Primera infancia

Los voluntarios de Asociación Ampara: más de veinte años haciendo la vida de los hijos de las presas mucho más fácil y feliz

Entre otras cosas, se dedican a llevar a los hijos de las reclusas los fines de semana a hacer actividades al aire libre para ofrecerles una vida como la de cualquier niño: familia, juegos, parques, cines...

Los niños nunca son responsables de los actos que cometen sus padres pero casi siempre estos actos les afectan de manera directa o indirecta
Los niños nunca son responsables de los actos que cometen sus padres pero casi siempre estos actos les afectan de manera directa o indirectalarazon

Mujeres desesperadas cruzando el charco llenas de drogas. Llegan a Barajas y el sueño se desvanece. Si son detenidas las penas suelen superar los siete años de prisión. A este drama se suma tener hijos que, hasta los 3 años pueden estar con sus madres. La Asociación Ampara se dedica a sacarlos de paseo para que puedan disfrutar de una vida más “normal”.

Es una situación que no por repetirse cada año y varias veces deja de ser una tragedia: mujer parada en el aeropuerto de entrada a España que es requerida para comprobar qué lleva en su equipaje. Y en su equipaje lleva lo que no debería pero que ha hecho casi siempre engañada con falsas sorpresas de mejoría en su vida. Mujeres provenientes de ámbitos sociales extremadamente pobres, sin estudios, y con una fuerte desesperación. Son el blanco más fácil y más débil para las mafias.

Cuando embarcan en su país de origen repletas de drogas han confiado en quienes las han engañado vilmente para lograr su objetivo. Es fácil juzgarlas desde fuera desde nuestras cómodas vidas pero es muy difícil hacer un ejercicio de empatía ante personas absolutamente desesperadas que hacen actos, casi siempre sin entender el alcance de lo que hacen. Siempre son el eslabón más débil de una cadena donde los poderosos siguen engordando sus arcas mientras ellas pagan con largas condenas. Y es que de nada les sirven sus lamentos una vez que son detenidas y llevadas hasta un juez. Suelen caerles largas condenas. El problema de muchas ellas es que son madres de niños muy pequeños con los que a veces incluso viajan. Niños que no tienen donde ir y que, si son menores de tres años, tienen derecho a permanecer con sus madres, aunque sea en prisión.

Muchas personas no entienden que el niño menor de 3 años permanezca en prisión y, sin embargo es la mejor de las decisiones desde el punto de vista de su protección. Tal y como nos explicaIbone Olza, psiquiatra infantil y responsable, entre otras cosas, del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal: “Es fundamental que esos niños estén con sus madres para no agravar el problema. Un bebé y un niño de hasta tres años no entiende qué es una prisión (mucho menos en una española donde los derechos de las presas están garantizados) y sin embargo sí sabe y sí le afecta profundamente a su cerebro estar separada de su madre.”

Y es ahí, con esos menores en prisión, donde entra en juego el importantísimo papel de nuestras protagonistas, la Asociación Ampara que, entre sus objetivos principales tiene como misiónatender a esos niños a los que sus voluntarios recogen en las diferentes cárceles para llevarlos los fines de semana a hacer una vida fuera de los fríos muros de prisión. Voluntarios que, tras pasar unas pruebas de idoneidad, se llevan a los menores a pasar el día fuera para ofrecerles una vida de niño: llevarlos a parques, a lugares lúdicos como el cine. Una vez pasada la jornada, vuelven con sus madres a prisión. No es que sea mucho pero sí que es lo suficiente como para ofrecerles algo de alegría en sus vidas. Si no se ofrece más es porque no se puede por ley. Cuando el niño cumple 3 años la vía es: acogida, tutela en un centro de menores o entregarlo a algún familiar de la madre. Es un problema grande ya que estas condenas suelen ser de más de cinco o siete años. Un drama para esos niños.

La Asociación Ampara es una organización no gubernamental que nació a raíz de la experiencia e ilusión de un grupo de personas que, durante más de veinte años, han dedicado su esfuerzo y conocimiento, de manera desinteresada a ayudar a hombres, mujeres y niños, en riesgo de exclusión social, principalmente dentro del ámbito penitenciario.

Ampara se constituyó como entidad jurídica el 18 de marzo de 2015, y fue registrada como Asociación en el Ministerio del Interior el 15 de abril de 2015, con número de registro 607584. Tras dos años de andadura, Ampara fue declarada entidad de Utilidad pública el 30 de enero de 2018.

Desde la asociación nos explican que cuentan con más de 200 voluntarios que “dedican su tiempo a colaborar en alguno de nuestros programas, para mejorar la calidad de vida de las personas privadas de libertad y en riesgo de exclusión social. Gracias a nuestra evolución, hemos tenido la oportunidad de sumar a dos personas contratadas, que se encargan de gestionar el funcionamiento de la entidad en coordinación con las responsables de cada centro penitenciario”.

Imagen de parte de los miembros de la Asociación Ampara

La actividad se basa en dos programas claramente diferenciados:

-Proyecto MALALA, que atiende a menores de tres años que viven en la cárcel con sus madres, así como los hermanos que por edad han tenido que abandonar el centro, y en general, a todos los menores en riesgo de exclusión social que residen en pisos tutelados, a los que la Asociación tiene acceso.

La actividad se basa en: talleres dentro del Centro Penitenciario, salidas semanales los fines de semana, salidas programadas y terapéuticas, y un campamento de verano.

En este programa los voluntarios son, en su mayoría, jóvenes que participan en las jornadas de recreo y excursiones con los más pequeños.

Ampara es la única entidad autorizada, mediante un convenio formalizado con Instituciones Penitenciarias,de manera exclusiva, en la Comunidad de Madrid, para atender a los menores de tres años, mientras que sus madres, y en ocasiones también padres, están cumpliendo condena.

-Proyecto PADUA, dirigido a todas aquellas personas que cumplen condenas privativas de libertad, con el fin de que no pierdan el contacto con el exterior ni los comportamientos normalizados de la sociedad.

La actividad consiste en diferentes talleres de formación, habilidades sociales, entretenimiento y fomento de la reinserción laboral y social.

Los voluntarios son en su mayoría adultos y de la tercera edad, además de estudiantes que eligen nuestra entidad para hacer sus prácticas universitarias.

Cárceles en las que colaboran:

Actuamos en diez cárceles de España, entre las que se encuentran: Unidad de Madres y Victoria Kent, el centro penitenciario de Aranjuez, Soto del Real, Meco I y II, Estremera, Valdemoro, Navalcarnero, cárcel de Cáceres, cárcel de Ávila y la cárcel de Salamanca. Y estamos trabajando para expandir nuestra actuación a los centros penitenciarios de Valencia y León, y a otras actividades en Castilla y León.

Toda nuestra actividad se realiza con el objetivo de ofrecer una intervención dirigida a la reinserción de dichas personas, ayudándoles a adquirir las habilidades y las herramientas personales y profesionales necesarias para favorecer su estancia en prisión y su inclusión social una vez que se encuentren en libertad.

Un trabajo de voluntariado muy duro y, a la vez, tremendamente gratificante.

María Becerril, como presidenta de Ampara, explica qué es lo más gratificante de su trabajo con este colectivo: “Llevo muchos años entrando en los centros penitenciarios, y lo más gratificante es ver lo respetuosos y generosos que son con nosotros y la manera en la que aceptan la ayuda de los voluntarios. Llegar allí y ver cómo te están esperando para que les ayudes a lo mínimo, o a lo máximo... porque cualquier cosa mnima que hagas allí es enorme. Te das cuenta de que todas las personas merecen una segunda oportunidad y que cometen los mismos errores que podríamos cometer cualquiera de nosotros. Sin duda, recibes mucho más de lo que das”.

Y en cuanto a lo más duro de su actividad, María cuenta que “muchas veces sientes impotencia de no poder hacer más de lo que hacemos; y por supuesto, cuando reinciden y vuelves a verlos dentro del centro”. Rosario Escudero, como responsable del Programa Malala, tiene más contacto con las mujeres dentro de los centros penitenciarios, por eso vive de cerca su realidad: “En la mayoría de los casos son mujeres maltratadas, algunas asumen delitos que no han cometido o que han sido engañadas para cometerlos. Muchas de ellas no alcanzan a entender por qué están ahí, por eso lo primordial es demostrarles nuestro cariño, escucharlas, entenderlas y que sientan que nos importa su situación, así como ayudarlas a aceptarse y valorarse como personas. La mayoría no han tenido una experiencia generosa sin que nadie les haya pedido algo a cambio, entonces al principio no entienden por qué estamos nosotros ahí... Para ellas los voluntarios son fundamentales en su vida”

Además de las mujeres y los hombres, otro de sus pilares son los niños, una actividad que María González, como voluntaria desde hace más de diez años define como: “el voluntariado con los niños es supergratificante, aceptan todo el amor que les das y te lo devuelven multiplicado por mil. A pesar de todos los esfuerzos de Instituciones penitenciarias, donde viven no deja de ser un centro penitenciario, por eso son fundamentales las salidas semanales y sobre todo las especiales, que realizamos a la granja escuela, el parque de bolas... para que estn en contacto con otros estímulos y hagan actividades como cualquier niño de su edad”.

En definitiva, Ampara trabaja en un ámbito que, a priori, tiene un rechazo social y que poca gente está dispuesta a conocer la humanidad que hay detrás de este colectivo. Por eso, uno de nuestros objetivos principales es que nuestro voluntariado ayude a acercar esta realidad al resto de la sociedad, con la ayuda de Instituciones penitenciarias.

Si quieres colaborar con ellos como voluntario puedes escribir a voluntariado@asociacionampara.org indicando tu nombre, apellido y número de teléfono para que ellos se pongan en contacto contigo. Se puede ayudar de dos maneras; bien como voluntario, bien aportando donaciones.