Consejos
¿Cómo mejorar la relación con mi hijo adolescente?
La adolescencia es una etapa crítica para todas las personas, por eso recopilamos diez consejos de una psicóloga para mejorar la comunicación con tus hijos
La comunicación con adolescentes no es una tarea fácil. La adolescencia es una etapa crítica para todas las personas. Aparecen los primeros signos de búsqueda de la independencia, que en ocasiones suelen interpretarse como rebeldía, y es muy común que a esas edades, los hijos se separen de nosotros, algo que muchas veces, interpretamos como que se encierran en sí mismos. Esos primeros atisbos de libertad y de cercanía con la vida adulta pueden contribuir negativamente en la comunicación, sobre todo si no los interpretamos correctamente.
Por ello, hemos recopilado diez consejos para mejorar la relación con tu hijo adolescente. Siempre se pueden mejorar nuestras relaciones. Si necesitas mejorar la relación con tu hijo y no sabes cómo, recopilamos diez consejos para lograrlo, según la psicóloga Iratxe López.
1. Continuidad y constancia.Por el mero hecho de ser su madre o su padre no vas a saber qué inquieta y preocupa a tus hijos. Además,muchos padres creen conocer a sus hijosy la experiencia les demuestra (a veces, de forma muy dramática) que no es así. Las relaciones han de trabajarse y cultivarse: habla con tus hijos de forma honesta y abierta ysin dar por sentado que ya conoces las respuestas. La intimidad es la base para mejorar la comunicación con adolescentes, adultos, niños…
Hablar con ellos "de vez en cuanto", no es suficiente. Debemos hacerlo de forma habitual y esforzarnos en preguntarle y escucharle activamente. Si consiguesevitar que estas conversaciones se conviertan en interrogatorios, habrás dado un paso de gigante hacia tus hijos.
2. El valor de la libertad.Puede que te cueste dar más autonomía a tus hijos porque, al fin y al cabo, hay ciertas situaciones indeseables de las que convendrá encarecidamente alejarles. Caer en las drogas o el alcoholismo, unirse a grupos violentos,contraer enfermedades venéreaso un embarazo no deseado son circunstancias de alto riesgo para su salud y su posterior desarrollo que es normal que te preocupen.
Sin embargo, mejorar la relación con tu hijo adolescente pasa por dejar que tome sus propias decisiones. Tu rol, en este caso, deberá ser más el de un orientador que el de un “dictador". Piensa que, cuanto más obligues a tu hijo a hacer o a evitar algo, más probable será que no te obedezca y que se ponga en tu contra. El o ella está buscando su camino en la vida, y no tiene por qué ser el que tu le dictas.
Aunque a estas edades sea muy común que no sepan elegir bien lo que les conviene, en la medida de lo posible y razonable deja que cometan sus propios errores y que asuman sus consecuencias. Ese aprendizaje en sus propias carnes les ayudará a madurar y a valorar los consejos que les hayas dado previamente. Eso sí: nunca dejes de advertirles de los peligros y consecuencias que conllevan sus actos. Así como, la necesidad de responsabilizarse de ellos.
3. Respeta sus opiniones. Es muy común que los adultos veamos a los adolescentes como unos seres ingenuos y arrogantes, que “se creen que lo saben todo" y que “no tienen ni idea de la vida". Hemos de advertirte que estás cometiendo un error si te enrocas en estos pensamientos:los adolescentes también desarrollan un espíritu crítico y forjan sus propias opiniones.
Es evidente que con el tiempo dichas opiniones pueden cambiar. ¿Hay alguien que no cambie de opinión a medida que va madurando? Estés o no de acuerdo con lo que opinen, es importante respetar sus puntos de vista. Averiguar si están en lo cierto o están equivocados formará parte de su aprendizaje independiente.
Dejar que tus hijos se expresen reforzará la confianza que ellos depositen en ti. Además, en esos momentos es muy probable que dejen entrever sus emociones. Tus hijos se acercarán a ti si les haces ver que tienes en cuenta lo que sienten y opinan.
4. Valora su privacidad.Los adolescentes son especialmente recelosos de sus espacios propios: habitación, diario, teléfono móvil, ordenador, círculo de amistades… Ellos podríanconsiderar una agresión a su intimidadcualquier intromisión en esos espacios, por muy buena que sea tu intención. Y este sentimiento construirá un muro entre tus hijos y tú.Procura que tu hijo adolescente tenga su propio espacio y no lo invadas sin su permiso. Paralelamente, hazle saber quela confianza también se basa en compartir espacios. Ábrele algunos compartimentos de tu espacio personal e invítale a que haga lo mismo contigo.
5. Compartir tiempo juntos. Más allá de la mera convivencia, la existencia de espacios comunes ayuda a fortalecer los vínculos entre las personas. Para construir relaciones positivas trata dereservar tiempo para compartir alguna actividadcon tu hijo adolescente. Puede tratarse de una actividad suya en la que te involucres, alguna actividad tuya de la que les hagas partícipe o alguna actividad familiar.
6. Empezar a tratarlo como un adulto. Nadie duda de que quieres a tus hijos adolescentes, pero, mucho más importante que eso eshacerles saber que los valoras y respetas. Reconoce que ellos aportan, que tienen un valor intrínseco como personas y que su participación en la vida familiar es importante. Al tomar en serio su manera de pensar y contar con ellos para la toma de decisiones, estarásintegrándolos en la vida adulta. Ese aprendizaje les servirá muchísimo cuando les toque tomar las riendas de su propia vida.
7. Ni dictador, ni amigo. Es muy importante que guíes permanentemente a tus hijos: es tu labor fundamental como progenitor. A veces lo harás con más laxitud y otras con más severidad, pero deberás hacerlosin romper los límites. Esto significa que tu rol es, simplemente, el de padre o madre. Nunca pierdas la cordialidad ni el respeto, pero tampoco la autoridad en su justa medida.Si te haces amigo de tu hijo le dejarás “huérfano». Y si eres demasiado autoritario, la brecha entre vosotros se hará más grande.
8. Evitar la sobreprotección. Hay un momento que será clave en tu vida como padre:asumir que tus hijos ya no son niñosy que están preparados para abrirse gradualmente al mundo que les rodea. Las herramientas que les hayas dado serán las que utilizarán para desenvolverse en la vida, y si les proteges demasiado les estarás privando de dichas herramientas.Deja que tus hijos libren sus propias batallas.
Aunque ningún padre quiere ver sufrir a sus hijos, es muy importante que aprendan a encajar los golpes de la vida por sí mismos. Sobreprotegerlos es muy tentador, pero solo es una ilusión de control sobre algo que será cada vez más difícil de controlar. Los adolescentes deben ir enfrentándose a los problemas cotidianos y afrontarlos cada vez con más autonomía.
9. Las reglas y los valores. Inculcar una escala de valores a tus hijostambién entra dentro de tus obligaciones como padre o madre. Si bien es una tarea que debe comenzar a edades más tempranas, es a esta edad cuando tu hijo tiene la capacidad de rebatir y cuestionar todo aquello que le hayas enseñado (u omitido).
Hay una cosa que está clara: nadie aprende sin ayuda las pautas básicas de respeto y convivencia. Incidimos en que se trata de un aprendizaje: no pretendas que tu hijo lo comprenda todo de la noche a la mañana. Se trata de perseverar, de hacerle ver que vive en un mundo con normas y reglas, que convive con más personas… Por consiguiente, es tu responsabilidad ponerle límites, hacerle entender lo que puede y lo que no puede o debe hacer. Y no solo en el hogar, sino en el colegio, el instituto u otros círculos y ámbitos donde se mueva y se moverá en el futuro.
10. Amor y aceptación.Una regla básica para mejorar la relación con tu hijo adolescente esno pretender cambiarlo. No es fácil amar y aceptar a alguien tal y como es: de hecho, él se encontrará con una dificultad similar porque también tendrá que aprender a aceptarte tal y como eres.
Lo ideal es no pretender que tu hijo sea lo que tú no pudiste ser. Proyectar tus deseos en tus hijos no les hará ningún bien. Deja que tome su propio camino, porque sus ilusiones y sueños puede que no tengan nada que ver con los tuyos. Y, desde luego, tu hijo adolescente no tiene la culpa de tus anhelos y frustraciones pasadas.
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