El «aquelarre» etarra
Un manifiesto con la retórica de ETA
He leído con interés y detenimiento el comunicado de los etarras reunidos en Durango. No hay que ser un fino analista o un gran experto sobre la banda terrorista para constatar que no hay ninguna novedad positiva. Es cierto que inmediatamente salieron algunos con declaraciones e incluso con análisis por escrito donde hacían interpretaciones que en unos casos son el resultado de una ignorancia maliciosa y en lo segundo, del voluntarismo. Me hubiera gustado escribir exactamente lo contrario y hablar de unos criminales que reconocen el daño causado, piden perdón a las víctimas, exigen la disolución formal de ETA y se ofrecen a colaborar con las autoridades. No hay nada de ello en el comunicado, que es muy claro y reproduce la retórica de la banda terrorista. No hay ningún broche de credibilidad, porque los duros de ETA siguen instalados en la lógica perversa de un conflicto político que jamás existió. La clave reside precisamente en que las responsabilidades se asumen dentro de las consecuencias del conflicto y se habla de que «hemos sido objeto de las leyes y medidas de excepción, hemos sido testigos del dolor y la muerte causada por la dispersión». No hay que perder de vista que se consideran unos héroes que han luchado por su patria vasca y que eran integrantes de un movimiento de liberación.
Es comprensible que algunos quieran contemplar con optimismo lo que no es más que un movimiento de ETA para mantener el control del colectivo de presos y recordar que sigue presente. No hay que olvidar que dicen que son «receptores directos del sufrimiento padecido y generado y así lo reconocemos», con lo que demuestran esa equidistancia como si hubiera sido una lucha armada entre dos partes, como sucede en las guerras y donde, por tanto, hay víctimas en ambos lados. El lenguaje es tan perverso como el fondo del documento. Los etarras, con centenares de muertos a sus espaldas, se arrogan una superioridad moral lacerante y una exigencia inaceptable de una solución del conflicto desde un planteamiento integral y atendiendo a la «misma raíz política, y esto se debería concretar en el derecho a decidir que tiene el pueblo vasco». ¿Dónde están las novedades que algunos ven en el documento de los terroristas?
Es cierto que ETA está totalmente derrotada y es un grupúsculo agónico cuyos últimos integrantes malviven en zonas alejadas. El Gobierno de Rajoy no ha seguido ninguna hoja de ruta y ha detenido en estos dos años a numerosos etarras y sus colaboradores. A pesar de las mentiras que algunos han propalado, la realidad es que las Fuerzas de Seguridad han actuado y actuarán con contundencia. Rajoy se mantiene firme frente a las presiones de unos y otros, porque su compromiso es acabar con ETA y que pague por lo que ha hecho. Esto es lo que explica los movimientos de la banda terrorista, sus abogados y sus colaboradores. ETA no se quiere disolver, porque sus dirigentes consideran que tienen que seguir con el discurso de la lucha armada y el conflicto político aprovechando las garantías del Estado de Derecho. Es lo único que ha cambiado. La izquierda abertzale está a la espera de recuperar a Otegi como líder político e intenta no caer en las causas que podrían conducir a su ilegalización y por eso deja que sean los etarras los que actúen con declaraciones como la de Durango.
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