ETA
Un abrazo a Henri Parot
Henri Parot, el jefe del «comando Argala» de ETA, autor, entre otros atentados, de la colocación de un coche bomba contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, con el resultado de once personas asesinadas, seis de ellas menores, ya tiene un asistente a su homenaje cuando, una vez cumplida la condena por los múltiples crímenes que cometió, abandone la cárcel de El Puerto de Santa María. No es otro que el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegui, que ayer, en un ejercicio de chulería y prepotencia, anunció que la izquierda abertzale (que él mismo lidera) no acepta que le digan si puede o no hacer recibimientos a presos de ETA que salen de prisión: «Hay 250 presos y habrá 250 recibimientos», aseguró en lo que es también una humillación a las víctimas del terrorismo.
Tal y como adelantó LA RAZÓN, los recientes homenajes-recibimiento realizados a José Javier Zabaleta Elósegui y Javier Ugarte, eran la «tarjeta de visita» que los antiguos proetarras presentaban al Gobierno de Pedro Sánchez. Su abstención en Navarra y, si fuera necesario, el apoyo de sus dos parlamentarios en el Congreso de los Diputados, no son un «regalo». Debía producirse una contraprestación y comienza por los preso etarras, para los que hay «dar una solución».
Cuando Parot abandone la cárcel, se dirigirá a su país, Francia, para lo que deberá atravesar España de sur a norte. A un elemento tan «valioso» para ETA y, por lo tanto, su entramado, no le van a dejar «colgado», expuesto a que alguien, indignado por los crímenes que cometió, al menos le afee su conducta, aunque sea con palabras gruesas. El jefe del «comando Argala» puede ya dormir tranquilo en su celda porque tiene quien le recibia en su salida de la cárcel andaluza y, con toda seguridad, le dará cobertura hasta la frontera gala. Puestos a celebrar homenajes, Otegui tampoco se debería perder el de Francisco Javier García Gaztelu, «Txapote», el siniestro personaje que secuestró al concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, y, pasadas 48 horas, le descerrajó, una vez maniatado, dos tiros en la cabeza que acabaron con su vida. Cumple condena en la prisión de Huelva.
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