Máxima volatilidad
Sánchez, a la caza de un millón de votos para ganar a Feijóo
El PSOE fía sus opciones de revalidar la Moncloa a pasar del 68% de movilización actual, al 80% en el que se mueve el PP
El PSOE ha reunido este fin de semana al partido en torno a su Conferencia Municipal, un cónclave concebido como la cita «más importante entre congresos» de la que apenas han salido un par de debates y un programa marco con buenas intenciones –erradicar la prostitución o limitar los pisos turísticos, entre otras propuestas–, pero sin excesiva concreción en las medidas. El encuentro ha servido, sin embargo, para testar el panorama de extrema volatilidad al que se enfrenta la formación de cara al 28 de mayo.
No hay certezas. La incertidumbre es máxima en una contienda que marcará el rumbo para las elecciones generales de final de año, en las que está en juego la Moncloa. Los socialistas asumen que el escenario se divide en dos pantallas: su propio resultado, aquel que les es imputable, y el de sus socios, a los que necesitan en diversas plazas para poder gobernar o mantener el poder, por lo que lamentan que «todo no depende de nosotros». «Qué más podemos hacer que no hayamos hecho ya», asegura un dirigente, en relación a su capacidad de intermediación en el conflicto abierto en los partidos a su izquierda.
En el PSOE evitan hacer cualquier vaticinio, conscientes de que todo dependerá de un puñado de votos y de que el análisis que vale hoy puede no hacerlo la noche del 28-M. «Ahora mismo a Podemos le da dentro -del Parlamento–, la próxima semana, ya veremos», resumen explícitamente desde un territorio en el que necesitan que los morados tengan una representación que, hoy por hoy, no está garantizada. La clave para calibrar el impacto del resultado electoral global reside en si el PSOE logra retener plazas importantes como Sevilla o la Comunidad Valenciana y puede gobernar en nuevas ciudades como Barcelona o Valencia. «Todo está muy ajustado», señala un presidente autonómico, que se aferra a que en su feudo no hay «pulsión de cambio» para despreciar las opciones de que pueda ser desalojado del gobierno. Lo cierto es que, en 2019 el partido consiguió un muy buen resultado, que en esta ocasión sale a defender y salvo dos excepciones –las mayorías absolutas de Extremadura y Castilla-La Mancha– el resto de gobiernos se consiguieron por un estrecho margen que ahora está en cuestión.
La preocupación va por barrios –o por comunidades– y algunas que estaban en peligro ahora lo están menos. Las alarmas han saltado recientemente en regiones como Baleares y Aragón, ante la multiplicidad de actores que entran en juego en los pactos y el riesgo de que alguno de ellos quede descolgado. Fuentes socialistas puntualizan que «perder algún gobierno no presupone nada» en la lectura final de los resultados del 28-M, si esta pérdida se produce por incomparecencia de los partidos a la izquierda del PSOE, si los socialistas consiguen aguantar el tipo e, incluso, ganar las municipales. «El cambio de ciclo no se puede leer en gobiernos, sino en número de votos», aseguran, anticipando los diagnósticos postelectorales.
Fuentes gubernamentales, no obstante, señalan que «hay muy buen ambiente», que los candidatos piden a los ministros que hagan campaña, porque la gestión del Ejecutivo de Pedro Sánchez les permite rebatir los discursos «antisanchistas» que utilizan sus rivales en las urnas. Este ejercicio de movilización es al que el PSOE fía también sus opciones de revalidar la Moncloa. En la dirección calculan que están en un 68% de fidelidad de voto, con el horizonte de llegar hasta el entorno del 80 por ciento en el que se mueve actualmente el PP. Estos algo más de 10 puntos de margen de mejora supondrían tanto como movilizar entre 700.000 y un millón de votantes progresistas –según cuantifican– que todavía no están convencidos de su voto al PSOE. La irrupción de Sumar también puede tener un impacto positivo en este sentido.
Los socialistas exponen, como base de su argumento para apoyar la aspiraciones nacionales de la vicepresidenta segunda, que existe una bolsa de electores que ya no moviliza Podemos y que no votaba –ni votaría en el futuro– al PSOE. «Sumar los va a sacar de ahí», resuelven. Qué ocurra el 28-M también será decisivo para la reconfiguración de la izquierda. En el Gobierno existe el convencimiento de que habrá acuerdo, porque sin la irrupción de Yolanda Díaz, el panorama que le esperaba a Podemos sería similar al de Ciudadanos, caer en la irrelevancia. Pero si no hay pacto, en el Ejecutivo no descartan que las ministras Ione Belarra e Irene Montero puedan acabar abandonando el Ejecutivo para marcar perfil, dando portazo, algo que ya no les genera preocupación porque han salvado el grueso de su agenda legislativa.
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