Tensión en Moncloa

Sánchez «disparó» a Marlaska en un chat con ministros

LA RAZÓN conoce las pullas del presidente a sus «peones» en el grupo de WhatsApp. «Nos enteramos los últimos siempre», escribió en alusión a la UCO

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el Senado
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el SenadoDavid JarLa Razón

Pedro Sánchez no se pudo contener. Según ha podido saber LA RAZÓN, poco después de que el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil pusiera contra las cuerdas al hoy ex secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán –en prisión provisional desde el 30 de junio–, el presidente del Gobierno cogió su teléfono, entró en el grupo de «WhatsApp» que comparte con todos sus ministros, y disparó sin remordimiento: «Siempre nos enteramos los últimos», dijo según las fuentes consultadas.

El líder socialista estaba muy tocado, casi hundido. Su aspecto físico tras perder algún kilo que otro da cuenta de ello. Y no es para menos, porque antes se tiró meses defendiendo la honestidad de su hasta entonces mano derecha en el partido. Incluso le ratificó en el último congreso federal, en Sevilla, a finales del año pasado, pese a las primeras informaciones publicadas en algunos medios que ya apuntaban al exdiputado navarro. Es más, algunos ministros pusieron todo este tiempo la mano en el fuego por él. Pero se quemaron. «No teníamos ni idea», explican.

Esas cinco palabras del presidente en el grupo fueron un dardo punzante dirigido al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, muy criticado dentro de Moncloa por no haber logrado información alguna de las pesquisas del Instituto Armado, que estuvo durante meses recopilando información sobre la trama y sobre Cerdán. Se puede decir que el «tirón de orejas» del presidente, como lo describe una fuente del Ejecutivo, fue un correctivo, casi una humillación, porque la crítica, que no fue directa con nombre y apellidos, se hizo en un foro en el que participan el resto de sus colegas ministros; algo que puede ser hiriente.

A Moncloa le hubiera gustado enterarse del informe de la UCO

Lo cierto es que al Gobierno le hubiera gustado enterarse del contenido del demoledor informe, que sitúa a Cerdán como supuesto cabecilla de una trama de cobro de comisiones a cambio de adjudicaciones de obra pública, antes de que se publicara en los medios de comunicación. Durante varias semanas, los ministros fueron a ciegas. Ninguno sabía bien qué responder cuando se le preguntaba por el ex «número tres» del partido. Y casi todos recurrieron a la defensa numantina, porque le veían, como a la mujer del presidente, siendo víctima de una cacería política, mediática y judicial. Pero la realidad es más dolorosa, porque la trama también involucra al exministro de Transportes José Luis Ábalos y a su exasesor en el ministerio Koldo García –que aterrizó en Madrid de la mano del propio Cerdán–.

Los tres se han convertido en el gran dolor de cabeza de Sánchez, que llegó a la Presidencia del Gobierno hace siete años como abanderado de la regeneración democrática en la primera moción de censura exitosa de la democracia.

En verdad, a Moncloa le hubiera gustado tener información sobre la investigación de la UCO para adelantar escenarios y, en definitiva, para lidiar mejor con una crisis que ha matado la credibilidad del gabinete de coalición y del propio presidente. Cada día que pasa es un martirio, porque las filtraciones y las publicaciones de los audios de los implicados en la trama no cesan. A Sánchez tampoco le gustó que no llegara a oídos de Marlaska el audio que la UCO no incluyó y en el que se escucha a Víctor de Aldama desvincular a Begoña Gómez del rescate a Air Europa.

En cualquier caso, el líder socialista aún confía en recuperarse del mazazo y restablecer la confianza de los grupos políticos que le dieron la investidura para resistir hasta 2027, cuando está empeñado en que se celebren las elecciones pese a la presión de fuera, e incluso de algunos sectores de dentro de su partido. Marlaska, que no tiene carné de militante socialista, es el titular de una de las carteras más difíciles del Ejecutivo.

El ministro con más papeletas para hacer las maletas

El ministro acumula en su expediente en estos años (llegó en el primer Gobierno de Sánchez) todo tipo de crisis y peleas internas con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que dirige. Además, para más inri, tendrá que explicar su papel en la investigación del «caso Cerdán». La oposición sospecha que el ministro está entorpeciendo la labor de la UCO, porque Instituciones Penitenciarias, que dirige su número dos, Ángel Luis Ortiz, se negó a facilitar el registro de las visitas que está recibiendo Cerdán en Soto del Real. La Guardia Civil cree que la defensa del político navarro se enteró de esa reclamación por una filtración de Interior.

Si bien es cierto que el presidente descartó el martes una crisis de gobierno a la vuelta de las vacaciones, la realidad es que nadie dentro del complejo presidencial la descarta. El equipo del líder socialista está en tensión y Marlaska vuelve a ser el gran favorito para bajarse del barco gubernamental tras siete años de desgaste acelerado. Una fuente con asiento en Moncloa admite que el ministro «lleva al menos dos años con un pie fuera».

Esta misma fuente se queja de la gestión del ministro: «Lo que no puede ser es seguir así». Basta echar un vistazo a los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que preside el socialista José Félix Tezanos, para darse cuenta de por qué ese es el estado de opinión imperante en el Ejecutivo: es el tercer ministro más conocido (88,7%) tras Yolanda Díaz (97,5%) y María Jesús Montero (91,3). Pero es el peor valorado de todo el gabinete (3,66).