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Sánchez asume ya un Gobierno de coalición con «independientes»
Reitera su mano tendida a Iglesias y quiere la investidura la primera semana de marzo
Reitera su mano tendida a Iglesias y quiere la investidura la primera semana de marzo
Casi dos meses después de su primera reunión, inmediatamente posterior a las elecciones generales, Pedro Sánchez y Mariano Rajoy volvieron ayer a verse frente a frente para tomar las riendas de la gobernabilidad de España. La correlación de fuerzas es inversa a la que se vivió hace 51 días, pues ahora es el líder socialista quien asume la formación del gobierno, pero ni siquiera en la tesitura actual el presidente en funciones declina llevar la iniciativa del proceso y, por ello, volvió a reiterar a Sánchez su oferta de gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos. La respuesta del secretario general socialista no ha variado un ápice, a pesar del paso del tiempo, y es la misma que le manifestó en diciembre y que le ha llevado a evitar propiciar cualquier encuentro entre ambos desde entonces. «No vamos a formar parte de ningún gobierno del PP», destacó.
A pesar de su reiterada negativa a reunirse con Rajoy en las últimas semanas, Sánchez calificó el encuentro de ayer como «útil» para que los «españoles visualicen que los dos principales partidos dialogamos, nos reunimos y tenemos una postura común en los asuntos de Estado». Sin embargo, de la cita no salió avance alguno para la investidura del líder socialista, que reconoció no haber siquiera planteado al PP su abstención para favorecer su salto a La Moncloa. «A finales de mes espero tener el acuerdo suficientemente maduro como para presentarme a la investidura los primeros días de marzo», reconoció. Sin los populares y con el veto de Podemos, las opciones presidenciales de Sánchez siguen siendo escasas, y por ello, el líder socialista volvió a reiterar su llamamiento a las «fuerzas del cambio» y en especial a Pablo Iglesias, a quien deja «la puerta abierta» para que se sumen a su proyecto. La idea del socialista es sumar lo que une a estas formaciones para «ejecutar en lo que estamos de acuerdo» desde el gobierno y aquello en lo que no, «someterlo al Parlamento para que sea la mayoría la que decida». En este punto, Sánchez reconoció que ya no se «cierra a ninguna posibilidad» en referencia a la conformación del gobierno, que ya asume no será monocolor y en el que incorporará a personas de otros partidos políticos e incluso «independientes de prestigio» no vinculados a la política.
Sánchez quiso rebajar la tensión sobre el apretón de manos frustrado con Rajoy, asegurando que fue «algo natural», porque ya se habían saludado antes en privado y tildando de «anecdótica» una imagen que no refleja la realidad. «Estoy seguro de que Rajoy no vio mi gesto de tenderle la mano», aseguró. No fue tan comprensivo con las declaraciones realizadas por los ministros del Interior, Jorge Fernández Díaz, y de Exteriores, José Manuel García-Margallo, sobre los riesgos de un futuro gobierno de PSOE y Podemos e instó al presidente en funciones a que «acabe con la campaña del miedo» que han impulsado, porque «su salida del gobierno lejos de generar problemas, va a solucionarlos». Sánchez reconoció que no sacó a relucir el tema de la corrupción en su encuentro con Rajoy, para «evitar ahondar en la situación», aunque consideró que el presidente «debe estar preocupado».
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