta a familias enteras.

En Sant Sadurní de d’Anoia, uno de los pueblos del Penedés donde el 80 % de sus 12.600 habitantes están relacionados directa o indirectamente con la producción del cava no ocultan su preocupación. Tan sólo en Sant Sadurní hay 60 cavas, lo que supone el 28% de toda la región del Penedés según el Consejo Regulador del Cava. Las más populares son Freixenet, que recibe a los visitantes a la entrada del pueblo con unas espectaculares instalaciones y amplios viñedos, y Codorniú. Esta última fue la que abrió la veda de la estampida en cuanto notó en sus cuentas el reflejo de la inestabilidad política. Luego le han seguido otra decenas de ellas. En principio sólo han trasladado la sede social de la empresa, Codorniú por ejemplo lo hizo a Haro, en La Rioja, pero la mayoría piensa ya en el cambio de su sede fiscal y con ello la potencial pérdida de empleos en la región.

José Luis Bonet, presidente de Freixent confirma que esperara a ver qué ocurre en las elecciones del 21-D para tomar la decisión. El caso de las grandes productoras de cava es el que más repercusión tiene en los medios, pero los minoristas también muestran su inquietud. Joan Pintado es uno de ellos. Lleva toda la vida en Sant Sadurní y trabaja en una de las pequeñas cavas de la que prefiere no dar el nombre. Él es nacionalista, pero moderado. Asegura que votará por Esquerra Republicana, pero también confiesa que ya ha cambiado el registro de la sede social de su productora de cava. «Nos encontramos en medio de un doble boicot, por tenemos al Gobierno de Rajoy que ofrece beneficios para que saquemos de aquí nuestra empresa, pero si lo hacemos somos boicoteados nuestros paisanos. Hagamos lo que hagamos lo vamos a notar», asegura a LA RAZON. Además, reconoce que aunque le duela no le quedará más remedio en irse si así toca. «Si tenemos que trasladar la sede fiscal y por lo tanto el consejo de administración, pues lo haremos. Y si me dicen que me tengo que ir a Murcia pues me iré. El trabajo es el trabajo», confiesa con lamento. Su mujer, Fefa, es más combativa. «Pueden que se lleven la administración de las empresas, pero no podrán arrebatarnos los viñedos», dice. Lo que está claro es que éste éxodo parece imparable si el independentismo resulta vencedor en los comicios de este mes.

En este pueblo del Penedés, donde gobierna ERC y el PDeCAT alternándose la Alcaldía, cuelga en la fachada un cartel en el que se afirma que iza bandera española por imperativo legal. Es cierto que la región es por tradición proclive a la independencia y los lazos amarillos pidiendo la libertad de los Jordis lucen en cada esquina de San Sadurní. Pero los vecinos, al menos en los pequeños corrillos empiezan a estar hartos de esta situación. «Lo de la placa de la bandera de España es una tontería, gastar dinero en eso no tiene sentido, además de lo fea que es. En el pueblo hay mucha preocupación por lo que pueda ocurrir con el trabajo de la gente que está vinculada al sector del cava, que es casi toda. Claro que afectaría al empleo si se declarara la independencia. Todavía no se ha hecho y ya se ha visto cómo varias empresas se están yendo. Sería una perdida total de la identidad del pueblo, habría que reinventarse y la economía se vería muy dañada. El riesgo es real y si esta situación de incertidumbre se mantiene en el tiempo afectará más aún», confiesa Diego Herrera, investigador y paisano de Sant Sadurní.

Pero también en esta localidad hay quienes defienden que la ruptura con España es lo primero y el resto «ya se arreglará». Así piensa Nuria, de 32 años que atiende a este diario mientras espera para coger el tren en la estación que linda con la fábrica de Freixenet. «Quien quiera irse que se vaya, las puertas están abiertas. Yo no tengo miedo ni caigo en las artimañas del Gobierno de España. Claro que hay empresas que se van porque les han prometido que si trasladan su sede no pagarán impuestos durante dos años. Es un auténtico chantaje», afirma. Ella vota a la CUP.

Pero no se trata sólo del traslado de la dirección y cuerpo ejecutivo de las empresas, sino que la imagen que tienen los turistas de Cataluña y el miedo a los vaivenes políticos está reduciendo el número de personas de fuera que visitan la comunidad y en especial las bodegas el Penedés. En la tienda de Vins i Caves, en Sant Sadurní, tan sólo un par de extranjeros degustan los manjares enológicos de esta tierra. Algo extraño cuando meses atrás no cabía un alfiler. Y más aún en pleno puente de la Constitución. Su dueña rehusa hablar con los medios, no quiere dar cifras y pone mala cara cuando se le pregunta por el efecto del procès en la venta de cavas y vinos.

Alfredo y Francisco Cabeza miran el escaparate de la tienda. Son vecinos de toda la vida de este municipio y observan con lástima lo que está ocurriendo. Son hermanos y toda su vida han trabajado como encofradores. Están de visita porque su padre se encuentra ingresado en una residencia del pueblo. Ellos hace años se instalaron en Sant Pere de Ruidebitlles y Vilafranca del Penedés con sus respectivas familias, pero todas las semanas acuden a San Sadurní. «Está claro, aquí hay miedo, si hay independencia se irán las empresas y el paro será devastador. Ya ha empezado a notarse, conozco a gente que lo está pasando muy mal. En este pueblo donde he pasado casi toda mi vida se vive del cava y me da pena ver cómo los políticos como Puigdemont y compañía quieren llevarnos a la ruina», dice Alfredo. Su hermano asiente.

«Sobre todo las cavas pequeñas porque muchas de ellas viven gracias a las subvenciones que reciben de Europa, y si Cataluña se independizara éstas se acabarían y no podrías subsistir, se recortaría plantilla... un desastre. Así que la opción sería cerrar el negocio o trasladarlo a otro punto de España», añade Francisco. A los Cabeza, socialistas de toda la vida, les gusta hablar y aseguran que no entienden por qué los independentistas dicen que lo que está ocurriendo en el Penedés es un boicot del Estado.

«Ellos sí que son los que hacen boicot. Mire, mi mujer trabaja en el hospital de Vilafranca y el otro día fue a comprar la lotería de Navidad y le dijeron que este año no se iban a facilitar los décimos en el centro sanitario, que quien quisiera fuera a la administración a comprarlo, porque este año querían boicotear la lotería nacional... ¡boicot a la lotería!», repite indignado. Él comprará su décimo y brindará en casa con cava esta Navidad. Entre sus deseos para 2018 que los viñedos del Penedés sigan dando sus frutos y sus paisanos puedan seguir trabajándolos como llevan haciendo generación tras generación.