Opinión
La ternura de matar al padre
Podemos se empeña en disputar un espacio que ya no es suyo
A la izquierda del PSOE no se libra ya ninguna guerra. Solo Podemos cree que ahí sigue habiendo una batalla pendiente. En este momento, los de morado son como esas moscas enormes y torpes que se dan cabezazos una y otra vez contra un cristal, pensando que están luchando contra otro insecto y embistiendo únicamente contra su reflejo. Pero no hay enfrentamiento cuando es solo uno el que se empeña en actuar como si confrontase y el otro anda ya a su aire, a otras cosas. Se llamará de otra manera, pero no conflicto: para eso hace falta que sean dos, al menos, los que participen activamente en la pugna.
Podemos sigue empeñado en eso, en disputar ese espacio, pero es que ese espacio ya no es suyo. Ahora ya es de Sumar, sea lo que sea esa amalgama hiperglucémica de todos los demás menos los secuaces de Pablo Iglesias formado tras un proceso de escucha, sea eso lo que sea también. Ahí ha estado lista Yolanda Díaz, dejando que se desgastaran las Monteros y Belarras mientras ella, supongo, escuchaba. Y tomaba nota: que ellas se enfadan mucho, yo sonrío. Que ellas gritan, yo hablo flojito. Que fruncen el ceño, yo doblo la cabecita y subo el hombrito. Y así, poquito a poquito (es hablar de Yolanda Díaz y se me escapan los diminutivos, como cuando hablo con un niño muy chico), ha ido dejando de ser la que no quería ser ministra para ser la que quiere ser presidenta del Gobierno. De la señalada por el dedo providencial de Pablo Iglesias a la que está harta de tutelas.
Y a aquellos, claro, se les ha quedado, de pronto, cara de vaca viendo pasar trenes. Por eso son ahora como ese novio al que dejas y te llama para decirte que te da otra oportunidad. Y tú miras el teléfono no dando crédito, sin saber muy bien qué parte de «contigo no, bicho» no ha entendido. Me imagino ahora mismo a Yolanda Díaz limándose las uñas y soplando el esmalte mientras los otros se empeñan en repetirle que están dispuestos a tender su mano para sellar un acuerdo electoral. Dando entrevistas y ruedas de prensa, por si es que no lo ha escuchado bien.
Mientras tanto, con la otra, con la que no tienden, se alinean con los separatistas –Bildu y ERC– para intentar aparentar un equilibrio de fuerzas y mantener la ficción del pulso por ese espacio a la izquierda del PSOE. Les salva la ternura, porque si Yolanda Díaz no estuviera en eso, en la alegría y el hablar bajinis con tonito Rosa León, ya les habría gritado que no den más la turra, que no lleva suelto.
Iglesias, ese ciudadano con canal de YouTube, ya va avisando de que, de presentarse Sumar a las elecciones generales sin Podemos sería «una tragedia electoral y política». En realidad lo sería para los suyos, los morados, le ha faltado puntualizar. Debe ser una tragedia venir de estar a las puertas de conquistar el cielo por asalto y estar en estos momentos suplicando que te hagan casito. Algo, tampoco tanto. Lo justo para que la madre de tus hijos no se vea desterrada a la irrelevancia de la penúltima bancada. Ella, que ya se sentía en la bancada azul tan en su casa que hasta se traía los frutos secos para los ratejos muertos.
Para Díaz no sería un fracaso, que sería un revulsivo, dice. Y ahí tenemos una prueba más de por qué no existe tal guerra, porque ella no está a eso. Y también de su falta de rigor semántico: Sumar nace restando y la ternura consistía en matar al padre.
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