Financiación autonómica
Rajoy abrirá el debate de la financiación ante la campaña del 27-S
Será uno de los ejes empleados para enfrentarse al mensaje rupturista de Artur Mas
El Gobierno presentará en septiembre las conclusiones del grupo de trabajo que ha analizado el funcionamiento del modelo de financiación autonómica que impulsó el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero de la mano del tripartito catalán (PSC, ERC e ICV). Estas conclusiones se conocerán coincidiendo con la campaña de las elecciones autonómicas catalanas. Las quejas en materia de financiación han sido siempre uno de los argumentos recurrentes del discurso nacionalista hasta el punto de inflexión que supuso la exigencia por parte de Artur Mas del «pacto fiscal», con la que abrió el camino hacia la secesión.
Precisamente, en el programa para las elecciones generales el PP incluirá expresamente el compromiso de promover en 2016 un nuevo modelo de financiación autonómica. La estrategia popular ante las elecciones del 27-S pivotará sobre dos ejes. Por un lado, la defensa rotunda del principio de legalidad. Por otro, en Génova adelantan que buscarán el voto más sentimental, a costa incluso de aparcar el perfil o las cuestiones más ideológicas, para intentar ganarse el apoyo de aquellos que se sienten catalanes y españoles. Centrarán su acción política especialmente en el voto urbano y, en concreto, en el área metropolitana de Barcelona, donde dicen que intentarán competir con Ciudadanos para ganarse el hasta ahora voto socialista.
El recién nombrado candidato, Xavier García Albiol, dedicará este mes de agosto a hacer mucha calle, aprovechando las fiestas locales y distintas celebraciones populares típicas de estas fechas. Y ya a partir de la última semana del mes se multiplicará el desembarco de dirigentes nacionales en Cataluña para arropar su candidatura y engrasar la maquinaria preelectoral antes de la cita con las urnas del 27 de septiembre.
El discurso popular conjugará, por tanto, la defensa de la ley y de la unidad nacional, donde mostrará su tono más contundente, con un mensaje más dirigido a hacer pedagogía sobre los riesgos y las consecuencias de la ruptura y los beneficios de que España y Cataluña respeten su historia en común y las aportaciones mutuas que han conseguido de esa unidad. El PP se enfrenta a una campaña especialmente complicada porque en su espacio tiene que competir con el partido de Albert Rivera y necesita encontrar el punto que le permita reconectar con la bolsa de su electorado que se ha dejado seducir por esta formación.
Según las estimaciones de NC Report, la cifra alcanza el 37 por ciento, mientras que hasta un 12 por ciento está en la abstención. Los sondeos son pesimistas sobre su resultado y esto, de confirmarse, tendría consecuencias en la credibilidad del proyecto nacional frente a la amenaza secesionista, pero también en los intereses estrictamente de partido de cara a las elecciones generales. Si el frente de CDC y ERC obtiene buen resultado, lo reeditarán para esas elecciones con el objetivo de entrar también con fuerza en el Congreso de los Diputados. Además del gesto de reabrir el debate de la financiación autonómica, aparcado por completo en esta Legislatura por la premura de salir de la crisis económica, el Gobierno también prepara más gestos hacia Cataluña.
La potencia de la máquina de la propaganda independentista ha ensordecido las ayudas económicas y financieras del Gobierno central a la Generalitat, y en el PP asumen que tienen que revisar y reforzar su discurso político para contrarrestar su déficit en ese terreno. Pero, a dos meses escasos de las elecciones, en el Partido Popular también son conscientes de que no tienen tiempo para rectificar estrategias y que tienen que jugárselo todo a la carta de apelar al voto útil de los catalanes que quieren seguir siendo españoles y que hasta ahora siempre han creído que Artur Mas no iba a llevar a término su discurso independentista.
La campaña popular incluye el mensaje de que votar a Mas es votar secesión, que ya no hay término medio ni su pulso es una estrategia para presionar a Madrid y conseguir otras ventajas para Cataluña. «Los catalanes deben entender que ya no hay pulsos que valgan, que Convergencia ha sido absorbida por Esquerra y que no habrá marcha atrás después de las elecciones por parte del frente independentista si ganan los comicios. Esto no quiere decir que vayan a conseguir la independencia porque es imposible en este contexto europeo. Pero sí quiere decir que tirarán Cataluña por el precipicio», advierte un alto cargo del Gobierno.
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