Opinión

¿Quo vadis, Sánchez?

Al PSOE le falta trabajar su argumentario y los fracasados del 28-M no son los más adecuados para confeccionar su estrategia

El Presidente del Gobierno Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro SánchezDomenech Castelló / EFE

La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, resistió como una jabata las preguntas de Carlos Alsina ayer en Onda Cero. Se bregó con ganas, quizá consciente de que algunas cosas tienen poca justificación pero, sin duda, estuvo a la altura. Dejó interrogantes por contestar, sobre todo sobre la campaña. La estrategia se marcó el miércoles en el Congreso de los Diputados. Se fijó el objetivo: parar a la ultraderecha que va de la mano de la derecha cómplice, otrora derechita cobarde. Se fijó el argumentario: son el trumpismo. Y se fijó la táctica: movilizar al electorado de izquierdas para frenar a la ultraderecha, erigiendo al PSOE como el voto útil.

El discurso del presidente fue rotundo hasta el punto de que recordaba aquella entrevista en 2016 con Jordi Évole en la que acusaba a los poderes económicos y mediáticos de forzar su salida. Se movió en esta línea sisando el discurso del conglomerado de Sumar. La ministra Rodríguez se situó tras esta estrategia pero no concretó en dos cosas. La primera: ¿qué ofrece el PSOE además de este Frente Popular para frenar a la derecha? La segunda: ¿los cocineros de la campaña serán los mismos que han fracasado el 28-M? Su respuesta ambigua. Estamos analizando los resultados y las causas del resultado, vino a decir. O sea, el PSOE sabe que ha perdido pero no sabe cómo remontar. Lo que está claro es que solo agitando el espantajo de la ultraderecha, espantajo cierto, no remontará.

El presidente apuntó algunas de estas causas cuando dijo que muchos alcaldes y presidentes autonómicos han perdido a pesar de su buena gestión, ergo han perdido por culpa de Sánchez porque el antisanchismo es un sentimiento arraigado. Las formas de hacer del presidente han abonado el terreno para que la «derechona» ataque por tierra, mar y aire. Pero las viejas fórmulas para frenar a la derecha. No estamos en 1993 con «Felipe-Aznar, tú decides», ni en 2008 con Carme Chacón al frente de «si tú no vas ellos vuelven». Solo con eso la partida se pierde.

Al PSOE le falta trabajar su argumentario y estoy convencido que los fracasados del 28-M no son los más adecuados para confeccionar esta estrategia. ¿Cómo explicar que la derecha de PP y Vox quiere derogar el sanchismo? ¿Cómo explicar que los derechos sociales pueden verse afectados? No es fácil, pero sustentar el discurso en el España va bien y ojo que irá mal si vienen los malos es una herramienta frágil.

Al presidente le puede pasar lo que a Churchill. Que después de ganar una guerra perdió las elecciones. La economía está saneada, el paro está en parámetros más que aceptables, la inflación controlada, las inversiones viento en popa, el turismo como nunca, hemos superado una dura pandemia y tenemos voz en Europa. Con todo esto, el antisanchismo se impone.

Pedro Sánchez ha desempolvado su Manual de Resistencia y ha convocado elecciones. El movimiento es bueno, pero le falta el contenido. Haría bien Alberto Núñez Feijóo en no darlo todo por hecho, y sobre todo, su cohorte de aduladores, que pueden hacer un flaco favor. Recuerden 2008, podría ser el mensaje a los hooligans porque se ganaron las municipales y se perdieron las generales. Y también el presidente debería recordar que segundas partes nunca fueron buenas. Es decir, la receta de 2008 no sirve para 2023. En el 2008 parar a la derecha sacó la gente a la calle. ¿Lo hará en 2023? Como con el arroz, los gurús del 2008 están ya duros y pasados.

También es importante no repetir errores. Feijóo se paseó como futuro presidente en la reunión anual del Círculo de Economía en Barcelona. Sánchez comunicó su ausencia a última hora, lo que cabreó a un auditorio influyente que quiere escuchar al presidente del Gobierno. Si no vas, el líder de la oposición asume el papel. Otro gesto de los cocineros de Moncloa porque en política es importante achicar espacios al contrario. No dejárselos a tiro.