Política

Doctrina Parot

Troitiño se fue de camping tras haber asesinado a 21 personas

Los etarras liberados no se han arrepentido ni piden perdón a las víctimas

La Razón
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Uno se fue de camping con su familia después de haber asesinado a 21 personas, que, precisamente, se encontraban en unos grandes almacenes para hacer las últimas compras antes de las vacaciones. Otro fue el que explicó a Henri Parot cómo se fabricaban las bombas con las que después cometería numerosos atentados. Otro secuestró a un empresario. Otro mató a un peluquero. Otro, a un taxista... y así hasta nueve, los que obtuvieron ayer la libertad gracias la decisión de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.

El más conocido de los excarcelados es Domingo Troitiño Arranz, «Txomin», condenado a más de 1.000 años por el atentado contra los almacenes Hipercor de Barcelona. Tras perpetrar la acción criminal, se fue de vacaciones con su mujer y sus dos hijos a un camping en Francia pese a haber dejado sumidas en el dolor y la tragedia a tantas familias. Cuando fue detenido por la Policía, explicó con toda frialdad el atentado: «Rafael Caride (el otro autor, que ahora va de "arrepentido") me comentó que los almacenes Hipercor eran una sociedad de capital francés, por lo que decidimos atentar contra la empresa. Para esta acción, preparamos un Ford Sierra que nos había entregado la organización (ETA), con 27 kilos de amonal y una mezcla incendiaria de 200 litros compuesta de gasolina, cola de contacto y escamas de jabón, dejando el vehículo con un dispositivo de tiempo en el aparcamiento de los citados almacenes».

El caso de Domingo Troitiño, nacido en la localidad palentina de Tariego de Cerrato, es el del típico terrorista, lleno de odio a España, que no se ha arrepentido de nada de lo que hizo y que no ha pedido perdón a las víctimas. Ingresó en ETA en 1983 de la mano de su hermano, Antonio, el del «comando Madrid», que espera en una cárcel británica si le ponen en libertad o lo entregan a España.

Si Troitiño es un pistolero de «base», Isidro Garalde Bedialauneta, alias «Mamarru», tuvo en la banda una importancia capital, ya que fue el encargado de enseñar a los «comandos» el uso de explosivos y, en concreto, la fabricación de artefactos, como los coches bomba, las «lapas», «minas», etcétera. No consta que se haya arrepentido ni que se haya separado un segundo de la disciplina de ETA. Junto con Juan Ignacio de Juana Chaos, en ignorado paradero, es uno de los terroristas con mayores conocimientos «técnicos» que, se supone, los años de cárcel no le han hecho olvidar.

José Ignacio Urdiain Ciriza cumplía una condena de 492 años de prisión por dos asesinatos, un secuestro y otros delitos de terrorismo, como consecuencia de haber dado muerte a un guardia civil, un agente de la Policía Nacional (casado y con tres hijos), y de retener contra su voluntad, durante 59 días, al empresario Jaime Caballero.

José Artola Ibarreche fue detenido, junto a otros dos miembros de ETA, por su pertenencia al «comando Orbaizeta». Fue acusado de ser uno de los autores del asesinato del peluquero de Portugalete Agapito Sánchez. Juzgado en 1988, se le acusó también de haber matado al comisario José Luis Raimundo Moya. Elías Fernández Castañares también perteneció al «comando Orbaizeta». Fue detenido en 1986 en Bilbao cuando intentaban perpetrar, junto a otros etarras, un atentado contra una pareja de guardias civiles. Fue condenado a 58 años de cárcel por dos atentados cometidos en 1985, contra Juan José Uriarte Orue, taxista y primo del obispo de San Sebastián Juan María Uriarte, y el otro, por el asesinato ya citado del peluquero.

Luis María Azkargorta se presentó voluntariamente en la Audiencia Nacional en abril de 1988, cuando era buscado por su colaboración con ETA. Fue condenado a 37 años por su implicación en el atentado que costó la vida al policía Félix Gallego Salmón, perpetrado en Vitoria. En este crimen colaboró con Juan Carlos Arruti, «Paterra», otro de los que se puede beneficiar de la anulación de la «doctrina Parot».

Joaquín Sancho Biurrun perteneció al «comando Mendaur», que actuó en Navarra entre 1982 y 1984. Fue condenado a a 27 años de cárcel por el asesinato a tiros, en junio de 1984, del policía Diego Torrente Reverter en Pamplona. También fue sentenciado por haber matado a Jesús Blanco, jefe de Comunicaciones del aeropuerto de Noain.

Juan Luis Aguinagalde asesinó el 26 de octubre de 1983 al comerciante Lorenzo Mendizábal Iturralde en su carnicería de la localidad de Hernani. Un año después, el 13 de junio de 1984, mató al guardia civil Ángel Zapatero Antolín, mediante la colocación de un explosivo en los bajos de su vehículo. Fue juzgado y condenado en marzo de 1986, por ambos asesinatos, a 61 años de prisión. Fue miembro del «comando Aizkora», al que pertenecieron los dos hermanos Troitiño Arranz.

Juan Gómez fue detenido por primera vez por integrar un grupo de miembros «legales» (no fichados) de apoyo al «comando Vizcaya». Fue arrestado, junto con otro miembro de la célula, cuando ambos se disponían a robar un vehículo que iba a ser utilizado para atentar contra una patrulla de la Policía Nacional.

En el momento del arresto, los agentes les intervinieron dos pistolas semiautomáticas y una furgoneta cargada con explosivos. Gómez se dedicaba a comprobar matrículas de vehículos y recopilar información sobre personas que después eran objetivo de los terroristas. Durante su etapa como colaborador del «Vizcaya» fueron cometidos varios atentados, como el perpetrado contra el subteniente de la Guardia Civil Cristóbal Martín Luengo; y, a los pocos días, contra el hostelero de Santurce José Luis Barrios Copetillo.

«Mamarru» fue el profesor de Henri Parot

Henri Parot explicó a la Guardia Civil el papel que había jugado «Mamarru», por orden de Domingo Iturbe Abásolo «Txomin», en la formación del «comando Argala», que tantos crímenes cometió: «Nos enseñó a manejar pistolas marca Browning y Firebird; fusiles tipo G-3; metralletas marca Stein y Matt; manipulación de explosivos plastic, goma-2, pólvora negra, trilita y otros que no me acuerdo; montaje de sistemas de iniciación de cargas explosivas con relojes mecánicos con agujas metálicas perforando el cristal; sistemas trampa tipo pinza con dos tornillos y un separador de plástico que al quitarlo accionaba el circuito; mecha lenta con un detonante; e interruptores eléctricos. También les enseñó a disparar en unas zonas boscosas de Francia.